Oxígeno fiscal, liquidez y fluidez en las líneas de financiación
Es posible que hagan falta rebajas puntuales de impuestos
La epidemia del coronavirus, tanto por su incidencia real como por la psicosis que genera, ha desbordado la normalidad de la economía y del comportamiento social. Las autoridades sanitarias han iniciado una escalada de decisiones basadas en su plan de control de los contagios que seguramente se endurecerá con los días y que afectará de forma severa a las familias, y con ellas a las empresas y sus plantillas. El prometido plan de choque que el Gobierno ha anunciado tiene que estar disponible cuanto antes para mantener en la medida de lo posible la fluidez de la producción, la gestión de los suministros y la celeridad en los pagos y cobros, y con ello devolver la serenidad que parece haberse perturbado. Pero dado que es sobre todo un problema sanitario, todo el esfuerzo debe ponerse en disponer la red hospitalaria para hacer frente a los contagios, con la colaboración ciudadana para minimizarlos en la medida de lo posible.
Hoy el Fondo Monetario Internacional actualizará las previsiones de actividad para España y parece lógico que, visto lo ocurrido en Italia y dada la intensidad turística de la economía española, se produzca una reducción importante en la previsión de crecimiento de este año. Ahora es casi lo de menos si tal previsión resta tres, cuatro o cinco décimas; ahora se trata de asegurar que los cortocircuitos en la economía sean los menos posibles y lo menos costosos posible.
Para ello el Ejecutivo tiene que poner en marcha mecanismos sencillos que garanticen la liquidez a las empresas, especialmente a las pequeñas y medianas, para que puedan mantener la actividad. Bienvenida sea la moratoria de hasta tres mensualidades, pendiente de concretar, en las cotizaciones a la Seguridad Social para empresas y autónomos. Es posible que hagan falta rebajas puntuales de impuestos; habrá que estudiar también mecanismos de pago y cobro a proveedores y clientes a la manera de los aplicados en 2012 y acceso a líneas de crédito asequible, desde instituciones públicas o desde las privadas con garantías públicas. Todo ello acompañado de una interpretación flexible en la aplicación de la normativa laboral para facilitar la vida tanto a las empresas como a sus plantillas, en el entorno laboral y en social.
El Gobierno debe contar para ello, y para hacer frente a un inevitable aumento del gasto sanitario, con un margen adicional en sus compromisos fiscales con la Unión Europea, como el resto de países afectados por la epidemia, así como con el respaldo de las autoridades monetarias para que la liquidez en el sistema financiero fluya sin trastorno alguno. Hacerlo con el mayor de los consensos ayudará a superar esta situación de dificultad minimizando los daños.