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La crisis de Boeing vuela más allá de los 737 MAX

El daño a la reputación aumenta las posibilidades de un escrutinio regulatorio más estrecho a su nuevo jet 777X

Boeing 737 MAX 7, en la sede de Boeing, en Renton (Washington, EE UU).
Boeing 737 MAX 7, en la sede de Boeing, en Renton (Washington, EE UU).REUTERS

La crisis de Boeing vuela más allá de los 737 MAX. La acción ha perdido ya un 7% desde que la semana pasada el CEO, Dennis Muilenburg, redujera drásticamente la producción del avión, involucrado en dos accidentes mortales. El impacto inmediato en los resultados de Boeing no lo justifica por sí solo.

Muilenburg reveló que va a reducir en un 20% la producción del 737, en su mayoría de la versión MAX, durante los próximos meses. En ese tiempo pretende arreglar el software cuya “errónea activación” contribuyó a los accidentes.

Supongamos que los reguladores aprueban en junio tal arreglo y que Boeing pueda reanudar las entregas en julio. Para entonces, habrá aplazado casi 180 aviones, calculamos. Las aerolíneas pueden disfrutar de un descuento por la mitad del precio (120 millones de dólares en este caso) y desembolsar el 60% en la entrega, lo que implica un golpe a los ingresos de 6.000 millones este año, y de más de 800 millones en el beneficio, según los márgenes recientes. Para una acción que cotiza a 20 veces las ganancias futuras, eso podría justificar un golpe en la acción de 17.000 millones, mucho menos que el impacto sufrido desde la segunda tragedia (30.000 millones), por no hablar de la pérdida implícita de los 40.000 millones que podría haber ganado de haber seguido la línea del S&P 500.

Por cada mes extra de demora, se produciría un golpe adicional de 5.000 millones. No es difícil que pase: es probable que la Autoridad Federal de Aviación (FAA), criticada en el Congreso por haber cedido algunos controles de seguridad a la compañía, examine cualquier cambio a fondo antes de aprobarlo. Los reguladores de Europa y China no tienen por qué ser menos prudentes.

Además, el daño a la reputación aumenta las posibilidades de un escrutinio regulatorio más estrecho a su nuevo jet 777X, que podría retrasar el inicio previsto de las entregas el año próximo. Y la crisis ha silenciado por ahora la perspectiva de desarrollar un nuevo avión mediano. Los inversores tienen buenas razones para valorar la trayectoria de Boeing con más escepticismo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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