La exageración estética de Christian Lacroix en cuatro suites
El diseñador francés luce sus atrevidos estampados en The Mandeville Hotel, en el barrio londinense de Marylebone
El nombre de Christian Lacroix es sinónimo de exageración, desinhibición, diversión, volúmenes y alegría. A pesar de que oficialmente se retiró en 2009, el diseñador francés realiza alguna colaboración con otros colegas, como Dries van Noten, parte de su legado estético, a base de llamativos estampados en tejidos y papeles pintados, se encuentra en la quinta planta del hotel The Mandeville, perteneciente a la cadena Preferred Hotels. Ubicado en una de las típicas casas adosadas de la aristocracia británica del siglo XIX y que, previamente a su transformación en alojamiento, había sido el hogar del músico Paolo Tosti, se encuentra en el acogedor barrio de Marylebone, a dos pasos del cogollo comercial de Oxford Street y Regent Street, y rodeado de calles salpicadas de restaurantes, galerías de arte y pequeños comercios.
Evocar la esencia de la decadente Riviera francesa es lo que persigue Lacroix en la suite bautizada como Midnight Blue, donde mezcla colores y telas para recrear sensaciones que recuerdan a los frescos que Le Corbusier pintó para la villa de su amiga Eileen Gray, en la localidad francesa de Roquebrune-Cap-Martin.
También exhibe un toque de humor en The Jewel Box, espacio en el que combina colores caprichosos y diseños de joyas, un guiño a las alhajas robadas por Grace Kelly, una de las musas de Alfred Hitchcock, protagonista de Atrapa a un ladrón. Una de las habitaciones más discretas, aireada y romántica, es la Classic Lacroix, a rayas blancas y negras, que refleja la educación del diseñador en su ciudad natal de Arles, combinando las culturas francesa y española.
En otra de las estancias, llamada Jardin Exotique, se inspira en el Jardín Botánico de Mónaco, donde recrea un ambiente tropical, exuberante y lujoso diseñada con palmeras y coloridas telas hechas a mano, decoración que se acentúa con muebles y lámparas con forma de piña, firmadas por el diseñador Julian Chichester. En todas las suites hay un área de descanso. Cada una de las habitaciones ofrece una atmósfera diferente, que traslada al viajero a lugares de ensueño, de la mano de uno de los diseñadores que revolucionó, aportó creatividad y un estilo propio a la alta costura francesa.
Las cuatro suites de Lacroix, con un precio por noche de a partir de 350 euros, forman parte de la renovación iniciada por el interiorista Stephen Ryan, que ha transformado el inmueble y reducido el número de habitaciones, pasando de 166 a las 142 con las que cuenta actualmente, siendo una de ellas un apartamento con una terraza con vistas a los tejados de este barrio londinense.
Además, tiene abierto al público el restaurante Reform Social and Grill, que se ha convertido en uno de los lugares de moda del barrio, con diferentes ofertas a lo largo del día, desde desayunar unos huevos Benedictine, disfrutar de un almuerzo o de una cena íntima, tomar un cóctel o un tentempié a media tarde. Un oasis dentro de la animada capital británica.