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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un campo de pruebas para la innovación financiera

Esta medida significa, básicamente, que las iniciativas podrán pasar de la teoría a la acción

CINCO DÍAS

Hace unas semanas supimos que el Consejo de Ministros aprobó el sandbox financiero, o caja de arena según su traducción literal. En este, bancos y fintech podrán probar productos y servicios innovadores bajo un marco normativo más flexible, pero con el estrecho control del supervisor. El Gobierno lo abordará a través de un anteproyecto de ley para la transformación digital del sistema financiero. Se trata de una norma reclamada por urgencia por parte de la industria, con tal de aprovechar al máximo las ventanas de oportunidad a la innovación que se abren en este sector.

Esta medida significa, básicamente, que los procesos de innovación podrán pasar de la teoría a la acción. Con el regulador tan cerca y participativo, se asegura de que las nuevas ideas y oportunidades desarrolladas para el ámbito financiero se traduzcan en verdaderos beneficios antes de llevar a cabo grandes inversiones de fondos. Así, que el regulador esté más cerca del mercado significa que se abren posibilidades de colaboración entre bancos y fintech, incluso a instancia de iniciativas propuestas por el mismo. Por lo menos, esta es la idea de dicha iniciativa legislativa, inspirada en el modelo de éxito del Reino Unido.

Sin embargo, este cajón de arena no solo debería tener la funcionalidad de poner en contacto a todos los actores del ámbito financiero. Otra de sus mejores cualidades es que también podrá funcionar como creador de datos, informes y estudios generando un know-how disponible tanto para el sector privado como para el sector público.

Si bien es cierto que las empresas pequeñas se verían más recompensadas al acceder a este sandbox, para los grandes bancos se convierte en una arena interesante, también. Si una idea de las que lance el propio regulador les encajara, serían los primeros en tener la capacidad de desarrollarla y testarla para explotarla con sus clientes. Para una pequeña fintech, por otro lado, ser aceptado en este banco de pruebas y tener algún proyecto que lo haya superado con nota significa una importante inyección de reputación de cara a su negocio.

Lo que sigue siendo claro es que los beneficios y ventajas de esta medida dependerán del buen uso de los actores financieros. En otros países, como en el Reino Unido, algunas experiencias han sido más satisfactorias que otras. Por ejemplo, el test del block­chain y las criptomonedas no se han traducido en un éxito generalizado –aunque sí en casos más localizados–, por el momento. Mientras que, de las pruebas de inteligencia artificial aplicada a la tecnología bancaria sí se han beneficiado multitud de stakeholders con el desarrollo y aplicación de servicios como el open banking: clientes, inversores, e incluso grandes bancos.

Ahora, y tras la tramitación de esta medida, faltará ver qué financieras serán las primeras en posicionarse y qué ideas surgen en este sandbox español para aprovechar al máximo las oportunidades de innovación del sector financiero.

Daniel Meere es ‘Managing director’ de Axis Corporate en Londres

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