Un horizonte nuboso para el turismo y la economía
Las previsiones de Aena para 2020 no son halagüeñas, como corresponde a una coyuntura de desaceleración y crecientes riesgos
Aena ha cerrado el tercer trimestre del año con unos resultados sólidos y unas cifras de negocio que siguen siendo saludables, pese a operar en un entorno nacional e internacional en el que se acumulan cada vez más riesgos. El gestor de los aeropuertos ha obtenido un beneficio de 1.114 millones de euros hasta septiembre, lo que supone una mejora del 9,4% respecto al mismo período del año anterior. La compañía ha terminado el tercer cuarto del ejercicio con un alza de más del 6% en los ingresos y del 5% en el ebidta. Solo en lo que va de año, Aena ha gestionado casi 214 millones de pasajeros, un 4,8% más, frente al 3,7% que la compañía maneja para todo el ejercicio 2019.
Pese a que la radiografía que dibujan estos datos refleja la buena evolución que ha seguido el gestor aeroportuario en los últimos años, fruto de una estrategia bien planificada, las previsiones para 2020 no son halagüeñas, como corresponde a una coyuntura de enfriamiento económico y de crecientes riesgos sociopolíticos. Aunque el volumen de pasajeros seguirá aumentando el año que viene, lo hará a un ritmo sustancialmente menor que durante 2019, solo un 1,1% más, lo que se traducirá en una cifra de 278 millones. Se trata de un discreto incremento que contrasta con los obtenidos por la compañía desde el final de la crisis económica, unos años en los que el crecimiento del número de viajeros ha sido constante y vigoroso, alimentado por las buenas perspectivas de actividad y por un entorno sociopolítico de mayor estabilidad que el actual, además de factores coyunturales, como el trasvase de turistas desde las plazas del norte de África hasta las costas españolas.
Aena ha sido prudente a la hora de realizar estas previsiones, en las que ha tenido en cuenta el efecto negativo que dejarán tras de sí tsunamis como la quiebra de Thomas Cook –un serio revés que el gestor de aeropuertos se ha apresurado a suavizar con un plan estarégico que permita cubrir el vacío dejado por la empresa británica– conflictos como el Brexit, crisis como la vivida por Boeing y variables como el aumento del precio del combustible y la depreciación de la lira turca, entre otros factores. A ello hay que sumar la tormenta, sin duda perniciosa pero difícil todavía de cuantificar, generada por el conflicto que vive Cataluña y por la degradada imagen que la comunidad autónoma está dando al mundo. Todo ello constituye un reto para una Aena cada vez más diversificada, pero también un nuevo aviso del complejo horizonte económico que tenemos ante nosotros.