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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El textil como termómetro del bajo consumo y la desconfianza

Ni las rebajas ni el impacto de eventos como el Black Friday han logrado revertir una caída libre en las ventas que amenaza con hundir el sector

La debacle que ha desatado en el comercio textil español la irrupción del Covid-19 tiene dimensiones inéditas y sitúa a esta industria como uno de los mercados más golpeados por la crisis. Los datos apuntan a que el sector arrastraba una caída hasta el pasado noviembre superior al 40% en términos interanuales, con una factura que podría traducirse a final de año en una pérdida de ingresos de 7.000 millones de euros, frente a los casi 18.000 millones de 2019. Todo apunta a que 2020 va camino de convertirse en el peor ejercicio de una serie histórica que arranca en 1997, último año con cifras de ventas publicadas. Un 25% de los establecimientos comerciales asociados a la principal patronal del sector mantienen sus puertas cerradas mientras que el número de empleados afectados por los ERTE hace prever que, si las cosas siguen el curso mantenido hasta ahora, hasta un 50% del empleo podría perderse por el desplome de las ventas

Ni las rebajas ni el impacto de eventos como el Black Friday han logrado revertir una caída libre en las ventas que amenaza con hundir el sector y hacer desaparecer a cientos de pequeños comercios, que no confían siquiera en el impacto de la habitual campaña navideña para oxigenar suficientemente sus negocios. Pese a las estrategias de descuentos atractivos, las restricciones a la libertad de reunión y movimiento motivadas por la segunda ola de la pandemia siguen desincentivando fuertemente las compras de ropa y productos textiles. Desde el sector se ha urgido al Gobierno para que ponga en marcha medidas que permitan a las empresas capear el temporal, con peticiones que incluyen la condonación de impuestos, tasas o cuotas de la Seguridad Social, las soluciones para el pago de los alquileres, una reducción del IVA que impulse el consumo o moratorias en los préstamos ICO y la posibilidad de adaptar las plantillas a la reducción del negocio en las empresas en ERTE.

Las dificultades que atraviesa el comercio textil constituyen un termómetro sobre el estado de salud de la economía en general y del consumo en particular. Tanto el textil como otros sectores directamente relacionados con el ocio y actividades de consumo están sufriendo los efectos de la desconfianza y el temor al futuro que atenaza a la población española, más aún cuando hay cerca de un millón de personas actualmente que no tienen el empleo seguro o están en situación de ERTE. Más allá de la necesidad de atender las necesidades específicas de este sector, y apoyarlo con medidas puntuales que puedan ayudar a soportar los efectos de la crisis, lo que España necesita sin demora del Gobierno es que supere cuanto antes los programas genéricos de protección y aplique medidas económicas que estimulen la confianza como mejor herramienta de recuperación.

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