El Ibex resiste a un mes de agosto plagado de sobresaltos con una caída del 1,76%
La Bolsa se despide viviendo su mejor semana desde junio
Contradiciendo la imagen de tranquilidad que cabe esperar de agosto, los mercados cierran hoy un mes pródigo en lo que a sobresaltos y disgustos se refiere. El Ibex, que llegó a caer por debajo del nivel en el que comenzó 2019 durante dos sesiones, ha conseguido salvar los muebles siguiendo la tendencia del resto de grandes índices y finalmente se deja un 1,76% en el mes. La clave para haber esquivado daños mayores ha sido la evolución de las últimas cinco jornadas. Gracias a ellas, el selectivo español ha vivido su mejor semana desde junio al remontar un 1,89% que lo ha llevado a los 8.812,9 puntos.
En la última sesión de agosto, el Ibex ha terminado con una subida del 0,21%. Meliá ha encabezado las ganancias con un repunte del 3,52%. Repsol cierra con un alza del 1,19% tras el plan de recompra de acciones anunciado ayer, y también suben con fuerza Indra (+3,24%) y Ence (+2,53%). En el lado opuesto, Acciona (-1,31%), Mapfre (-1,33%) y Mediaset (-1,57%) han sido los peores de hoy.
En el mes, Iberdrola ha sido la cotizada más beneficiada. Sus acciones se han revalorizado un 9,77% y con ello su capitalización ha rebasado con contundencia a la del Banco Santander, que fue además el peor valor de agosto al perder un 11,47%. La eléctrica es de esta forma la segunda empresa más grande del Ibex con 60.746 millones de euros de valor total, mientras que el banco presidido por Ana Botín queda en tercera posición con 55.853 millones. ArcelorMittal y Cie Automotive se dejan un 10,25% y el 10,30% respectivamente completando la parte baja del selectivo en agosto. Ferrovial (+8,29%) y Mediaset (+7,55%) acompañan a Iberdrola entre los mejores.
Entre los principales índices del Viejo Continente, el Mib italiano y el Cac francés son los que mejor han soportado las turbulencias y ceden un 0,35% y el 0,7% en agosto. El Stoxx 50 pierde el 1,16%, el Dax alemán un 2,05% y el FTSE británico un 5%.
Aunque otros muchos asuntos preocuparon a los inversores, la guerra comercial copó indudablemente el protagonismo en el mes. El uno de agosto Trump anunció la entrada en vigor de nuevos aranceles sobre China y con ello abrió una vez más la caja de Pandora. Como respuesta, Pekín dejó caer el tipo de cambio del yuan a mínimos de 2008 invocando al fantasma de la guerra de divisas y prometió venganza.
El 14 de agosto Trump ordenó aplazar la entrada en vigor de algunos de los nuevos aranceles, pero la medida no evitó que el 24 de agosto China cumpliera su palabra y devolviera el golpe estableciendo un nuevo repunte de tarifas a los productos estadounidenses. Ese mismo día, EE UU atacó de nuevo con más aranceles y la tensión entre las dos economías más grandes del mundo tocó un punto álgido a las puertas del G7. Tras la cumbre de Biarritz, China posibilitó que los mercados se recuperaran del duro mes que habían atravesado al prometer no tomar más represalias y al apostar por el diálogo con Washington.
Esta última distensión del conflicto ha servido de bálsamo, pero las heridas siguen abiertas: el uno de septiembre entran en vigor aranceles tanto por parte de EE UU como de China. Salvo cambio de parecer en el último, Trump fijará tarifas del 15% sobre productos chinos valorados en 112.000 millones de dólares mientras que China subirá la penalización del 5% al 10% para mercancías estadounidenses valoradas en 75.000 millones de dólares. Por su parte, el yuan ha perdido un 3,8% en el mes y un dólar vale 7,15 unidades.
Ante la tormenta comercial, los inversores buscaron refugio en la renta fija provocando con ello hechos otrora difíciles de imaginar en el mercado de deuda. El mejor ejemplo, la emisión de deuda a 30 años a cupón cero que protagonizó Alemania. En el mercado secundario, la rentabilidad de los bonos de diferentes países se ha hundido. El bono español a 10 años alcanzó en agosto mínimos históricos en el 0,035% y el alemán cayó por primera vez en la historia del -0,7%. La deuda española a 10 años acaba el mes en el 0,1% mientras que el bund queda en -0,71%.
A estos preocupantes síntomas, se le sumó otro que los inversores consideran como la señal de recesión económica inminente: la inversión de la curva de tipos de EE UU. La rentabilidad del bono a 10 años de Estados Unidos cayó por debajo de la de la deuda a dos años en tres ocasiones durante el mes. El bono a 10 años termina agosto ofreciendo un 1,508% frente al 1,518% de la deuda a dos años, por lo que la situación, no se ha revertido.
Además de influir en ella, el ruido del conflicto entre Pekín y Washington ha robado el protagonismo a la cada vez más patente desaceleración económica a nivel global. El PIB de Alemania en el segundo trimestre del año cayó un 0,1% y las previsiones apuntan a un nuevo descenso en el tercer trimestre que dejaría a la primera economía de Europa en recesión técnica. El Gobierno alemán dejó caer la posibilidad de adoptar estímulos fiscales, pero todavía no se conocen medidas concretas.
Los bancos centrales siguen con atención los indicadores de debilidad. Después de que la Fed bajara los tipos de interés del dólar por primera vez desde la crisis a finales de julio, Jerome Powell, el presidente de la Fed, dejó claro en el simposio de banqueros centrales de Jackson Hole que no cederá a las presiones de Trump. El presidente estadounidense quiere el tipo de interés en el 1% desde el 2% actual, y aunque Powell dejó abierta la puerta a futuros descensos si la situación lo requiriera, la cerró a que sean tan contundentes. Con todo, el mercado da por descontada una nueva rebaja en septiembre.
A todos los problemas ya mencionados, se le suma la inestabilidad política. En Italia el ultradederechista y euroescéptico líder de la Liga, Matteo Salvini, rompió su Gobierno de coalición en un intento de forzar elecciones. Su antiguo socio, el Movimiento Cinco Estrellas, y el Partido Democrático se disponen a llegar a un nuevo acuerdo para evitar los comicios. En Reino Unido, el Brexit duro parece más cerca que nunca después de que el primer ministro británico, Boris Johnson, consiguiera frenar la actividad del Parlamento dejando sin tiempo a los diputados para tratar de lograr una salida negociada el próximo 31 de octubre.
La inestabilidad también se ha reflejado en las materias primas. El oro, bien refugio por excelencia, acaba agosto con la onza en los 1.529,62 dólares, un 8,19% más que a inicios de mes. En el petróleo, el barril de Brent cae un 7,4% hasta 60,35 dólares por cada barril ante las perspectivas de frenazo en la actividad económica.