¿Nuevo debate para cobrar por los depósitos?
La banca se plantea soluciones para compensar el retraso del BCE en subir los tipos de interés
Los resultados del primer trimestre del año de los principales bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) han sido atípicos. Todos, menos Bankinter, han experimentado caídas en menor o mayor medida como consecuencia, dicen, de las incertidumbres y volatilidad de los mercados. En conjunto, estas entidades financieras ganaron 4.145 millones de euros, un 12,35% menos que un año antes.
Pese a ello, aseguran que podrán finalizar el ejercicio con crecimiento de sus beneficios, aunque parece que para eso deberán hacer un esfuerzo mayor que el que tenían previsto o acudir a las recetas típicas para impulsar sus ganancias, como recorte de costes o subida de comisiones, e incluso reducción de las provisiones. La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de mantener los tipos de interés bajos, e incluso en negativo, hasta junio de 2020, como prevé la Asociación Española de Banca (AEB), ha trastocado los planes de toda la banca, pese a ello, insisten en que podrán aguantar el tirón hasta esa fecha, o por lo menos eso transmiten en público.
De momento, este año, 2019, vuelve a ser uno de los ejercicios con más recortes desde que acabó la crisis financiera. Santander se reúne hoy con los sindicatos, y les justificará por qué debe acometer un duro ajuste tras la integración de Banco Popular. Saldrán del grupo alrededor de 3.600 empleados, el grueso este año. A ellos se suman los más de 2.100 trabajadores de CaixaBank, los cerca de 2.000 de la fusión de Liberbank y Unicaja, más el goteo que puede llevarse a cabo en el resto de las entidades financieras, entre ellas, BBVA. Eso siempre que no se anuncie otro proceso de fusión.
A este recorte de plantilla hay que añadir el cierre de oficinas que, como mínimo, ascenderá este año a unas 1.500 (de ellas más de 1.000 corresponderán a Banco Santander), siempre y cuando no quieran todas finalizar sus ajustes en el presente ejercicio como causa de la aceleración de la digitalización de la banca tradicional.
La fuerte competencia que existe entre ellas, además de la que se produce con los neobancos y fintech, impide, de momento, que suban las comisiones más elementales.
Pero los bancos se guardan otra arma bajo su manga. Cobrar por los depósitos a las empresas. Ya desde el último trimestre de 2017, varias entidades financieras cobran a las firmas institucionales, como grandes fondos de inversión o aseguradoras o incluso a grandes empresas, un porcentaje por tener los depósitos en el banco. Esta tasa se justifica en el cobro del 0,40% que realiza el BCE a la banca por dejar aparcados sus depósitos en la institución que preside Mario Draghi.
En 2017 ya hubo un debate sobre esta tasa. El debate, más teórico que otra cosa, abarcó incluso la idea de cobrar a los particulares. Pero se descartó por completo.
Ahora, tras la decisión del BCE de alargar su política de mantener los tipos de interés bajo cero, los bancos han vuelto a plantearse, aunque sea nuevamente un debate, cobrar por los depósitos, pero solo a las empresas, lo mismo que han hecho con las firmas institucionales.
Un conocido banquero reconocía hace unas semanas: “Sí, se ha vuelto a plantear esta discusión. El objetivo ahora era si cobrar o no a las empresas, ese ha sido el centro del debate. Pero, de momento, solo se aplica al universo reducido de los grandes clientes institucionales, a los cuales el BCE también les cobraría si lo depositan allí. Pero si los bajos tipos de interés se eternizan, sí se podría hablar más en serio sobre este asunto a nivel sectorial y que se comience a ver como algo normal. Habrá que esperar un poco más y ver qué pasa, aunque si el BCE no cambia su política podríamos ver el cobro de alguna tasa a las empresas”.
Mientras, y fuera de este debate, los dos principales bancos de este país han iniciado una curiosa batalla para captar los 110.000 clientes pymes y autónomos que han dejado de interesar a ING en España, tras la clausura de este negocio por parte de la entidad holandesa.
Menos de una semana después de que ING anunciase a estos clientes que abandonaba esta actividad en España, Santander lanzó la semana pasada una agresiva campaña de marketing para reforzar su posición en pymes y autónomos ante los clientes de ING. “Ante la decisión de otra entidad de dar un paso a un lado y dejar de ofrecer sus servicios para negocios, en Santander damos un paso al frente ofreciéndoles todo nuestro apoyo”, reza un anuncio desplegado en los medios de comunicación.
Esta curiosa iniciativa ha sido segundada por BBVA. Este banco también ha desplegado anuncios en medios de comunicación. El banco azul asegura en su publicidad que “si eres autónomo, pyme o empresa. Si tienes varios bancos o de repente el tuyo ha decidido dejar de prestarte sus servicios. En BBVA queremos darte la bienvenida ofreciéndote soluciones financieras y digitales a la medida de tu negocio”.
Está visto. La competencia se ha endurecido pese a quedar menos entidades financieras. Captar clientes se ha vuelto un objetivo en el que no se escatiman medios. Estas son las consecuencias de los bajos tipos de interés.
El fruto de unos tipos tan bajos es la débil rentabilidad de los bancos, razón por la que los supervisores europeos insisten en que el sector inicie procesos de fusión transfronteriza. El viernes, el presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, Andrea Enria, llamó a los miembros de la UE a adoptar medidas para favorecer las fusiones bancarias en Europa.