La fusión con CaixaBank permite recuperar más ayudas en Bankia
La mayor parte del dinero inyectado se perdió ya, no reconocerlo confunde el debate
España gestionó mal la crisis financiera y económica que se desató en 2008 y se extendió hasta 2013. Los errores de los gestores, por supuesto, pero también del Banco de España y del Ministerio de Economía, pusieron al sector financiero español al borde del colapso. Era imprescindible recapitalizar las entidades y se hizo mediante dinero público tras pedir para ello un rescate a Europa. Bankia era la mayor de las entidades que necesitaron un rescate y en total (junto a la luego absorbida BMN) se le inyectaron más de 24.000 millones. Esos fondos se inyectaron porque había un agujero en la entidad provocado por la morosidad de la crisis, especialmente en el sector inmobiliario y promotor, y desde el principio el escenario más previsible, aunque el Gobierno de entonces lo negase, es que se perdería la mayor parte del dinero.
Con el entorno de bajos tipos de interés, la caída de ingresos y márgenes, la acelerada digitalización del negocio y la competencia de nuevos jugadores en los segmentos más rentables, el negocio bancario ha perdido valor de forma acelerada, y la crisis del coronavirus no ha hecho más que agravar la situación. La participación del Estado en Bankia valía menos de 2.000 millones el jueves pasado, antes de anunciarse las negociaciones de fusión y cualquier esperanza de recuperar en esas condiciones los 24.000 millones inyectados era pura fantasía.
El grueso de las ayudas públicas se han perdido ya. No reconocerlo confunde el debate. Hay una parte que aún se podrá recuperar, sea con la venta de la participación pública (en Bankia o en la entidad fusionada) o mediante el cobro de dividendos (de Bankia o de la nueva entidad). La cuestión, por tanto, es si es posible una mayor recuperación de las ayudas con Bankia en solitario o integrada en CaixaBank. El mercado cree que lo segundo y la participación estatal se ha revalorizado 645 millones en un solo día. Parece razonable pensar que la entidad fusionada puede crear más valor, ser más resistente y dar dividendos más estables y recurrentes, si bien la fantasía de la recuperación futura de las ayudas (cuyo reverso es la resistencia a materializar las pérdidas latentes) frenará la privatización.
Otro debate es si hace falta una banca pública (más allá del ICO) que compita con los bancos privados. No parece razonable. La experiencia de las cajas de ahorros debería vacunar frente a tentaciones de intervencionismo político en el sector financiero y el Gobierno dispone de herramientas alternativas para favorecer la financiación del sector productivo.