Ferrovial defiende el control de la 407 ETR ante su socio CPPIB y el rival OMERS
El argumento de la rivalidad es clave para reactivar el derecho de tanteo sobre el 10% puesto en venta por SNC
Llevan años de convivencia en el capital de la autopista 407 ETR de Toronto (Canadá), y han firmado importantes pactos, pero la relación entre Ferrovial y sus socios en la concesionaria se ha tensado con la puesta en venta del 10,01% de las acciones por parte de la firma canadiense de ingeniería SNC Lavalin, propietaria de un 16,77%.
Esta última ya ha dado por frustrado el acuerdo con el fondo de pensiones OMERS para el traspaso de la participación por 3.250 millones de dólares canadienses (2.160 millones de euros), después de que sus dos socios hayan ejercido el derecho de tanteo. Al fondo CPPIB (40% del capital) se le ha reconocido prioridad sobre OMERS para comprar, mientras Ferrovial (43,23% del capital) tiene una cita el 21 de junio ante la corte de arbitraje de Ontario en busca de que se tenga en cuenta su derecho preferente. Ese día, el grupo que preside Rafael del Pino presentará a OMERS como el más activo de los rivales en el mapamundi de las infraestructuras.
Y es que Ferrovial renunció en abril de 2002, según argumenta SNC Lavalin, a distintos derechos como es el de primera oferta en caso de desinversión del conglomerado canadiense. Una concesión que, en opinión del primer accionista de la autopista, queda en suspenso cuando el que compra es un contrincante directo.
OMERS ha entrado en los últimos años en el aeropuerto London City, la autopista Chicago Skyway o el puerto de Melbourne
Antes de su ofensiva sobre la que es considerada como una de las concesiones más rentables del mundo, OMERS cuenta con una división de infraestructuras con destacada presencia en Europa, América y Australia. Con activos por 97.000 millones de dólares canadienses bajo gestión, algunas de las últimas jugadas del fondo de los funcionarios de Ontario han sido la entrada en la autopista estadounidense Chicago Skyway (2015), la compra del aeropuerto británico London City Airport (2016), la inversión en el puerto de Melbourne (2016), también irrumpió en la operadora británica del ciclo del agua Thames Water (2017), y ha tomado un 22% de la gestora india de autopistas IndInfravit (2019). Todos ellas son infraestructuras o empresas de primera magnitud.
Ferrovial espera que estas posiciones de OMERS sean leídas por los árbitros como un hecho invalidante del acuerdo de 17 años atrás con SNC Lavalín. Y es que, el 10,01% de la 407 en juego es toda una llave de poder que merece el foco inversor ante la ambición de escalada de CPPIB.
La posibilidad de que este último logre hacerse con el paquete podría cambiar el juego de equilibrios: el fondo canadiense, titular de Intoll (operadora de autopistas dueña de un 30% de la 407 y que surge de una spin-off de Macquarie), conquistaría la posición de accionista de control. Ferrovial, por su parte, aspira a hacerse con un mínimo del 51,95% del paquete puesto en venta por SNC en función de su participación en la concesionaria. Esto supondría adquirir un 5,2% por 1.690 millones de dólares canadienses. Ferrovial ascendería al 48,4% del capital y CPPIB se quedaría en el 44,9%, de hacerse con el 4,9% del capital en el alero.
La española nombra seis de los 13 consejeros, incluido el presidente y consejero delegado
A día de hoy, el consejo de la 407 ETR tiene 13 sillones, de los que Ferrovial designa seis, CPPIB nombra a cinco y SNC cuenta con dos puestos. La española juega el rol de operadora de la infraestructura con su filial Cintra merced a un viejo pacto de accionistas, además de contar con potestad para poner al presidente y consejero delegado.
La reclamación de Ferrovial ha conseguido detener la desinversión de SNC Lavalin, quien confía en un arbitraje exprés para cerrar la transacción a finales de junio. OMERS, por su parte, espera la compensación de SNC con un 2,5% del precio de compraventa por la ruptura del compromiso previo. Esto es una penalización de unos 81 millones de dólares canadienses. Grandes cifras para una concesión que se ha convertido en una máquina de repartir millones en dividendos.