Una tarea histórica que va más allá de los Presupuestos del año que viene
España tiene que apagar el incendio que asola en este momento la actividad, pero también preparar la economía para que pueda renacer con fuerza de esas cenizas
La contundente respuesta política y económica que la UE ha dado a la crisis desatada por la pandemia del Covid-19 constituye una oportunidad histórica para España en el contexto de una recesión sin precedentes. Los presupuestos generales de 2021, que el Gobierno quiere arrancar cuanto antes, tienen como primer objetivo impulsar la recuperación de la economía, enormemente castigada por los efectos de la pandemia. La abundante disponibilidad de fondos europeos permitirá al Ejecutivo llevar a cabo esa tarea con una capacidad excepcional y sin estar sujeto a los rigores de la consolidación fiscal, pero esa circunstancia debería aprovecharse para ir más allá y sentar las bases de un modelo de crecimiento a medio y largo plazo que sea sostenible para las finanzas del Estado.
El Gobierno ha presentado y remitido a Bruselas un plan de recuperación y transformación de la economía que apuesta por la digitalización y las políticas de medioambiente como grandes panaceas contra la crisis, pero que no se complementa con la aprobación de reformas estructurales que permitan aprovechar al máximo esos recursos, afrontar una transformación económica real y avanzar hacia una verdadera sostenibilidad financiera. Dado que las previsiones para los próximos años son especialmente oscuras para España –la Airef calcula que la economía puede necesitar incluso dos décadas para volver a los niveles previos a la crisis– el Gobierno debe dejar de lado cuanto antes los discursos populistas y grandilocuentes y abordar una tarea que va más allá de aprobar las cuentas públicas del ejercicio que viene. Los expertos reunidos en el Foro Futuro, que organiza Banco Santander y Cinco Días, coinciden al señalar que España necesita adoptar una política económica sólida para los próximos años, lo que debería incluir un presupuesto plurianual que cuente con el respaldo de todas las fuerzas políticas, aborde el progresivo reequilibrio de las finanzas del Estado y contemple las grandes reformas estructurales que España tiene pendiente desde años. Esa agenda regulatoria, que ha sido demandada largamente por Europa, debe reformar el sistema fiscal, el sistema de pensiones, las administraciones públicas, la contratación con el Estado, la educación y la financiación autonómica.
España tiene que apagar el incendio que asola en este momento la actividad, pero también preparar la economía para que pueda renacer con fuerza de esas cenizas. En ese contexto, los fondos europeos no deben consumirse solo en poner parches vistosis o en respaldar una estrategia electoralista, sino que han de acompañarse de ajustes estructurales que puedan sentar las bases de la economía del futuro.