El futuro se construye desde hoy
Urgen reformas estructurales, entre otras, en el modelo industrial y energético, la innovación, las infraestructuras y el medioambiente
Nada más anunciarse la convocatoria de elecciones, apuntaba en estas mismas páginas algunos aspectos sobre los que, a mi entender, habría que actuar de forma perentoria para crear riqueza de forma inclusiva, blindarnos ante posibles riesgos y no descarrilar de la senda de desarrollo. En ese artículo me permitía señalar algunos campos susceptibles de reformas estructurales, entre ellas las relativas al mercado de trabajo, educación, fiscalidad, vivienda, modelo industrial y energético, infraestructuras, innovación, medioambiente, financiación autonómica y, sobre todo, pensiones.
Pues bien, poco más de un mes después sigo suscribiendo lo que dije, aunque con un importante matiz, y es que el contexto en el que hice estas reflexiones ha sufrido alguna modificación. Como acaban de confirmar desde Bruselas, Europa ha entrado en una dinámica de crecimiento muy laxo, del que España, pese a avanzar con más brío que la media, no se queda al margen. En nuestro caso, a la incertidumbre económica del entorno internacional hay que sumarle, además, la política, que está impidiendo que se pongan cortafuegos ante los riesgos que se presentan.
Los Gobiernos que marcan la diferencia son quienes lideran los cambios, y no cabe duda de que estamos viviendo un momento de transformación de paradigma, en el que nuestro país tiene condiciones para convertir los retos en oportunidades, muchos de los cuales giran alrededor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De estos objetivos, fundamentalmente hay dos que están centrando todos los foros de debate: la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático, por un lado, y la reducción de la desigualdad, por otro.
Con respecto al primero –de plena actualidad por la celebración de la Cumbre del Clima–, es mucho más lo que se dice que lo que se hace, como pone de manifiesto el hecho de que solo el 20% de los 195 países que firmaron el Acuerdo de París estén en vías de cumplir lo pactado con respecto a la reducción de emisiones. ¿Y cómo podría actuar nuestro país en este terreno para que no quede todo en una mera declaración de intenciones? Quizá afrontando desde ya una reforma fiscal verde, tal como vienen demandándonos distintos organismos nacionales e internacionales.
En cuanto a la reducción de la desigualdad, nos hallamos ante un debate en el que los economistas llevamos tiempo participando y en el que no cabe la frivolidad si tenemos en cuenta que España es uno de los países de la UE con mayor ratio de trabajadores pobres.
Es un hecho que la globalización y la digitalización está provocando una reducción y precarización de empleos medios. De ahí que la mejora de la formación se configure hoy en día como un elemento estratégico para la creación de empleos de calidad que nos permitan competir en el mundo en el que vivimos.
Otra cuestión capital a la hora de hablar de desigualdad son los servicios sociales. Cuestiones como el envejecimiento de la población han provocado que las demandas sociales sean cada vez mayores mientras que los recursos continúan siendo limitados. Por eso, analizar cómo se prestan estos servicios es tan importante como definirlos, si no queremos que muchos de ellos se queden en el camino. La lucha contra el cambio climático y frenar el aumento de las desigualdades son temas que no pueden esperar y nuestro país debería estar a la vanguardia en su tratamiento. Ahora la pregunta es: ¿tendremos un Gobierno estable que nos permita abrir una nueva etapa en la que podamos construir el futuro?
Valentín Pich es Presidente del Consejo General de Economistas de España