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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una estrategia diversificada y equilibrada para los inversores

El negocio financiero clásico tendrá que transitar aún por años de tipos en el cero y márgenes muy constreñidos

CINCO DÍAS

La euforia desatada por la llegada de las vacunas contra el coronavirus ha reactivado en los inversores el convencimiento de que tienen que rotar sus carteras hacia los valores cíclicos a toda máquina para no perder la esperada y supuesta revalorización de tales empresas a medida que se recupere la actividad económica, hibernada desde marzo. Pero seguramente ni está plenamente justificado un giro radical en las carteras de inversión, porque la recuperación no será simétrica en todo el planeta ni en todos los sectores de actividad, ni es conveniente olvidar que muchas de los paradigmas económicos de antes de la pandemia siguen ahí, y algunos de los elementos que los han generado, también y de forma corregida y aumentada.

Cierto es que tras un ajuste muy severo de la producción y de las valoraciones de las empresas y de todos los activos financieros y físicos habrá una escalada de sus precios, seguramente muchas veces desbordando el nivel justo de su valor. Pero habrá activos en los que estaban depositadas expectativas de retorno creciente que se han echado a perder, o que, en el mejor de los casos, deberán esperar pacientemente. Entre estos últimos pueden considerarse los valores ligados a la movilidad y al turismo, ya que las restricciones a los viajes impuestas por las autoridades o por los propios viajeros seguirán una temporada larga, ya que la acción protectora de las vacunas será de penetración lenta.

Pero en una situación poco optimista quedarán también todos los activos con sus precios condicionados por las políticas superexpansivas de los bancos centrales. El negocio financiero clásico tendrá que transitar aún por años de tipos en el cero y márgenes muy constreñidos, además de hacer frente a la creciente competencia de los nuevos entrantes en un negocio en el que la tecnología ha diluido las barreras de entrada. Otro tanto puede decirse de la renta fija soberana, en la que las rentabilidades se han esfumado, salvo para aquella con emisores de riesgo.

Por tanto, como el concepto de seguridad en los retornos tiene demasiadas dudas, es precisamente la búsqueda de la seguridad en la preservación del capital la primera providencia de todo inversor. Y para ello la estrategia que se abrirá paso para los próximos ejercicios será la diversificación de los activos en cartera, admitiendo que la búsqueda de rentabilidades diferenciales lleva aparejados riesgos diferenciales. Deben considerarse como objetivo de inversión las nuevas tendencias de la actividad (energía verde, salud, envejecimiento, tecnología), y no descuidar el esnobismo de activos alternativos (criptodivisas) ni el añejo criterio de rebuscar entre los mejores dividendos de toda la vida.

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