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Biofabri, la pequeña empresa gallega que se atreve con el Covid-19

Desarrolla una vacuna contra el coronavirus a partir del ADN de la mano del Centro Nacional de Biotecnología

Planta de producción de virus de Biofabri.
Planta de producción de virus de Biofabri.

Aunque su proyecto estrella, el desarrollo de una vacuna para la tuberculosis, ya le ha hecho ocupar páginas de los periódicos en los últimos años, Biofabri ha saltado a la palestra en los últimos meses por haber entrado de lleno en la carrera investigadora para desarrollar una vacuna contra el Covid-19.

No era de extrañar que fuera su grupo biofarmacéutico matriz, Zendal, con una vasta experiencia en la fabricación de vacunas animales, entre otros muchos productos, el que encabezara dos de los proyectos de inmunización frente al coronavirus (de los 12 que se desarrollan en España) porque, como explica Esteban Rodríguez, consejero delegado de Biofabri (una de sus empresas), “el control de epidemiología la domina como nadie la veterinaria”.

La biofarmacéutica, filial del grupo Zendal, tiene previsto iniciar los ensayos clínicos en humanos a finales de año

Ambas iniciativas en marcha son lideradas por dos de sus seis empresas: CZ Vaccines (antes llamada CZ Veterinaria) y Biofabri, la hermana pequeña del grupo. Esta última se creó en 2008 para encargarse precisamente del desarrollo de vacunas y otros productos para la salud humana, mientras que su matriz se gestó en 1993, cuando Zeltia decide desprenderse del negocio veterinario y vendérselo a una multinacional.

Pero la firma solo vendió las marcas, los registros y los fondos de comercio, aclara Rodríguez, no la fábrica de Porriño, en Pontevedra. Es entonces cuando el equipo directivo (Rodríguez era director técnico) decide quedarse con la planta para desarrollar sus propias vacunas animales, hoy presentes en más de 65 países de Europa y Australia.

España quiere tener su propia vacuna porque, sin ella, esta enfermedad es incontrolable, pero hay que alcanzar, por lo menos, una eficacia del 70% Esteban Rodríguez, consejero delegado de Biofabri

El hecho de que el catedrático de Microbiología de la Universidad de Zaragoza, Carlos Martín, acudiera al grupo con una cepa para desarrollar una inmunización contra la tuberculosis fue el origen de su nacimiento, recuerda Rodríguez. Pese a que esta enfermedad infecciosa es la que más personas mata al año, “no encontró en Europa ningún fabricante de micobacterias”. Y es cuando el conglomerado, que aún no se llamaba Zendal, se plantea crear una rama de biotecnología y vacunas para uso humano e invierte 3 millones de euros en las instalaciones gallegas. En esa planta desarrollan su labor más de 21 profesionales, de los cuales el 50% son técnicos, biólogos, médicos y farmacéuticos.

Pero el eje de la tuberculosis no parece que vaya a ser el único hito de Biofabri. La inoculación contra el Covid puede ser un éxito clave para su ascensión. Este proyecto, con una ayuda de 486.420 euros del CDTI y liderado por el investigador Vicente Larraga desde el Centro Nacional de Biotecnología, tiene la particularidad de que se desarrolla a partir del ADN. En él se introduce el gen de la proteína del virus, que las células reconocen como propio, generando inmunidad. Es decir, “se purifica la proteína y se usa como vacuna”, detalla Rodríguez, quien asegura que ya están preparando los lotes para las pruebas preclínicas.

Cifra

153 millones de euros es el importe total en I+D que la compañía ha invertido en la inmunización contra la tuberculosis. La fase 3 será la más costosa del proyecto, alcanzando un total de 140 millones de euros. Y es que para probar y garantizar su eficacia, la empresa tendrá que inyectar el antígeno a 6.600 niños y entre 30.000 y 50.000 adultos en los países con mayor prevalencia de la enfermedad. La firma ya ha invertido 12 millones en llevar a cabo la fase 2, que está finalizando, y 1,5 millones en la fase 1.

Irá más rápido y será menos costosa que el programa contra la tuberculosis y, de hecho, a finales de año Biofabri tiene previsto comenzar las pruebas en humanos. “España quiere disponer de su propia vacuna y se han acelerado todos los proyectos porque esta enfermedad es incontrolable, pero hay que alcanzar una eficacia de más del 70%”, advierte. Máxime cuando no es seguro que haya dosis para toda la población una vez que el producto salga al mercado. El proyecto de inmunización frente al Covid de CZ Vaccines, la otra filial del grupo, ha recibido también una ayuda del CDTI de 499.000 euros.

Sala de autoclave donde la compañía esteriliza equipos y productos.
Sala de autoclave donde la compañía esteriliza equipos y productos.

La dosis antituberculosis costará de 1 a 7 euros

Fue un reto para Biofabri abordar una nueva vacuna para la tuberculosis, pero parece prueba superada. Según Esteban Rodríguez, consejero delegado de la compañía gallega, a diferencia de la que data de 1920 (BCG), obtenida de la cepa de una vaca, la que está desarrollando Biofabri (MTBVAC), a partir de la cepa genéticamente modificada de una persona infectada, tiene mayor eficacia y cuenta con la misma seguridad.

La anterior, en muchos países como Brasil, apenas supera el 50% de eficacia y, además, solo protege contra la tuberculosis generalizada en niños de hasta cinco años de edad, indica Rodríguez. El problema es que el paciente adulto desarrolla una dolencia pulmonar, diseminando el patógeno que se ha vuelto más resistente debido a las migraciones derivadas de la globalización. Son tratamientos especiales, largos y costosos, que “los países pobres no pueden sostener. Esta enfermedad mata cada año a más de 1,5 millones de personas”, apunta.

El proyecto está terminando la fase 2 y Biofabri tiene previsto empezar a probar su eficacia en 2021 en los países donde está presente la afección (África, Asia, Rusia y otros de la antigua Unión Soviética). El proceso durará unos cuatro años y, lo más importante, la dosis costará entre 1 y 7 euros.

Un técnico de la compañía en plena faena.
Un técnico de la compañía en plena faena.

De un vistazo

Instalaciones. Biofabri ha habilitado dos plantas para desarrollar la vacuna del coronavirus. Su plantilla de 21 personas también cuenta con el apoyo de los profesionales del departamento de I+D biológico de Zendal, que está integrado por 11 personas.

Facturación. A 2,3 millones de euros ascendieron los ingresos de la compañía el pasado año, derivados de la fabricación de productos biológicos para otras empresas así como de vacunas en fase de desarrollo clínico y la realización de ensayos. Zendal factura más de 41 millones.

Inversión. El 11% de los ingresos anuales del grupo está destinado a I+D, instalaciones y tecnología. La plantilla total supera las 300 personas.

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