Pasión y talento, hasta siempre amigos
Tras casi siete años, dejo este país donde he encontrado unos profesionales que suelo calificar como “los alemanes del sur”
El próximo lunes 1 de abril no sonará mi despertador como lo ha hecho los últimos 37 años de mi vida. Comienza una nueva vida para mí después de dejar mi cargo como consejero delegado de Axa España durante casi siete años este fin de semana. Para ser sincero, nunca pensé que me jubilaría en España y mucho menos que lo hiciera tan feliz. Pero algo he aprendido, España es un país diferente.
Cuando en 2012 me propusieron tomar las riendas de Axa España resoplé. Ha sido un tónica en mi vida profesional que mi empresa me encargara misiones difíciles, retos empresariales por entorno o por situaciones financieras, y esta apuntaba a ser otra experiencia apasionante. Desde el otro lado de los Pirineos veíamos a España como un país al borde la intervención, con la troika preocupada a punto de aterrizar en Madrid, una tasa de desempleo del 30%, una economía en caída libre, inestabilidad sociopolítica y un sistema financiero cogido con alfileres… Y así, llegué a Madrid un día de otoño con muchas ganas y altas expectativas.
Y, ¿qué me encontré? Pasión y talento. Cuando mis colegas a nivel mundial me preguntaban, y me preguntan, cómo es trabajar con los españoles, me sale una expresión: “Son los alemanes del sur”. España ha demostrado en estos últimos años que cuenta con muchas ventajas competitivas como país para hacer frente a problemas económicos y sociales. Es un país con una mano de obra altamente cualificada (solo hay que ver la exportación de talento de científicos o directivos); competitivo en relación a otros países, con un entorno laboral flexible y dinámico y con un fuerte espíritu de crecimiento y superación.
Durante estos años he sentido en primera persona lo que es contar con una organización que lucha por ser mejor, por dar lo mejor de uno mismo, con un compromiso social y personal muy fuerte. Cuando en España el número de hogares con todos los miembros en paro superaba los 1,8 millones, el sistema funcionó; cuando la crisis atacó a las clases más desfavorecidas, la red social de las familias salió a su auxilio, y cuando el sistema financiero se tambaleaba, se protegió a los ahorradores.
España cuenta con industrias pioneras a nivel mundial, desde la gran banca, telefonía, constructoras, industrial del textil, que luchan en el día a día sin complejos con los gigantes americanos o asiáticos. Esto sin olvidarnos de que mientras “los grandes compiten en la escena internacional”, millones de autónomos y pymes se dedican a “cultivar” el producto interior.
El mercado español es perfecto para innovar, testar productos y servicios, un tamaño grande pero manejable y unos consumidores muy sensibles a nuevos productos. La sociedad española es de las más tecnologizadas del planeta, existen más líneas de móvil que ciudadanos, un campo precioso donde plantar la semilla de nuevos negocios. Asimismo, la posición y entendimiento de mercados como el latinoamericano sitúan al país como un eje estratégico donde es imprescindible estar.
Siendo aún más preciso, si reflexiono sobre el sector en el que he vivido toda mi vida profesional, los seguros, no puedo sentirme más orgulloso. El sector asegurador español está a la vanguardia del mundo financiero, con aspectos difícilmente repetibles como el Consorcio de Compensación de Seguros, ICEA, organizaciones sectoriales y profesionales de primer nivel, mediadores muchos de ellos competidores y sin embargo amigos. Los clientes, además, están en el centro de nuestra actividad desde los orígenes. Es un ejemplo de fortaleza (no me he cansado de repetir todos estos años que sí hay un banco malo y no una aseguradora mala); de estabilidad, de empleo (con una antigüedad media de casi 14 años) y de impacto en la sociedad (cada año arreglamos más de 4 millones de coches y aseguramos en salud a más de 8,5 millones de personas).
A veces, el día a día nos impide pararnos a reflexionar sobre lo que hemos conseguido entre todos los que vivimos y trabajamos en España. Ahora dejo mi puesto como máximo ejecutivo de Axa España con una economía del país que crece más del 2% y una tasa de desempleo en el 14%, pese a la incertidumbre política que vive el país.
Un gran camino recorrido y del que aún quedan “kilómetros” de éxito. Si me permiten desde aquí darles un consejo, solo les pediría que dejaran atrás los complejos. España es un país maravilloso, con gente con alta capacidad profesional, pero, sobre todo, con pasión y talento. Yo, por mi parte, solo puedo agradecer a todas las personas con las que he compartido los últimos años de mi vida profesional este tiempo. Nos vemos pronto.
Jean-Paul Rignault es Consejero Delegado de Axa España