Los argentinos pierden la paciencia con Macri por la economía
La disciplina fiscal convencional es difícil de aceptar para la gente común
La llamada del populismo resuena en gran parte de la historia moderna de Argentina. El país latinoamericano podría encontrarse con una reedición en las elecciones de octubre. Alberto Fernández, el último candidato en liderar las fuerzas del peronismo, ganó fácilmente las votaciones primarias del domingo sobre el presidente Mauricio Macri. Sus políticas supuestamente favorables al mercado le han aportado muy pocos beneficios en casa.
Fernández –cuya compañera de ticket electoral como candidata a vicepresidenta es Cristina Fernández, la expresidenta– ganó las elecciones del fin de semana por un margen inesperadamente grande sobre Macri, obteniendo el 47,3% de los votos, 15 puntos más que su rival. Las elecciones primarias solo reducen el número de candidatos, pero sirven de guía para las elecciones presidenciales de octubre.
Macri asumió el cargo en diciembre de 2015 y se propuso revertir el gasto libre y el proteccionismo que caracterizó los ocho años de mandato de Cristina Fernández y los cuatro y medio anteriores de su difunto esposo Néstor Kirchner, el mentor de Alberto Fernández. En el camino, Macri logró emitir bonos a 100 años –un triunfo de la esperanza de los inversores sobre la experiencia de impagos en serie del país– y recaudar 44.000 millones de dólares hasta la fecha en ayuda del Fondo Monetario Internacional. Con ello se pretende respaldar sus esfuerzos de reforma al tiempo que protege a los ciudadanos más pobres de los efectos de la austeridad.
Esa última parte, sin embargo, sigue siendo una gran parte del problema de Macri. La disciplina fiscal convencional, que implica recortes a los subsidios, es difícil de aceptar para la gente común cuando la economía se está contrayendo, la inflación se situó en el 55% en el año hasta junio y el peso está cayendo. Las promesas de que el sufrimiento a corto plazo producirá ganancias a largo no convencen a los votantes durante mucho tiempo.
De hecho, suponiendo que el actual presidente complete su mandato, será el único no peronista en completar uno desde la restauración de la democracia en Argentina en 1983. No es de extrañar que los inversores internacionales teman un retorno al populismo de izquierdas, e hicieran caer el peso ayer por la mañana. La Bolsa de Buenos Aires llegó a caer un 20%, y los bonos también se vendieron masivamente.
Macri tampoco ganó sus últimas primarias, pero aún así logró asegurar la presidencia. Y el movimiento peronista ha perdurado durante décadas, en parte, tomando enfoques económicos diferentes en diferentes momentos, lo que hace que las políticas de Fernández y Fernández sean impredecibles, si son elegidos.
Lo que está quedando claro, sin embargo, es que Macri se está quedando sin tiempo para que los votantes perciban algún beneficio de su mandato de cuatro años y de la participación del FMI durante 14 meses.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías