Greta gripará los motores de las aerolíneas de bajo coste europeas
En 2019, su movimiento en contra de volar contribuyó a que los pasajeros en los aeropuertos suecos disminuyesen un 4%
El nuevo acuerdo verde de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pone al sector aéreo en el punto de mira. Su munición más evidente es eliminar las ventajas que obtienen las compañías en los impuestos sobre el carburante y los créditos de emisiones. Sin embargo, Greta Thunberg constituye una amenaza mayor.
Las aerolíneas representan actualmente menos del 3% de la producción de CO2 mundial, pero la proporción aumentará a medida que aumente el tráfico aéreo y que las centrales eléctricas y los coches se pasen a las energías renovables. Todavía faltan años, o posiblemente décadas, para que haya alternativas ecológicas funcionales. Hasta entonces, las compañías solo pueden defenderse de los reguladores y de las activistas suecas adolescentes con las compensaciones por las emisiones de carbono, básicamente pagando para realizar proyectos como plantar árboles para absorber el CO2.
La promesa de Easyjet de desembolsar unos 29,5 millones de euros en compensaciones anuales es un buen ejemplo. Pero es poco probable que eso disuada a Von der Leyen. Su respuesta más fácil sería obligar a las aerolíneas a pagar un impuesto sobre el combustible. Suponiendo que los reguladores utilizasen el actual gravamen comercial, eso significaría aproximadamente una subida del 5%. Otra opción sería suprimir los créditos gratuitos que reciben las aerolíneas para el régimen de comercio de carbono europeo. Para Ryanair, eso supondría 114 millones de euros, el 12% del beneficio de explotación previsto para 2020.
Y luego está Greta. En 2019, su movimiento en contra de volar contribuyó a que los pasajeros en los aeropuertos suecos disminuyesen un 4%. Si aplicamos eso a toda Europa, las compañías aéreas tienen un gran problema. Suponiendo que se fije un impuesto sobre el combustible del 5% y que se eliminen los créditos de carbono gratuitos, el beneficio de explotación de Easyjet para 2020, calculado en 580 millones de euros, descendería hasta los 465 millones. Pero si sumamos la disminución de pasajeros del 4% provocada por Greta, caería en picado hasta los 150 millones de euros. Y el de Ryanair se reduciría más de la mitad, hasta los 437 millones de euros.
Y estas dos compañías son la punta del iceberg. Si extrapolamos su caída al resto del sector, las pérdidas serían de casi 3.000 millones. Según el múltiplo de 16 veces previsto para Ryanair en 2020, se evaporarían 48.000 millones de su valor de mercado. Puede que no se produzca esa tormenta perfecta, pero el sector parece cada vez más expuesto.