Ninguna empresa está por encima de la legislación de libre competencia
No es la primera vez que Google es acusada de desafiar la legislación antitrust estadounidense
La decisión del Departamento de Justicia de EE UU y de 11 estados federales de presentar una demanda contra Alphabet, matriz de Google, por presuntas prácticas contra la competencia culmina una investigación iniciada hace un año y constituye la ofensiva antimonopolio más grande llevada a cabo en el país en las últimas dos décadas. La acusación a la que se enfrenta Google atribuye a la compañía haber usado su posición dominante en el mercado de publicidad y búsquedas de internet para perjudicar a sus rivales. Los cargos de la demanda afirman que Google hizo uso de una estrategia anticompetitiva “paralizando la libre competencia, reduciendo las opciones de los consumidores y sofocando la innovación”, además de determinar “precios publicitarios menos competitivos”. La compañía, sostienen las autoridades estadounidenses, se ha convertido en el principal guardián de acceso a internet a través de “una red ilegal de acuerdos exclusivos que daña a los competidores”.
No es la primera vez que Google es acusada de desafiar la legislación antitrust estadounidense, algo que ya ocurrió en 2012, durante el mandato de Obama, cuando la Comisión Federal de Comercio recomendó una demanda contra la compañía que finalmente no llegó a ver la luz. A la postura adoptada por la Administración Trump, que ha sido mucho menos tolerante en este terreno, se suma ahora también una ambiciosa propuesta de la Cámara de Representantes para impulsar un plan de reformas antimonopolio, que cuenta con el apoyo de demócratas y republicanos y que en caso de aprobarse podría socavar seriamente el poder de las grandes tecnológicas.
La aplicación de la legislación antitrust en Estados Unidos ha sido históricamente efectiva y exigente, como demuestran precedentes como el de AT&T, que en 1982 fue troceada en siete pequeñas compañías locales, las denominadas bluebells, o el famoso y pionero caso de Standard Oil en 1911. Google afronta hoy una demanda cuya resolución puede extenderse durante años y que podría finalizar con una decisión judicial de graves consecuencias para su futuro. Pero más allá de ese resultado, la ofensiva antitrust iniciada contra los grande gigantes de internet –en la que ha tomado parte también la Unión Europea, que en 2018 sancionó a Google con una multa de 4.300 millones de euros por prácticas anticompetitivas– debería servir para recordar que ninguna compañía, por grande o poderosa que sea, está por encima de la ley ni puede utilizar su posición en el mercado para romper las reglas de la libre competencia.