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BlackRock apuesta por una revisión de su lista de vigilancia climática

La compañía ha castigado a 53 empresas por no apoyar la causa verde, pero su historial también exige supervisión

El giro verde de BlackRock viene ahora con cifras concretas. Esta gestora de inversiones valorada en 6,5 billones de dólares publicaba el martes que a lo largo de los últimos 12 meses había votado contra 53 empresas que considera que prestan poca atención al cambio climático. Es un avance respecto a las seis empresas que se ganaron el oprobio de BlackRock el año anterior, y está más alineado con el llamamiento a las armas medioambientales que su consejero delegado Larry Fink hizo en enero. Pero el propio historial de supervisión de BlackRock también exige vigilancia.

Los 53 infractores, entre los que se encuentran Air Liquide, Exxon Mobil y Volvo, representan menos del 3% de las 2.000 empresas a las que BlackRock había planteado sus preocupaciones medioambientales, sociales y de gobernanza en el año terminado a finales de junio. Esto refleja en parte el hecho de que la gestora de inversiones se centra en los sectores con más emisiones de carbono, como el energético, el industrial y el de servicios públicos. Pero se debe también a que los gestores de fondos de Fink han puesto a otras 191 empresas “bajo vigilancia” para una posible votación en los próximos doce meses, en lugar de votar ahora contra la reelección de consejeros de dirección o a favor de propuestas de accionistas relacionadas con el clima.

Este paso caprichoso será útil si centra las mentes. Pero como demuestra el caso de la australiana Woodside, un planteamiento gradualista también puede dejar a BlackRock expuesto a las críticas. El grupo de Fink recibió muchos reproches por no apoyar una resolución que exigía a la empresa energética establecer objetivos vinculantes para reducir el carbono emitido por sus clientes, así como en sus propios procesos de producción. Apresurarse a tomar medidas poco meditadas sobre las llamadas emisiones de Alcance 3 comporta sus riesgos. Pero como ocurrió con el llamamiento a abstenerse en una de las votaciones de la empresa de servicios finlandesa Fortum, BlackRock corre el riesgo de parecer más rezagada que líder.

Dado que la mayoría de los activos que gestiona se encuentran en estrategias pasivas que no pueden vender acciones de empresas que no estén adoptando las mejores prácticas medioambientales, el historial de voto es prácticamente la única forma que el gestor tiene de señalar públicamente que se toma la cuestión muy en serio. Para evitar los ataques verbales, Fink necesitará presionar cada vez más a su equipo para que nombre y avergüence a más empresas.

Es también una forma de hacerse con nuevos negocios. Los flujos de entrada de la gestora de fondos europea ESG entre enero y mayo duplicaron con creces las del mismo periodo de 2019, según Jefferies. Es un gran incentivo para que BlackRock incluya la supervisión verde en su propia lista de vigilancia.

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