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Editoriales
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La confianza de los inversores en España puede ser más rentable

La posibilidad de que saque más partido del privilegiado entorno y además se blinde para el futuro no parece mala idea

Una política económica seria, predecible y que tenga la seguridad jurídica como primer mandamiento es un seguro de vida para un país. Donde mejor fertiliza la prosperidad es lejos de las ocurrencias que desprecian el rigor presupuestario, y también apartándose del gasto descontrolado de inspiración populista e ignorando a quien desprecia el rigor en las cuentas públicas. Todo esto, no por sabido suficientemente reconocido en la política, es el pan de cada día del Tesoro español. El resultado de ese rigor es que los inversores internacionales han colocado a España en un nivel de excelencia inédito, y a la deuda española a las puertas del muy selecto club de países que ganan dinero por recibir préstamos al mítico plazo de 10 años. El interés del bono a este vencimiento marcó un mínimo histórico de prácticamente cero en el mercado secundario la semana pasada, y todo indica que en las subastas de septiembre el Tesoro puede hacer negocio con estas emisiones.

El temor a la recesión, desatado con fuerza la pasada semana tras conocerse los pobres datos de crecimiento en la Unión Europea, presenta una cara positiva para economías, como la española, que mantienen la confianza de los inversores, un club con socios como Suiza, Alemania, Holanda o Austria. La novedad ahora está en la avidez por el papel soberano, que llega incluso a economías que en su día atendieron con dificultad a sus vencimientos. No es el caso español, pero aquí se da la paradoja de que con una muy elevada ratio de endeudamiento –prácticamente el PIB anual– se dispone de capacidad para seguir emitiendo deuda sin problema y con sobredemanda. Unas emisiones que, en este caso, no le costarían al erario sino que por el contrario le proporcionarían ingresos extra. Sería una forma de aprovechar eficazmente las extrañas condiciones que atraviesa en mercado.

Falta, eso sí, la decisión política. Porque la del mercado, con las reservas pertinentes, parece estar tomada. Sirva de prueba, también con las citadas reservas, que el Tesoro ya gana dinero desde abril de 2015 con las emisiones a más corto plazo. Veremos qué ocurre con el mítico bono a una década, pero lo cierto es que el tipo de interés medio real de las emisiones españolas en un mes fue negativo este julio por vez primera en la historia. Está por ver si el Tesoro dará un nuevo recorte a sus planes de emisión, como hizo en abril, para lo que cuenta con margen, y también si no hay sorpresas en la política del BCE, pero la posibilidad de que saque más partido del privilegiado entorno y además se blinde para el futuro no parece mala idea.

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