¿Qué metal es rentable para fabricar baterías?
La construcción de vehículos eléctricos posibilita la inversión en otros materiales
El abandono de los combustibles fósiles necesitará de una nueva oferta energética, más renovable y sostenible. Uno de los sectores donde claramente se va ver esta necesidad es en la implantación del vehículo eléctrico. La incógnita clave sigue siendo su velocidad de integración, y este análisis será esencial, no tanto por la futura capacidad de los fabricantes de vehículos, que ahora sí apuestan por la producción de modelos para un futuro electrificado, como por la necesidad de proveer a los fabricantes de baterías de una cadena de suministro fiable que soporte los nuevos desarrollos tecnológicos. El tan esperado desarrollo del vehículo eléctrico pasa por mejorar la autonomía y velocidad de carga de sus baterías. Los avances científico-tecnológicos que tratan de resolver estas carencias serán los que determinen la química de las mismas, esto es, el tipo de baterías que emplearán estos vehículos en el futuro, y por tanto sus materias primas.
Si en lo que a metales y minerales se refiere, dividiéramos el vehículo eléctrico en dos bloques principales, éstos serían: los relacionados con la estructura del vehículo y el tren de potencia eléctrico, y aquellos necesarios para las baterías. Si además analizáramos su respuesta ante la fuerte demanda esperada, nos encontraríamos que el primer bloque goza de una cadena de suministro flexible, mientras que los componentes principales de las baterías necesitarán de un esfuerzo de adecuación en la industria proporcional a una demanda inusual.
Ante el menor riesgo en el suministro de los metales más habituales, los debates abiertos se centran ahora en los “nuevos” minerales o metales energéticos: litio, cobalto y grafito. Sin obviar la necesidad del cobre y de ciertos metales magnéticos para el funcionamiento del motor del vehículo eléctrico, la accesibilidad a un cobalto y un litio con elevados precios, de un grafito clave en la actual tecnología ecológica, así como del aluminio, el níquel y el manganeso, se tornan en necesidades básicas para las distintas configuraciones de las baterías.
El acceso a los minerales para proveer a la tecnología actual y de medio plazo, como es el caso del litio, no supone problemas de disponibilidad de reservas, pero sí existen dudas sobre las posibilidades de adecuación rápida ante la esperada explosión de la demanda. En cuanto al cobalto hay incertidumbre, y preocupación, ante las subidas de precios en el mercado por el incremento de la demanda y la falta de transparencia en la cadena de suministro con origen en la RDC. Todo ello propicia la búsqueda de alternativas tecnológicas que disminuyan, o bien eliminen su uso en las baterías. Y del grafito, que todavía nadie habla, pero que resulta muy necesario para las baterías ión-litio, no se vislumbran problemas de abastecimiento en el corto o medio plazo, pero no conviene olvidar que, aunque en declive, la presencia china alcanzó una producción del 65% en 2017.
Se dice del litio que, sin su existencia, habría que esperar a otro momento para plantearse la revolución del vehículo eléctrico, recordemos que el coche eléctrico se inventó en el siglo XIX, y que fue la autonomía de sus baterías la que condicionaría su desarrollo ante una gasolina
mucho más capaz. Su presencia en unas baterías de ión-litio de mayor densidad energética, su mayor eficiencia, la eliminación del efecto memoria y la ausencia de mantenimiento lo convierten en un material imprescindible para el progreso del vehículo eléctrico en el corto y medio plazo.
La tecnología y los desarrollos de todo tipo que conllevará el vehículo eléctrico abren enormes oportunidades de inversión. La necesidad de ciertos metales estratégicos que demandan las nuevas tecnologías, como el litio, es un ejemplo claro. Este mineral de interés estratégico, al contrario de lo que ocurre con el cobalto, nunca se ha considerado un mineral de conflicto, ni se le relaciona con la violación de derechos humanos o agresiones a la naturaleza. Esta es otra manera de aprovechar las oportunidades de inversión de forma sostenible.
Pero en todo el mundo se están estudiando las oportunidades de inversión existentes, que impulsarán estos necesarios desarrollos tecnológicos. Existen ya fondos invirtiendo en ellas, como el fondo temático de materiales inteligentes de la firma suiza especializada en sostenibilidad RobecoSAM, que promueve el crecimiento con un menor consumo de recursos naturales a través de herramientas como la eficiencia.
Los analistas de este tipo de fondos estudian la importancia del mecanismo de sustitución y las posibilidades de desarrollo tecnológico, considerando no únicamente los recursos naturales, sino los nuevos materiales y las tecnologías de proceso. De esta manera buscan soluciones que afronten los desafíos actuales en el uso de los recursos naturales, como su posible escasez, condicionada principalmente por el fuerte crecimiento poblacional y de nivel de vida esperado en los países en desarrollo.
En consecuencia, se debería participar en estrategias positivas que inviertan, no tanto en el problema aprovechando el crecimiento de la escasez como amenaza, sino en unas soluciones que proporcionen una alternativa sostenible a la creciente demanda de recursos, para de esta forma colaborar a mantener el deseado crecimiento económico en un mundo de recursos finitos.
Javier García de Vinuesa / Luis de la Torre
Responsable de Wholesale & Global Financial Institutions de Robeco para US Offshore, Latinoamérica y EMEA / Consultor especializta de Robeco