Una política de comisiones que se ajuste al entorno monetario
Las gestoras deben afrontar el reto de competir con políticas comerciales más agresivas y flexibles
La política de bajos tipos de interés del BCE ha estrechado considerablemente los márgenes de negocio del sector financiero y está obligando a modificar una política comercial en la que las comisiones ocupan un lugar destacado. En el caso de las gestoras de fondos, los recortes de tipos han complicado el cobro de ese gasto especialmente en los productos que invierten en renta fija, al comerse practicamente toda la rentabilidad, y ha llevado a algunas entidades a optar por eliminarlo cuando no se obtenga retorno. La entrada en vigor de las normas de transparencia de la directiva Mifid2, que obliga a detallar mucho más las partidas que se cargan al cliente, dificulta todavía más la tarea de cobrar en un entorno de bajísima rentabilidad.
En España, hasta el momento, solo dos gestoras han optado por implantar la medida y lo han hecho a través de dos estrategias: o bien devolviendo la comisión cuando el inversor ha permanecido durante un plazo determinado en el fondo sin lograr un retorno positivo o bien fijando una comisión cero de gestión y cobrando una de éxito cuando se obtenga rentabilidad positiva. En general, la horquilla de las comisiones de gestión en los fondos oscila entre el 0,3% de los más conservadores y el 2% de aquellos productos que invierten en renta variable.
La iniciativa de prescindir de esta fuente de ingresos hay que entenderla en un entorno de negocio en el que las comisiones han ido reduciéndose progresivamente, desde el 1% de media de 2015 hasta el 0,8% actual. Los ingresos de las gestoras por este concepto durante 2018 se redujeron un 6%, una caída que explica los movimientos de concentración corporativa que están llevándose a cabo en un sector en el que cada vez será más difícil mantenerse independiente.
Las gestoras deben afrontar el reto de competir con políticas comerciales agresivas y flexibles, en el que cada vez irán ganando más peso fórmulas como la gestión pasiva, cuyo coste es mucho menor, o asumir que el negocio avanza hacia un tablero con menos jugadores, aunque mucho más fuertes. Solo en los últimos dos años, se ha llevado a cabo una docena de operaciones corporativas y todo apunta a que el proceso continuará. En un mercado globalizado y en el que no existen barreras para la inversión, la transparencia, la eficiencia y la competitividad en costes será la clave ya no del éxito, sino también de la superviviencia.