La inteligencia artificial completa la ‘Inacabada’ de Schubert
Huawei logra dar forma a la famosa sinfonía del músico austriaco, en un proyecto en el que ha participado el compositor Lucas Cantor
Se desconocen los motivos que empujaron a Franz Peter Schubert a dejar sin terminar su Sinfonía Número 8, comúnmente conocida como la Sinfonía inacabada. La obra, que empezó a componerse allá por 1822, quedó sin finalizar tras la muerte del compositor, y olvidada en los cajones de un familiar de uno de los mejores amigos del músico, tras pasar de unas manos a otras.
La Historia de la música ha especulado mucho sobre los motivos que llevaron a Schubert a no poner el punto final en esta partitura, una de las más misteriosas de la historia reciente. La versión más aceptada pasa por una causa de fuerza mayor, ya que, hasta abandonar el proyecto, el austriaco dejó dos movimientos perfectamente culminados y orquestados, algo que da a entender que su propósito sí que era terminarlo.
Sin embargo, esos dos movimientos, escritos del puño y letra de Schubert, han permitido casi 200 años después dar forma y un final a lo que el compositor empezó. Quien se ha atrevido a ello ha sido la empresa de telefonía china Huawei, gracias a la combinación de la inteligencia artificial y al saber hacer del compositor estadounidense Lucas Cantor, especializado en bandas sonoras y ganador de dos premios Emmy.
La Sinfonía inacabada, esta vez terminada, se presentó este lunes en el emblemático Cadogan Hall de Londres (Reino Unido). Allí, The English Session Orchesta, capitaneada por el director Julian Gallant, tocó por primera vez la pieza. Pero todo esto no ha sido fácil. Para llegar aquí, recordó Arne Herkelmann, director de dispositivos móviles de Huawei en Europa del Este, han sido necesarios más de seis meses de trabajo, en los que la herramienta de la organización tecnológica se ha nutrido de información primero, y ha aprendido a trabajar con ella después.
Todo se ha llevado a cabo mediante el uso de un modelo de inteligencia artificial que funciona gracias a la potencia de procesamiento de la NPU dual (Unidad de Procesamiento Neutral) del nuevo smartphone Huawei Mate 20 pro. Para ello, esta herramienta, funcionando específicamente para esta tarea y con mucha más potencia que la de un teléfono móvil al uso, ha bebido de la información que dejó Schubert. “Teníamos la suerte de contar con el timbre, tono, compás y armonía de los dos primeros movimientos. Lo que se ha hecho ha sido nutrir al algoritmo con estos datos, y después, enseñarle, extraer y seleccionar todo lo que nos daba”, prosiguió Cantor.
El trabajo, no obstante, no ha sido fácil de llevar a cabo. Para que la pieza fuese lo más exacta posible y siguiese los patrones del propio Schubert, el algoritmo tuvo que llenarse con mucha más información que la de los dos primeros movimientos de la sinfonía. Así, por ejemplo, fue necesario incluir aportaciones y estilos de otros compositores en los que Schubert se inspiró durante toda su carrera, como Hayden, Mozart, Beethoven o Anfonio Salieri. Con esta aportación extra, a la que se añaden también otras piezas del propio músico austriaco, la herramienta aprendió a pensar como Schubert y a saber discriminar otros estilos y formas de componer.
De esta última parte del proyecto es de la que se ha ocupado Cantor. “Mi función ha sido la de extraer las excelentes aportaciones de la inteligencia artificial y completar algunos aspectos para que la obra pudiese ser interpretada por una orquesta sinfónica. Ha habido que tener cuidado para que la herramienta no incluyese otro tipo de composiciones”, continuó. Cantor reconoció que este ha sido un trabajo fascinante que demuestra que la tecnología ofrece posibilidades increíbles también en el sector de la cultura.
No es la primera vez que el compositor se inmiscuye en asuntos de este tipo. También está trabajando en la composición de una pieza que se nutre de la información recolectada por otra herramienta y que recoge los sonidos que provoca el hielo de los polos al derretirse y caer al mar. “No hay que tenerle miedo a la tecnología ni a los algoritmos. La historia de la música está llena de obras que se han escrito en función de números y fórmulas matemáticas”, aseguró.