Puede que a los minoritarios de Altice les quede una carta de triunfo
Drahi pretende dejar la teleco como un cascarón vacío para sacar adelante su oferta, pero eso puede chocar con una nueva legislación
Además de tulipanes, molinos de viento y marihuana legalizada, los holandeses también son famosos por el juego limpio. De ahí que la oferta de Patrick Drahi de 4.900 millones por la teleco Altice haya causado tanto revuelo. Sus tácticas de intimidación hacia los minoritarios parecen difíciles de encarar, pero se enfrentan a un posible problema con una nueva legislación.
Intentar excluir Altice a 4,11 euros por acción, un 40% de descuento sobre su máximo de febrero, no iba a ganar ningún concurso de popularidad entre los accionistas. Aunque posee el 78% de las acciones con derecho a voto, es poco probable que Drahi alcance el umbral del 95% para la exclusión. Pero lo veía venir, y se ha dedicado a planear fórmulas que le aseguren que las alternativas sean aún peores. Una de esas soluciones es usar su poder de voto para hacer que Altice venda todos sus activos y pasivos a otra empresa controlada por él a un valor equivalente al precio de la oferta. Altice sería entonces un cascarón vacío, dejando a sus accionistas solo con la promesa de obtener su parte legítima “en la mayor medida posible”.
Además de estar más que fuera de lugar, el movimiento también puede estar en desacuerdo con las directivas de “transacciones con partes relacionadas” de la UE incorporadas a la ley holandesa en 2019. Aunque la legislación no ha sido probada, una interpretación es que Drahi no podría desplegar su 78% de votos para aprobar la transferencia de activos, ya que sería con otra empresa en la que tiene una participación. En ese escenario, se convertiría en una amenaza vacía, porque solo se aprobaría si la mitad de los accionistas restantes votaran a favor.
El plan sería un feo precedente. En teoría, los accionistas con el 51% de control podrían arruinar alegremente a sus coinversores sin consecuencias. Eso dejaría claramente mal a los mercados holandeses, y sugiere que a la Cámara Empresarial, un brazo poderoso del Tribunal de Apelación de Ámsterdam, podría convenirle intervenir para garantizar una conducta “justa y razonable” para todos. Para los minoritarios que se lamentan de que la operación de Drahi parece hecha, es algo a lo que aferrarse.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías