_
_
_
_
_

Liberada de la portavocía, toca derogar la Lomce

Conserva las competencias en Educación para impulsar las reformas que se quedaron en tierra de nadie en la pasada legislatura

Pablo Sempere

Afronta su segunda legislatura al frente de Educación y Formación Profesional (FP), la hermana pequeña que siempre pasa inadvertida en esta cartera. Pero esta vez, Isabel Celaá (Bilbao, 1949) tendrá dedicación exclusiva. Liberada de la portavocía del Gobierno, podrá volcarse para que vea la luz el proyecto que meses atrás quedó en el aire: la derogación de la Lomce y la aprobación de la Lomloe. No será fácil. Aparentemente descartados los apoyos de las dos derechas y de la extrema derecha, tendrá que recurrir a nacionalistas vascos y catalanes, reacios a entrar en todas estas reformas. El pacto nacional por la educación, por ello, casi ni se contempla.

Celaá, licenciada en Filosofía, Filología Inglesa y Derecho, acumula una dilatada experiencia en la administración educativa, habiendo sido, entre otros cargos, consejera en el Gobierno vasco entre 2009 y 2012, con Patxi López como lehendakari. A su trayectoria se le añade tener parte del camino ya recorrido. Uno de los últimos actos que realizó el anterior Gobierno antes de convocar las últimas elecciones fue aprobar en el Consejo de Ministros su reforma educativa. Se hizo pocas horas antes de disolver las Cortes, por lo que la propuesta, de fuerte carga simbólica más que efectiva, ni siquiera llegó a debatirse en la cámara. Esta vez, sin que la portavocía del Gobierno haga sombra sobre la cartera educativa, Celaá podrá centrarse en sus planes.

Actualizar e impulsar la FP, el título que más demandan hoy los empleadores -por encima incluso de los títulos universitarios-, así como incrementar los recursos públicos destinados a becas y educación, son otros de los grandes retos. La inversión en educación, según el acuerdo de gobernabilidad firmado a finales de 2019 por PSOE y Unidas Podemos, debería llegar al 5% del PIB en un lustro.

Otros de los desafíos de la Ministra serán asegurar la universalización del acceso a la Educación Infantil entre los 0 y los 3 años a través de una red pública, y por tanto gratuita, en condiciones de equidad. Esta es una de las promesas estrella en materia educativa, muy ligada al impulso que el Gobierno ha prometido dar a la conciliación personal y familiar. En línea, tampoco será fácil asegurar la gratuidad real y efectiva de la educación obligatoria, metiendo mano en los libros de texto, el material escolar o el comedor.

También deberá lidiar con los opositores naturales de otras de las reformas planteadas por PSOE y UP en su acuerdo de gobernabilidad. Una de ellas pasa por hacer de carácter voluntario la asignatura de religión, sin que haya una asignatura alternativa y sin que la nota sea computable a efectos académicos, lo que en la práctica significa que la elección de esta materia queda reducida al deseo real del alumno, y no a una alternativa ante otras asignaturas. Potenciar la educación afectivo-sexual dentro del sistema educativo, con un enfoque de "derechos, igualdad y libertad", será otra de las grandes batallas del nuevo ministerio.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

Archivado En

_
_