Una regulación estable y sensata para el sector inmobiliario
Es importante resistir la vieja tentación de ofrecer soluciones populistas que no benefician ni a la economía ni al mercado.
La progresiva recuperación del mercado inmobiliario español tras el brutal hundimiento que vivió durante los años de la crisis ha atraído el interés de numerosos inversores a lo largo de los últimos años y generado nuevas oportunidades de negocio. Desde 2014, el sector ha crecido a buen ritmo, aunque sin caer en los excesos que socavaron sus cimientos en el pasado y propiciaron su estrepitoso derrumbe. Los activos terciarios –desde oficinas a centros comerciales, hoteles y logística– han focalizado buena parte de esa recuperación, especialmente a través del desarrollo de nuevos instrumentos de inversión, como las socimis, y de la firme apuesta realizada por sólidos inversores internacionales. Alimentado por una economía que en los últimos años ha crecido a un ritmo superior al del resto de Europa, el negocio inmobiliario en España ha recuperado buena parte del terreno que perdió y se ha afianzado como un mercado racional, capaz de ofrecer una gestión profesionalizada y proporcionar rentabilidades interesantes.
Como todo sector que ha dejado atrás la parte más alta de su ciclo de crecimiento y avanza hacia su madurez, las previsiones para los próximos años son moderadas. La desaceleración de la actividad económica jugará un papel crucial en ese proceso, como lo jugaron también en su momento las altas tasas de crecimiento, la recuperación del consumo y de la inversión y la fuerte creación de empleo. A todo ello hay que sumar la incertidumbre que generan algunas de las propuestas regulatorias realizadas por el futuro Gobierno PSOE-Unidas Podemos que afectan de forma específica al sector, como la reforma de la fiscalidad de las socimis o el establecimiento de topes para los precios de alquiler. En el primer caso, una fiscalidad menos ventajosa restará atractivo a un tipo de sociedades de inversión que existen en toda Europa y que operan en la mayor parte de los países bajo un marco tributario similar. Tampoco parece acertado el intervencionismo de los precios en el mercado de alquiler, una medida que puede reducir la oferta y acabar produciendo el encarecimiento de las rentas que se quiere evitar.
Desde la industria inmobiliaria se reclama un marco regulatorio estable que ponga por delante el desarrollo del sector, que en los últimos años ha colaborado de forma importante en la recuperación de la economía española, y resista la vieja tentación de las soluciones populistas que no benefician ni a la economía ni a la actividad.