El arte de la Revolución de Octubre llega a la Fundación Mapfre
Pintores como Chagall o Malévich conforman la muestra, abierta hasta el 5 de mayo
Los años previos a la Revolución de Octubre de 1917 estuvieron repletos de una convulsión política y un ajetreo ideológico que tuvieron su réplica en todos los campos de la sociedad. También en el arte. A principios del siglo XX, Rusia se consolidó como uno de los centros de la vanguardia, y es que de allí surgieron algunas de las propuestas más radicales y revolucionarias del arte y el diseño modernos. Para analizar su huella posterior, pero también su antesala, la Fundación Mapfre ha presentado este jueves la exposición De Chagall a Malévich: El arte en revolución. Abrirá sus puertas el próximo sábado 9 de febrero, y permanecerá en la sede de la entidad hasta el 5 de mayo.
"Presentamos todos los movimientos de vanguardia que hubo en Rusia entre 1905 y 1930, antes y después de la revolución. Y nos centramos sobre todo en el estatuto de la pintura", explica Nadia Arroyo, directora del área de cultura de la citada fundación. La muestra está compuesta por un total de 92 obras de 29 artistas, así como de 24 publicaciones que dibujan un amplio fresco de las vanguardias rusas, con referencia tanto a casos individuales como a colectivos influyentes, donde Chagall y Malévich se convierten en la referencia y en el contrapunto del recorrido.
Todos ellos, prosigue, son movimientos que nutren y acompañan al proceso revolucionario de 1917, aunque trascienden y se convierten en atemporales. En la muestra destaca, entre otros puntos, la presencia de la mujer. "Vemos que hay un buen número de mujeres artistas, que trabajan en las mismas condiciones que sus compañeros, de igual a igual, y cuyas aportaciones resultaron fundamentales, en una experiencia de feminización de las artes que tardaría en repetirse", añade Arroyo.
La exposición parte de los primeros años del siglo XX, cuando numerosos creadores rusos viajaron principalmente a Francia y Alemania, donde entraron en contacto con los movimientos culturales más avanzados e incluso integraron algunos de los grupos que articularon los primeros movimientos de ruptura con el arte del pasado. Estos artistas también pusieron su toque patrio, incorporando un bagaje propio, como los iconos ortodoxos o el interés por los temas rurales, que impactó en occidente. A esto se le añade el posterior papel del arte en el ambiente revolucionario de 1917, y el modo en que las propuestas culturales acompañaron, anunciaron e ilustraron el cambio de paradigma que llegó con el socialismo. La exposición concluye en 1930, "año en el que los artistas vieron reducida su capacidad creadora y de acción", señala Arroyo.
La exposición, prosigue Jean-Louis Prat, comisario de la muestra, tiene como figuras de referencia a Marc Chagall y Kazimir Malévich, en la medida en que representan dos polos en las innovaciones de la vanguardia pictórica. El primero, más poético y narrativo, abre el camino al surrealismo. El segundo, más radical, tiende a la abstracción geométrica. En medio, otros 27 artistas que trabajan la pintura y la escultura. Entre otros, Natalia Goncharova, Liubov Popova, El Lisitski o Vassily Kandisnky. El proyecto se nutre de generosos préstamos de instituciones como el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, la Galería Estatal Tretiakov de Moscú o el Museo Estatal de Nizhniy Novgorod, entre otros.