La apuesta de Iberdrola para liderar la revolución energética
La hoja de ruta que la compañía ha diseñado para los próximos años culminan una exitosa transformación empresarial llevada a cabo en un plazo extraordinariamente breve
Iberdrola anunció ayer su potente plan estratégico hasta 2025, articulado en torno a un volumen de inversión histórico en su magnitud dentro del tejido empresarial español (75.000 millones de euros) y a unos objetivos de negocio con los que la compañía quiere “adelantarse y aprovechar las grandes oportunidades de la revolución energética”, en palabras de su presidente, Ignacio Sánchez Galán. El grueso de ese extraordinario montante de inversión se concentrará en el crecimiento orgánico del grupo y en la consolidación de un modelo de negocio sustentado en acrecentar activos sostenibles: más energías renovables, más redes, más almacenamiento y más soluciones inteligentes para los clientes. El ritmo de inversión que se ha marcado la compañía será de una media de 10.000 millones de euros al año entre 2020 y 2022, y de 13.000 millones en el periodo de 2023 y 2025.
El macroproyecto de inversión que afronta Iberdrola, cuyo volumen financiero supera, por ejemplo, al del paquete de ayudas para la recuperación que España ha solicitado a Bruselas, constituye una apuesta inequívoca por el sector de la energía verde como uno de los mercados con mayor potencial de desarrollo en la economía mundial, pero sin que ello implique sacrificar el tradicional cuidado de la compañía hacia sus accionistas en su política de dividendos. El objetivo del grupo es combinar un crecimiento rentable en los próximos cinco años –fija en 5.000 millones el beneficio en el periodo– con la solidez financiera y la retribución al inversor mediante un dividendo “creciente”, que oscilará entre 0,40 y 0,44 euros por acción a 2025. Del total de fondos, en torno a 94.000 millones, a dividendo se destinarán 19.000 millones en el periodo.
Más allá de la magnitud de estas cifras, la hoja de ruta que Iberdrola ha diseñado para los próximos años culmina una ambiciosa transformación empresarial llevada a cabo en un plazo extraordinariamente breve. Con una trayectoria histórica que supera ampliamente el siglo, iniciada y consolidada en la vieja economía, la compañía ha apostado por la expansión y la internacionalización, ha sabido diversificar su negocio con inteligencia, ha saneado sólidamente sus activos, ha multiplicado su valor en el mercado y ha apostado con todo su potencial inversor por un sector de futuro, como son las energías limpias. Se trata de una transformación compleja que puede servir como modelo a seguir para muchas otras empresas ante el difícil reto de convertirse en competitivos negocios del siglo XXI.