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Al son de Trinidad

Músicos de todo tipo amenizan esquinas y locales La ciudad entera fiestea con cualquier clase de ritmo

Escalinata de la Casa de la Música, donde hay actuaciones en directo diarias.
Escalinata de la Casa de la Música, donde hay actuaciones en directo diarias.Inma Moscardó (Cinco Días)

En el corazón de Cuba, mimada por el Caribe, Trinidad, una de las ciudades más bellas y mejor conservadas de la época colonial española, vive al ritmo de la música. Un atractivo más para los turistas con ganas de fiestear tras visitar los lugares históricos y dejarse las suelas de los zapatos en el empedrado.

Todas las calles –adoquinadas, por supuesto– convergen en su bonita plaza Mayor. Alrededor de ella encontrará algunas joyas arquitectónicas del Barroco –iglesias, mansiones y palacios–, restauradas y pintadas de tonos pastel.

Si no fuera por los turistas –demasiados–, los coches americanos de los cincuenta, el bullicio y los locales que han proliferado con la apertura económica de la isla, tendría que pellizcarse para no creer que ha dado un salto en el tiempo.

La música está tan enraizada en la vida cotidiana de Trinidad que encontrará trovadores improvisados o profesionales amenizando cualquier esquina o local. Salsa, merengue, bolero, guaracha, danzón, chachachá, pero también sones afroamericanos, rock, reguetón o jazz.

Un mestizaje casi perfecto al ritmo de bongos, trompetas, maracas o guitarras que le contagiará. Déjese llevar y disfrute de los sitios más emblemáticos de la ciudad colonial.

Casa de la Música (antigua Cristo s/n)

Una larga escalinata a un lado de la plaza Mayor precede a una inmensa mansión española de 1700. Sus distintas estancias restauradas dan cobijo hoy a bares y espacios para exposiciones y eventos musicales. Casi al final de las escaleras hay un escenario –y una pequeña pista de baile– con música en vivo casi a todas horas –abre todos los días hasta las dos de la mañana–, ensayos o actuaciones improvisadas.

Durante el día, los turistas se sientan en los escalones de piedra para tomarse un descanso o un mojito y disfrutar de las impresionantes vistas; por la noche, el ambiente cambia totalmente –la entrada cuesta un CUC, la moneda turística, con un cambio paritario al dólar–. Con suerte podrá acomodarse en una mesa y disfrutar de los ritmos y bailes tradicionales cubanos. Si le sacan a la pista, no se pierda la experiencia.

Casa de la Trova (Hernández Echerri, 29)

Este edificio colonial de fachada azul cielo es una de las señas de identidad de Trinidad. Abrió sus puertas hace más de cuatro décadas como centro de trova, la singular música cubana que nació en el oriente de la isla en el siglo XIX, con la guitarra como protagonista y que popularizaran Rosendo Ruiz, Manuel Corona, Sindo Garay y Alberto Villalón, y luego, la nueva trova cubana encarnada por Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros cantautores.

La entrada para ver actuaciones en directo en torno a su coqueto patio también cuesta un CUC.

Palenque de los Congos Reales (Echerri con Jesús Menéndez)

A solo unos pasos de la plaza Mayor, es un gran patio al aire libre, para bailar y disfrutar de la salsa y del son –música tradicional al ritmo de bongos, marímbulas, güiros, maracas–. Entrada libre.

Si tiene tiempo y ganas puede tomar clases de baile o percusión impartidas por bailarines y profesores.

La Canchánchara (calle Real del Jigüe, 90)

Esta antigua casona del siglo XVIII, cuidadosamente restaurada, es famosa por la bebida que le da nombre y por su animada música en directo en torno al gran patio lleno de plantas y soportales y barandillas de madera. La canchánchara –aguardiente de caña, miel y limón– que bebían los mambises que luchaban contra los españoles ya no se sirve en jícaras –pocillos–, sino en vasija de barro. Entrada libre.

Rincón de la salsa (Rosario, 74)

Es el coqueto patio del restaurante plaza Mayor (menús unos 15 euros). Música cubana en vivo desde las nueve de la noche. Después un dj pincha ritmos bailables para amenizar la madrugada. 2 CUC entre semana y 3 los findes.

El Iberostar Grand Hotel Trinidad, una antigua mansión del siglo XVI.
El Iberostar Grand Hotel Trinidad, una antigua mansión del siglo XVI.

Dormir como un hacendado

La historia de Trinidad está ligada a la industria azucarera concentrada en el conocido Valle de los Ingenios, ambos Patrimonio de la Humanidad. Los ricos hacendados construyeron sus mansiones en esta metrópoli fundada en 1514.

En una de estas espléndidas casonas del siglo XVI, en el casco histórico, está el lujoso Iberostar Grand Hotel Trinidad. Un solo adultos con mucho encanto de apenas 40 habitaciones y suites, cuidadísimos detalles, excelente servicio y gastronomía y, cómo no, música en vivo.

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