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Ánima Kitchent, los padres adoptivos de Cleo y Cuquín

El estudio de animación se ha encargado de relanzar a la familia Telerín, entrañable creación de los hermanos Moro

Estudio de animación de Ánima Kitchent en Madrid.
Estudio de animación de Ánima Kitchent en Madrid.Manuel Casamayón (Cinco Días)

En Cleo y Cuquín, los dos protagonistas viven junto con sus cuatro hermanos en la casa que cualquier padre quisiera para sus hijos: amplia, luminosa, bien equipada (en la habitación de los niños –el único ambiente que se muestra en realidad– hay una tipi y hasta un tobogán).

Son también los niños ideales: cariñosos, ingeniosos, ordenados (en el suelo de tarima flotante no hay calcetines ni juguetes tirados). Por supuesto, esta familia perfecta no vive en un piso como el común de los españoles, sino en un chalé en medio del campo.

A sus padres nunca se les ve. Pero si alguien quisiera felicitarlos por tener una prole tan estupenda, tendría que buscarlos en el barrio de Prosperidad de Madrid, en el antiguo garaje de un edificio al que se llega subiendo una pequeña cuesta. Es allí, entre paredes de ladrillo caravista, donde Cleo, Cuquín, Maripí, Pelusín, Teté y Colitas cobran vida antes de saltar a YouTube, Netflix y los canales de 28 países donde se emiten sus aventuras.

Ánima Kitchent es el estudio responsable de esta versión renovada de la familia Telerín, un clásico de los sesenta con el que cada noche TVE invitaba a los niños a irse a la cama antes de abrir su programación adulta y que Televisa popularizó en México, donde la sintonía se transmitió hasta los noventa.

Los animadores dibujan y colorean directamente sobre unas tabletas del tamaño de un ordenador de sobremesa.
Los animadores dibujan y colorean directamente sobre unas tabletas del tamaño de un ordenador de sobremesa.Manuel Casamayón

La firma de animación fue fundada en Madrid en 2014 por un grupo de seis profesionales del sector, en sociedad con la mexicana Ánima Estudios, la productora más grande de América Latina y autora de películas como Don Gato y su pandilla. “Ellos tenían experiencia en largometrajes y querían desarrollar aquí series de televisión y licencias”, explica Ángel Molinero, CEO de Ánima Kitchent. El socio azteca tiene el 82,5% del capital y los españoles, el 17,5%.

La estrategia de la compañía es producir dibujos animados que puedan convertirse en marcas susceptibles de generar ingresos por merchandising. “Creamos contenidos audiovisuales que puedan estrenarse en la mayor cantidad posible de ventanas –plataformas tipo Netflix o Amazon Prime, YouTube, canales de señal abierta, de pago...– y luego firmamos licencias con fabricantes de juguetes, libros o material escolar”, señala.

El ejecutivo recalca que para que este modelo funcione bien, es preciso que el contenido sea bueno, ya que los niños “no querrán comprar mochilas de un personaje que no les gusta”.

Juguetes y mochilas de la serie Cleo y Cuquín.
Juguetes y mochilas de la serie Cleo y Cuquín.Manuel Casamayón (Cinco Días)

Al instituto con las Piny

Su primer proyecto llegó de manos de Famosa. La juguetera alicantina llevaba fabricando las muñecas Pinypon desde los años sesenta, pero necesitaba hacerlas conocidas a nivel internacional para poder exportarlas con éxito a nueve países. El grupo decidió que la forma más fácil de hacerlo era produciendo una serie de animación.

Ánima aceptó el reto y entre 2014 y 2016 desarrolló Piny: Instituto de Nueva York, una comedia preadolescente de 52 episodios de 11 minutos cada uno y dos videoclips sobre unas estudiantes de moda y diseño. La producción incluye 30 tutoriales para YouTube en los que alumnas del instituto, estas de carne y hueso, enseñan a las niñas manualidades, recetas de cocina y trucos de maquillaje.

La serie se transmite en toda América Latina a través de Cartoon Network y en España y Portugal a través de Disney Channel. En Reino Unido es el show más visto de Pop, canal infantil de Sony Pictures Television. “Hace tres meses hemos cerrado un acuerdo para estrenarlo en China”, destaca Molinero.

La cifra

11 millones de euros espera facturar la empresa al cierre de este año, un repunte del 57% frente a los 7 del ejercicio anterior.

El 40% de los ingresos del grupo proviene de la monetización de sus contenidos en YouTube y otro tanto de la venta de licencias para la fabricación de artículos derivados, como juguetes, cuentos o material escolar. El 20% restante procede de la venta de derechos de difusión a canales de televisión. En términos geográficos, el 90% de su facturación se genera en el exterior.

El legado de los Moro

Estaban finalizando la serie de Famosa cuando, en 2016, los herederos de los hermanos Santiago y José Luis Moro, pioneros de la animación en España, entonces ya fallecidos, les propusieron la coproducción de una nueva serie basada en los personajes creados por sus padres en 1964, la familia Telerín. El estudio aceptó el proyecto, al que se sumó Televisa.

El cambio más notorio para esta nueva versión fue el título, que prescindió del apellido para enfocarse en los dos extremos del elenco: Cleo, la mayor del grupo, que cumple el rol de madre, y Cuquín, el más pequeño, cuyas travesuras son siempre el detonante de las historias. “Por lo general, los programas que se centran en muchos personajes son muy difíciles de convertir en marca”, defiende.

Mattel, titular de los derechos de explotación de los juguetes, participó en el diseño de los personajes y ambientes, a fin de que los muñecos guarden coherencia con las imágenes que los niños ven en pantalla.

La serie consta ya de 78 episodios para televisión y más de 40 piezas exclusivas para YouTube, donde supera los 4,5 millones de suscriptores. “La producción es continua. Tenemos planificados 20 capítulos más y hemos lanzado un spin-off de Cuquín, dos episodios de cuatro minutos cada uno basados solo en este personaje, porque es el juguete de Mattel que más se vende”, señala.

Fotograma de Lea y Pop, su producción más reciente.
Fotograma de Lea y Pop, su producción más reciente.Ánima Kitchent

Debido a que una serie tarda en desarrollarse y generar ingresos, la facturación de los estudios de animación suele ser errática. En el caso de Ánima Kitchent, saltó de 5 millones de euros en 2016 a 14 en 2017, para luego bajar a 7 en 2018. Este año esperan subir a 11. Por eso, un indicador más confiable de la salud del negocio es la cartera de proyectos. “Tenemos 10 en desarrollo”, dice.

El más avanzado es Lea y Pop, una comedia musical sobre dos hermanos con mucho ritmo que han coproducido con la rumana MoraTV. El primero de los 52 episodios programados se estrenó en YouTube el 23 de julio pasado.

El siguiente será Brave bunnies, que preparan en sociedad con la ucraniana Glowberry y cuyo lanzamiento está previsto para finales de 2020.

Ángel Molinero, CEO de Anima Kitchent.
Ángel Molinero, CEO de Anima Kitchent.Manuel Casamayón

A Canarias en busca de incentivos fiscales

Hace tres años, Ánima Kitchent abrió una oficina en Las Palmas para aprovechar los incentivos fiscales que Canarias concede a la inversión extranjera en proyectos de animación. Así, los socios foráneos del estudio que producen en la isla se benefician de una deducción del 40%, el doble que la ofrecida por el Gobierno nacional.

Además, por haberse instalado en la Zona Especial Canaria, Ánima paga un tipo reducido de sociedades (4% frente al general del 25%).

Aun así, Ángel Molinero, CEO de la firma, echa de menos un plan nacional que unifique los criterios de las Administraciones, ya que “la Dirección General de Tributos creó los incentivos para promover la inversión en cultura, pero el ímpetu de la Agencia Tributaria dificulta que las deducciones se hagan efectivas”.

Hacienda, recuerda, estableció que para poder acogerse al beneficio, el inversor debe constituir una agrupación de interés económico. El problema, explica, es que la ley no es clara respecto a cómo deben ser estas sociedades, deficiencia que la Dirección General de Tributos ha ido corrigiendo a través de resoluciones vinculantes.

“A pesar de ello, inspectores de la Agencia Tributaria han sancionado a estructuras por no cumplir con nuevos requisitos o interpretaciones que no habían sido contempladas por la Dirección General de Tributos, creando inseguridad jurídica en los inversores e impidiendo a las productoras acceder a financiación externa”, critica.

En ese sentido, reclama más apoyo para “un sector que genera divisas y crea empleo cualificado con salarios muy superiores a la media”.

Hierro y ‘setup’

Entre Madrid y Las Palmas, donde abrió una oficina en julio de 2016, Ánima tiene 75 empleados. El CEO de la firma confiesa que los puestos más difíciles de cubrir son los de setup: los responsables de elaborar todo el sistema óseo de los personajes para que se muevan de manera anatómicamente coherente.

Por eso, la empresa colabora con el máster de animación organizado por el Cabildo de Gran Canaria y la Fundación Mapfre, que en cuatro ediciones, ha formado a 60 profesionales, de los cuales el estudio ha contratado a 21.

En hardware, el grupo gasta 460.000 euros anuales y en software, 100.000. El estudio cuenta con su propio render, un ordenador con tarjetas gráficas muy potentes que convierten las imágenes 3D en fotogramas. “Hay mucho hierro detrás”, apunta.

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