Jonathan González: “Somos incómodos para Tiffany o Cartier”
La empresa, nacida en 2017, vende diamantes ecológicos en España, Alemania, Reino Unido y Francia
El apogeo de la sostenibilidad está llegando a todo tipo de sectores y negocios. También al de los diamantes. Lo saben bien en la firma joyera David Locco, nacida en 2017, en donde se han propuesto retar con el diamante ecológico al que se extrae de la tierra. Jonathan González (Madrid, 1978) es el consejero delegado de esta joven empresa, con sede oficial en Valdemoro (Madrid), pero con taller en Córdoba, con contacto permanente con EE UU y con un hueco reservado en varios clubes profesionales y coworkings de Madrid.
Son muchos los diamanteros y joyeros que dicen que las piedras creadas de forma artificial quedan muy lejos de los que se extraen de la mina. Pero los diamantes ecológicos, explica González, no tienen nada que envidiar a los de toda la vida. “Cogemos el carbono, lo sometemos al mismo proceso de presión y obtenemos el mismo producto. El que se extrae de la tierra tarda millones de años en coger forma, nosotros tardamos 40 o 50 días”. El resultado es idéntico, asegura, con el aliciente de dejarse por el camino todo el impacto medioambiental que genera el movimiento de tierras y la minería, así como la posibilidad de vender un material que en ocasiones está manchado de sangre y de trabajo esclavo.
“Algunos diamantes extraídos de la tierra tienen un grado de pureza absoluta. Pero otros no. Nosotros, como controlamos el proceso, obtenemos una pureza sobresaliente en todos”. Al final, prosigue, se trata de ofrecer un “producto de lujo” de una forma diferente, mucho más acorde a los tiempos que corren: “Tengo estatus y dinero, porque compro la piedra más dura y eterna de todas, pero también tengo valores”. Este mensaje va calando poco a poco. En EE UU, afirma, los diamantes ecológicos ya rozan el 30% de la cuota de todo el mercado. “En Europa vamos algo por detrás, estamos en torno al 6%, pero aspiramos a llegar al 30% en dos o tres años”.
En cifras, en el caso de David Locco, esto se traduce en una facturación de medio millón de euros en 2018, de casi dos millones en 2019 y de, según las previsiones que manejan, unos seis millones a lo largo de este nuevo ejercicio. O ese es el objetivo a cumplir.
En su día a día, González no deja de moverse. Primero, manteniendo reuniones con los diferentes departamentos del equipo, como el de diseño o el de I+D; después, hablando con clientes y con potenciales socios. En unos días, por ejemplo, recibirá a varios empresarios de Emiratos Árabes Unidos, donde la firma aspira a llegar el año que viene, junto a China y Corea del Sur. Ahora, además de España, están desembarcando en Francia, Reino Unido y Alemania. Recientemente, la compañía ha llegado a un acuerdo con El Corte Inglés para instalarse en todos sus centros. En el maletín que siempre le acompaña, González lleva su portátil, así como cuadernos y otros papeles de la empresa, lo único que necesita para trabajar donde y cuando quiera, aunque si está en Madrid suele decantarse por espacios como Around o Club Alma.
González está convencido del potencial de este negocio. Por un lado, porque la extracción diamantera tiene los años contados. Pero también porque este proceso se nota en el precio: “La diferencia entre un diamante extraído de la tierra y otro de laboratorio, con el mismo tamaño, brillo y quilates, es de un 40% en el precio”. También es consciente de que este negocio no es del total agrado de las empresas y joyerías tradicionales: “Nosotros, como el resto de firmas de diamantes ecológicos, somos incómodos para Tiffany o Cartier”. Sin embargo, desarrolla, todo es cuestión de tiempo, y hace un símil entre estas creaciones y los coches híbridos o las prendas de piel sintética. “La sociedad avanza creando buenos productos con menos impacto ecológico”.