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El creciente atractivo de la gestión pasiva

Los criterios ESG se hacen hueco en los productos indexados

Getty

Los últimos meses han invitado al optimismo a sus partidarios: la gestión pasiva se está haciendo, a paso lento pero decidido, un hueco cada vez mayor en Europa. Así lo han demostrado los informes de flujos de agosto. Según el que difunde mensualmente Morningstar, en los últimos 12 meses los fondos pasivos (incluye indexados y ETF) crecieron orgánica­mente un 10,3%, frente a apenas el 1,9% para los fondos gestionados activamente. No obstante, estos últimos siguen recibiendo más entradas: 31.000 millones de euros, frente a los 12.000 millones de los pasivos.

De acuerdo con este proveedor de datos y análisis, la cuota de mercado de los fondos índice a largo plazo alcanzó el 20% el 31 de agosto de este año, frente al 18,37% de un año antes. El avance es claro.

El informe de análisis de flujos de Amundi también constata que el interés por los ETF globales en nuestro continente continuó siendo elevado en agosto, con un aumento de las inversiones de 50.000 millones de euros.

Crece la cuota de mercado de los ETF en toda Europa

Por clases de activos, la renta variable recupera parte del terreno perdido estos meses frente a los ETF de deuda. En cuanto a las materias primas, muy utilizadas últimamente como refugio de inversiones, en agosto, los fondos cotizados de oro “perdieron brillo, después de muchos meses de excepcionales entradas y un buen comportamiento de los precios, ya que el valor del oro aumentó un 34% entre mediados de marzo y principios de agosto”, aclaran desde Amundi.

Más jugadores

Las cifras

10,3% crecieron en los últimos 12 meses los fondos pasivos, frente al 1,9% de los gestionados activamente.

20% es la cuota de mercado de los fondos índice a largo plazo, a 31 de diciembre, frente al 18,37% de un año antes, según los datos de Morningstar.

12.841 millones de euros era el patrimonio en gestión pasiva en España al finalizar agosto, con una rentabilidad del 2,19% a 10 años, conforme a la estadística de Inverco.

Aunque el sector sigue monopolizado por un puñado de gestoras, con BlackRock liderando a mucha distancia del resto, lo cierto es que tiene cada vez más participantes. La explicación está en las grandes entidades de gestión activa, muchas de las cuales han dado el paso de incluir indexados y ETF en sus portfolios en los últimos años. El objetivo es posibilitar la diversificación de las carteras de sus clientes, sin que eso signifique el abandono de sus convicciones respecto a los mejores resultados de gestionar activamente sus vehículos.

Además, la entrada de más operadores ha recrudecido la guerra de tarifas. Hay que tener en cuenta que en este tipo de fondos que replican índices los productos de una u otra gestora son casi idénticos, con la única gran diferencia de la comisión que cobran, que incide de forma directa en la rentabilidad final que logra el inversor.

También es destacable cómo la renta fija está cada vez más presente en la oferta de ETF. Incluso, ese tipo de inversión fue la que consiguió sobrevivir con más dignidad durante las semanas de caídas de marzo.

De hecho, agosto ha sido el primer mes, desde aquellas caídas generalizadas, en el que los inversores han vuelto a impulsar los ETF de renta variable global por encima de la renta fija. Este renovado apetito por el riesgo también se reflejó en cierta medida en los flujos sectoriales, con salidas del sector defensivo del cuidado de la salud (127 millones de euros) y entradas (195 millones de euros) en el sector cíclico de las materias primas, apuntan desde Amundi.

Más criterios

También las reflexiones del sector se dirigen a cómo adaptarse a la inversión socialmente responsable (ISR), incluyendo criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) en los vehículos.

La tendencia empieza a coger fuerza en Estados Unidos, el mercado en el que más peso tienen las estrategias pasivas, y las principales gestoras internacionales han lanzado numerosos productos en los últimos meses, coincidiendo con la mayor sensibilidad a estos aspectos que han demostrado los inversores, grandes y pequeños, a raíz de la pandemia.

De hecho, los productos cotizados con criterios ASG a escala mundial superaron el hito de 100.000 millones de dólares (86.000 millones de euros) a finales de julio de 2020, según un informe sectorial.

Respecto a nuestro país, los datos que publica Inverco atribuyen a la gestión pasiva un patrimonio de 12.841 millones al finalizar agosto, un 2% más que en julio, pero un 6% menos que hace un año.

En cuanto a la rentabilidad, un 2,19% a 10 años, algo más alta que el 1,88% del conjunto de fondos a ese plazo.

La fiscalidad importa

Tributación. Una de las explicaciones que dan los expertos a que en nuestro país los ETF apenas estén en las carteras de los inversores particulares es la fiscalidad que soportan. Mientras que los fondos indexados disfrutan de la ventaja fiscal de cualquier fondo (no se tributa hasta el momento de recuperar la inversión y se puede traspasar el dinero de un vehículo a otro cuantas veces se quiera), la tributación de los ETF, al ser productos cotizados, se equipara a las de acción. Eso supone que por cada operación de venta de ETF que se realiza se tributa entre un 19% y un 23% de los de los beneficios, incuso si la venta es para invertir en otro.

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