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El escándalo de Wirecard se convierte en crisis existencial

Los que lo han hecho posible, como reguladores, prestamistas y auditores, tienen mucho que explicar

Sistema de pago contactless de Wirecard.
Sistema de pago contactless de Wirecard.Michael Dalder (REUTERS)

El día del juicio final para Markus Braun resultó peor de lo que parecía posible. Wirecard, la compañía de la que es consejero delegado, perdió el jueves más de la mitad de su valor en el mercado, con lo que bajó a 4.700 millones de euros, después de que EY encontrara indicios de que 1.900 millones de euros de efectivo pueden ser “espurios”. Su escándalo contable es ahora una crisis existencial. Los que lo han hecho posible, incluyendo reguladores, prestamistas y auditores, tienen mucho que explicar.

La empresa de sistemas de pagos con sede en Baviera (Alemania) lleva 18 meses negando las acusaciones de irregularidades financieras hechas por el Financial Times. Las noticias del jueves involucran efectivo que está consolidado en el balance de Wirecard pero que se mantiene en cuentas de fideicomiso de terceros.

Hay indicios de que terceros proporcionaron “confirmaciones de saldos espurios” a EY, con el fin de engañar a los contables en beneficio de Wirecard, dice la auditora. Como resultado, los estados financieros auditados de Wirecard para 2019 no se publicaron como estaba previsto. Si no se publican como tarde hoy viernes, los bancos pueden cancelar préstamos por valor de 2.000 millones de euros.

Braun dice que todas las partes están tratando de aclarar la situación lo más rápido posible. Pero puede que el daño ya esté hecho. Los bonos de Wirecard con vencimiento en 2024 cayeron 23 céntimos, hasta unos 58 céntimos el euro, informó Reuters citando a Tradeweb.

Le resultará difícil pedir prestado en el futuro si los prestamistas actuales se van. Más importante aún, los compradores, comerciantes y grandes clientes corporativos serán reacios a trabajar con una compañía que no puede probar que una cuarta parte de su balance general existe realmente.

El escándalo también plantea interrogantes sobre el papel desempeñado por los reguladores y los socios comerciales de Wirecard. El organismo de control financiero alemán BaFin prohibió el año pasado la venta al descubierto de sus acciones, y presentó una denuncia contra los periodistas del Financial Times que habían escrito artículos críticos. Dadas las dudas planteadas por EY el jueves, BaFin podría haber empleado mejor su tiempo investigando a Wirecard.

La propia auditora se encuentra en una posición incómoda, ya que ha firmado las declaraciones de los últimos ejercicios económicos. Por último, están los prestamistas e inversores de Wirecard, incluido SoftBank Group. El conglomerado tecnológico japonés vertió 900 millones de euros en un bono convertible el año pasado, solo para descargar su exposición en otros inversores poco después.

Braun cargará con la mayor parte de la ira de los inversores después del colapso del jueves, pero hay mucha culpa que repartir entre todos.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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