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Así invierten los ricos: más liquidez para reducir las pérdidas

Los mayores vehículos de inversión para patrimonios altos perdieron valor en 2018

Un buen ejemplo son las sociedades de inversión de capital variable (sicavs), el vehículo financiero utilizado por muchos potentados españoles para gestionar sus inversiones financieras. Las ocho mayores sicavs por patrimonio (algunas con más de 1.100 millones de euros de activos gestionados), han registrado números rojos durante 2018. Empresarios de éxito como la familia del Pino o Alicia Koplowitz, o inversores avezados, como Ram Bhavnani, no han conseguido que sus inversiones financieras se revalorizaran el año pasado. Las condiciones eran especialmente difíciles porque prácticamente todos los activos financieros (deuda europea, Bolsa estadounidense, renta fija corporativa...) terminaron el ejercicio con rentabilidades negativas.

Pero aunque prácticamente todas las sicavs españolas cerraron el año en negativo, las diferencias entre unas y otras son notables. La de Antonio Hernández Calleja (fundador de la arrocera Ebro Foods), registró una depreciación del 16% el año pasado, mientras que otras apenas cayeron un 1%.

En un año nefasto para los mercados financieros, la sicav que mejor comportamiento registró fue Gesprisa, controlada por Alberto Palatchi (fundador de Pronovias). Este vehículo logró perder tan solo un 1,04%, gracias a una cuidada de selección de valores estadounidense. La firma invierte en las grandes tecnológicas (Apple, Microsoft, Google), pero también en el sector financiero (Bank of America, JP Morgan, Goldman Sachs, Visa), así como en un puñado de grandes empresas europeas (Shell, Nestlé, Airbus, LVMH...). Las apuestas que mejor le han funcionado ha sido Nestlé y una posición en bonos del Tesoro de Estados Unidos.

El valor del efectivo

Otras dos sicav que han registrado un desempeño superior a la media han sido Morinvest, de la empresaria Alicia Koplowitz, y Kalyani, en manos del inversor indio Ram Bhavnani. Las pérdidas de valor se limitaron al 1,86% y 2,33%, respectivamente. Esto se debió en gran medida a la apuesta que hicieron ambos por el efectivo. En momentos de inestabilidad muchos inversores no han dudado en aferrarse al dinero contante y sonante. Con un panorama tan sombrío como el que se dibujó el último trimestre del pasado ejercicio, los más precavidos hiceron uso del refrán más vale pájaro en mano que ciento volando. Incrementar con fuerza la liquidez a la espera de que surjan nuevas oportunidades se convirtió en una de las estrategias estrella del pasado año.

Este interés por el efectivo se vio acrecentado en los últimos tres meses del año. Kalyani diponía a cierre del primer semestre de un efectivo del 11%, el 30 de septiembre alcanzó el 24% y concluyó el año en el 38% de la cartera. El mismo camino siguió la cartera de Morinvest que pasó de disponer de un 9,4% de liquidez a finales de junio, a contar con un 17,85% en el tercer trimestre y finalizar el año en el 41,53%, por encima del resto de sicavs. El activo más perjudicado por esta preferencia por el efectivo es la renta variable. Por ejemplo, Morinvest redujo su apuesta por la Bolsa al 38,5% desde el 71% que mantenía en los primeros seis meses del año.

Estilos de inversión muy diversos

En el imaginario colectivo, los ricos tienen siempre un perfil muy similar: fríos, calculadores, muy bien informados, osados en sus inversiones... Sin embargo, al analizar el estilo de gestión de las ocho mayores sicavs se puede apreciar que hay una gran disparidad.

Así, mientras que Kalyani (de Ram Bhavnani) tiene una filosofía de gestión muy activa, que se ejecuta con compra directa de acciones y bonos de todo tipo de compañías, hay otras sicavs en las que subyace una mentalidad más pasiva, más proclive a subdelegar.

Este es el caso de Elitia, el vehículo utilizado por los hermanos Gallardo Ballart (fundadores de la farmaceútica Almirall). En lugar de hacer inversión directa, los gestores de la sicav han optado por contratar 17 fondos de inversión para jugar su estrategia de apostar por compañías estadounidenses y por el desarrollo de mercados emergentes. Al tener un gran patrimonio para invertir, la sicav puede acceder a esos fondos con comisiones más baratas que un inversor particular, con lo que los gastos soportados fueron de tan solo un 0,64%. La estrategia funcionó muy bien hasta mediados de 2018, pero acabó el ejercicio con unas pérdidas del 4,78%.

Un caso similar es el de la sicav de Sandra Ortega (hija de los fundadores de Inditex y una de sus máximas accionistas). El 78% de su sicav Soandres, con un patrimonio de 284 millones de euros, está invertida en 32 fondos internacionales. Se trata de vehículos que invierten en renta fija, fondos cotizados que replican la evolución del precio del oro o de los bonos del Tesoro estadounidense, fondos que invierten en Bolsa japonesa... Soandres también tiene una pequeña participación directa en renta fija (en emisiones de JP Morgan, Citigroup y Royal Bank of Canada).

Aunque prácticamente todas las sicavs españolas cerraron 2018 en números rojos, estos malos resultados no tienen que ver con el tipo de vehículo, sino con la estrategia de inversión. El mejor ejemplo es Smart Social Sicav, que surgió por un grupo de inversores amateurs que se conocían de las redes sociales y que terminó el ejercicio rentando un 15,2%. Su gestor, Antoni Fernández, apostó todo al rojo (compró derivados con los que ganaba dinero si caían las Bolsas) y reventó la banca.

Un vehículo cuestionado

La regulación de las sicavs lleva varios años en entredicho. Desde la irrupción de Podemos en el panorama político se puso el foco en estos vehículos de inversión. Para muchos tienen ventajas fiscales abusivas, aunque la mayoría de expertos coincide en que su regulación es similar, e incluso más rigurosa, que en cualquier otro país europeo.

Durante el corto mandato de Pedro Sánchez al frente del Gobierno se trató de impulsar nuevas reformas que afectaban a las sicav, sin llegar a materializarlas. La principal era limitar la posibilidad de que una familia controlara la mayoría de las acciones del vehículo. Además, se pretendía que la Agencia Tributaria tuviera más competencia para controlar este tipo de instituciones de inversión colectiva.

Las nuevas dudas sobre su regulación provocaron una nueva oleada de cierres. A finales del trecer trimestre de 2018 (últimos datos disponibles), había 2.734 sicavs, un 6% menos que un año antes.

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