La gran banca española gana ahora un 20% menos que hace una década
En 2018 obtuvo un beneficio conjunto de 16.676 millones de euros
La gran banca ya no es lo que era. En su momento de plenitud (o mejor dicho, en plena burbuja inmobiliaria), los cinco mayores bancos españoles (Santander, BBVA, Banco Popular, La Caixa y Caja Madrid) obtuvieron un beneficio anual agregado de 21.129 millones de euros. Era 2008 y la colosal crisis financiera y económica que arrasó el sur de Europa en los siguientes años apenas se intuía.
Una década después la gran banca ha crecido (son seis, en lugar de cinco), pero sus resultados han menguado. Los seis mayores grupos bancarios españoles son ahora Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter. Hay que recordar que Bankia es la suma de Caja Madrid y otras seis cajas de ahorros, que Sabadell compro Caja Mediterráneo y el banco británico TSB, que los dos gigantes también han hecho operaciones corporativas. Aún así, su beneficio agregado en 2018 fue de 16.676 millones de euros. Se trata de una cifra un 21% inferior a la registrada hace una década, aunque mejora en un 22,4% a la obtenida en 2017.
Los bancos que cotizan en el Ibex 35 incrementaron sus beneficios de forma generalizada el año pasado -tan sólo Sabadell ha reducido sus ganancias en el año- con mención especial para las entidades más grandes del selectivo, que han elevado sus ganancias de forma significativa y a doble dígito a pesar de operar en un contexto de bajos tipos de interés.
BBVA ha sido el banco que más ha logrado incrementar sus ganancias, un 51,3%, hasta situar su beneficio en 5.324 millones de euros, impulsado por la recurrencia en los ingresos, el control de los gastos y la plusvalía por la venta de BBVA Chile.
Le sigue Bankia, que obtuvo unas ganancias atribuidas de 703 millones de euros en 2018, un 39,2% más respecto a un año antes, tras la incorporación de BMN. No obstante, en términos ordinarios, el beneficio de la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri se situó en 788 millones, un descenso del 3,4% respecto a los 816 millones ganados en el ejercicio anterior.
Esta diferencia se produce después de realizar una dotación extraordinaria de 85 millones después de impuestos por la venta de una cartera de activos improductivos a Lone Star de un tamaño de 3.070 millones en el momento del acuerdo. A cambio, esta operación permitirá ahorrar 200
millones de euros en los tres años posteriores a su cierre.
No obstante, ha sido Banco Santander la entidad que ha logrado un mayor beneficio, alcanzando los 7.810 millones de euros, una cifra un 18% superior a la de un año antes, impulsado sobre todo por Brasil y España, así como por las mejoras de la calidad crediticia, que compensaron "sobradamente" el impacto de la depreciación de algunas divisas frente
al euro, como el peso argentino.
Por su parte, CaixaBank ha obtenido en el ejercicio 2018 un beneficio atribuido de 1.985 millones de euros, lo que representa un aumento del 17,8% respecto a 2017, en el que ha destacado la mejora de todos los márgenes, la mayor aportación de BPI y la reducción de dotaciones.
De su lado, Bankinter ha visto crecer su beneficio durante 2018 en un 6,3%, hasta situarse en la cifra récord de 526,4 millones de euros. Entre las fortalezas puestas de manifiesto en estos resultados ha destacado la rentabilidad, con un ROE, o rentabilidad sobre el capital invertido, del 13,2%, que sigue situando a la entidad dirigida por María Dolores Dancausa "como el banco cotizado español más rentable".
Por contra, Banco Sabadell ha sido el único banco que ha sufrido una caída de sus ganancias. En concreto, la entidad presidida por Josep Oliu ha cerrado 2018 con un beneficio neto atribuido de 328,1 millones de euros, un 54,2% menos, tras completar la migración de la filial británica TSB y culminar la limpieza del balance.
Sin tener en cuenta el impacto de los costes extraordinarios asumidos, que cifra en 637,1 millones, el crecimiento del beneficio neto del Sabadell hubiera sido del 9,6% interanual, hasta situarse en los 783,3 millones de euros.
Problemas reputacionales
Dejando a un lado el lastre de los bajos tipos de interés y el contexto económico, los bancos todavía no recogen en sus 'libros' el potencial impacto que puede llegar a suponer el nuevo reglamento que determina que es la entidad el sujeto pasivo que debe asumir el impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados (AJD) o los problemas reputaciones acumulados durante los últimos meses.
De forma particular, Santander ha tenido que dar marcha atrás en el nombramiento del que iba a ser su nuevo consejero delegado, una decisión que el mundo financiero recibió con asombro. El banco presidido por Ana Botín anunció de forma precipitada el fichaje del italiano Andrea Orcel,
un banquero de inversión procedente de UBS, sin tener todos los lazos atados. Este hecho le llevó a tener que recular cuando supo la cuantía final que debía pagar al ejecutivo en concepto de bonus diferido.
De su lado, BBVA se encuentra inmerso en un 'lío' judicial y una investigación interna después de que saliera a la luz que su todavía presidente de honor, Francisco González, contrató los servicios de la firma del excomisario encarcelado Villarejo para desestabilizar un intento de asalto al poder de la entidad durante 2004 y 2005 por parte de directivos de Sacyr con apoyo del Gobierno socialista, años durante los que supuestamente se llevó a cabo un espionaje masivo a periodistas, empresarios y políticos.
Bankia continúa apurando los plazos en lo que respecta a su privatización, que debía completarse a finales de 2019 según la normativa. No obstante, el Gobierno, propietario de más del 60% a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), decidió ampliar el plazo por dos años más con la intención de encontrar unas mejores condiciones de mercado. En paralelo, tras varios años de instrucción, el pasado mes de noviembre se inició el mediático juicio de su salida a Bolsa, en la que hay más de 34 acusados, entre ellos Rodrigo Rato.
Sabadell, por su parte, sigue intentando recuperarse de los problemas ocasionados a raíz de la migración de la plataforma tecnológica de TSB, que además de miles de demandas se ha llevado por delante al que fuera consejero delegado de la filial británica y la necesidad de realizar importantes provisiones.
A finales del pasado mes de noviembre, Caixabank anunció el cierre de más de 800 oficinas, una reducción que se enmarca dentro de su plan estratégico para los próximos tres años y que ya ha confirmado que afectará a más de 2.150 personas. El banco acaba de iniciar la negociación del
Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con los sindicatos.
Este "nerviosismo" sí que se ha dejado notar sobre sus capitalizaciones bursátiles. El sector bancario ha visto en 2018 uno de sus peores años en Bolsa de forma generalizada, tanto en España como a nivel mundial.
Todos los bancos españoles se han dejado entre un 40% el que más (Sabadell) y un 12% el que menos (Bankinter) en el ejercicio recientemente cerrado, lo que implica en términos agregados más de 51.000 millones de euros perdidos en capitalización.