La larga travesía que aguarda al sector aéreo
Las previsiones no apuntan a un plena recuperación hasta al menos 2023. Al inversor solo le resta observar y estar alerta
Nunca antes habíamos visto los aeropuertos de Teruel y Ciudad Real con tantos aviones. Una escena extraña, y más aún si tenemos en cuenta que los grandes pájaros solo están de paso y han estado utilizando las instalaciones como parking durante más de tres meses. Esta ha sido, sin duda, una de las instantáneas que más recordará el sector aéreo, el cual ha sido unos de los más castigados por la crisis provocada por la pandemia Covid-19 al haber dejado a casi el 100% de la flota de las aerolíneas en tierra, lo que ha desembocado en la cancelación de 7,5 millones de vuelos entre los meses de enero a julio.
Para este año se espera que los ingresos de esta industria caigan un 50%, afrontando una recuperación muy lenta durante los próximos años. De momento, en clave internacional, en lo que llevamos de año, la facturación desciende un 52,2% y la capacidad de transporte cae un 44,8%. Europa es la región más afectada por ambas variables, como también lo ha sido del propio Covid-19.
Aun así, y ante este desalentador panorama, ya en mayo se vio un tímido repunte del RPK (revenue per km), aunque la confianza de los consumidores aún es baja. Ante el mantenimiento de las restricciones de muchos países a lo largo del globo, la demanda se mantiene en un punto realmente débil. Por si fuera poco, hay que añadir el reciente repunte en casos de Covid-19 en países de Latinoamérica y otros Estados emergentes, lo que implica reducir, aún más, la visibilidad, justo en el momento en el que en Europa ya se empezaban a moderar las medidas y restricciones a la movilidad. También se están observando nuevos brotes en el Viejo Continente, algo que hace tambalear aún más al sector.
Como era de esperar, este grave contexto ha desembocado en decisiones duras y significativas, como los miles de despidos que ha llevado a cabo la icónica compañía Air France o la quiebra de algunas famosas aerolíneas, como Avianca, Latam o Thai Airways, entre otras. Así pues, queda más que demostrada la complicada situación que están viviendo las aerolíneas, a lo que debemos sumar las medidas de seguridad que adoptan los distintos Gobiernos sobre movilidad y restricciones. Estas medidas y acciones gubernamentales tienen un gran impacto en la cotización bursátil del sector, ya que pueden condicionar y limitar la actividad de las aerolíneas. Tanto las noticias positivas como las noticias negativas tienen impacto y mueven mucho la cotización, y la situación en el sector aéreo es un buen ejemplo de ello.
De momento, las compañías aéreas se mantienen como valores muy volátiles y su visibilidad aún es muy baja. De hecho, ni ellas mismas pueden dar ningún tipo de guidance, ya que no hay un comportamiento claro de la demanda y el riesgo latente a un rebrote en la segunda mitad del año, o incluso antes, como se está pronosticando recientemente, hacen que el valor sea muy volátil y que muchos inversores sean reacios a apostar por compañías con un futuro tan incierto y ligado a elementos externos tan incontrolables como una pandemia y sus efectos.
Ante esta tesitura, ¿qué puede hacer el inversor? Observar y mantenerse alerta. A estas alturas, las aerolíneas están ajustando la capacidad en función de la demanda y habrá que seguir muy de cerca la evolución del virus, pues será lo que marcará las decisiones de los Gobiernos en cuanto a movilidad, restricciones y la posibilidad de volar o no hacerlo. Ello, a su vez, condicionará la actividad de las aerolíneas y esto tendrá un impacto en la cotización de estas compañías.
Una de las claves para sostener a los grandes players al mismo tiempo que se mantiene la competencia en el mercado y se evita una subida de precios en exceso es que la Administración acuda en la ayuda de las aerolíneas bandera de cada país. Es algo que ya ha ocurrido en otras ocasiones y está ocurriendo de nuevo, como ha sucedido en Alemania y Portugal, por ejemplo, con Lufthansa y TAP, respectivamente. Por otro lado, como punto negativo, con la ayuda de los Gobiernos se aumenta la deuda de las compañías, algo que ralentizará su recuperación financiera a medio y largo plazo y que también penaliza a su valoración bursátil.
Pero no solamente se trata de las aerolíneas, pues también es necesario recordar la afectación que todas estas circunstancias tienen en los fabricantes de aviones y sus componentes. Muchas aerolíneas se han visto y se verán obligadas a cancelar pedidos a empresas como Airbus, que también ha anunciado recortes de plantilla en línea con la pérdida de negocio. Por lo tanto, los productores de aeronaves comerciales tendrán que prepararse para un periodo donde la producción tendrá que ajustarse en función de la evolución de las aerolíneas.
En global, mirando un poco más allá de este curso tan extraordinario, se espera una evolución muy lenta del sector aéreo. No se pronostica una plena recuperación hasta, por lo menos, 2023. Así pues, pongámonos los prismáticos para ver las piruetas que deberá hacer esta industria en el aire durante los próximos meses y años. Para las aerolíneas y el resto de actores del sector, esta nueva normalidad estará llena de turbulencias y tendrán la vista puesta en intentar aterrizar como puedan.
Jaime Pallarés es ‘Equity analyst’