Los riesgos del monopolio en el control aéreo
Solo Enaire gestiona los servicios de tránsito aéreo de aeródromo en 21 aeropuertos españoles
La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) fue clara en su informe publicado el pasado 19 de noviembre: no existen motivos que justifiquen la paralización del proceso de liberalización iniciado hace ya 8 años. La reforma legal que en 2010 liberalizó los servicios de tránsito aéreo de aeródromo en 12 aeropuertos españoles ha conllevado una mejora demostrable de seguridad, una significativa reducción de costes y un aumento de la calidad de estos servicios, beneficiando con ello a los aeropuertos, aerolíneas y viajeros.
La “apertura parcial” del sector de la navegación aérea nacional en el año 2010 fue una decisión valiente y necesaria. Valiente porque introducir cambios en un colectivo poderoso y acomodado como había sido el del control de tránsito aéreo en nuestro país era todo un reto no exento de riesgos. Y necesaria porque España se situaba a la cola de Europa en todos los indicadores de coste-eficiencia. El propio preámbulo de la Ley 9/2010 es de lectura obligada para entender dicha necesidad. Las importantes deficiencias organizativas, la baja productividad, el coste-hora por controlador de tránsito aéreo y las tarifas a las aerolíneas más caras del continente ponían en claro riesgo la sostenibilidad del sistema y la consecución de los objetivos marcados por la Comisión Europea.
Tras ocho años de convivencia entre los operadores privados y el ente público, dependiente del Ministerio de Fomento (Enaire), y en vista de los resultados obtenidos, las torres liberalizadas han superado el examen con nota, mejorando todos los estándares con los que se mide la excelencia operativa en el control aéreo: seguridad, calidad y eficiencia (reducción del 50% del coste de prestación del servicio). El propio Ministerio de Fomento y la Comisión Europea recogen las importantes mejoras obtenidas por la liberalización en uno de los premios de Cielo Único Europeo otorgados en 2016.
El aumento del tráfico aéreo es otra circunstancia que no podemos obviar en un país como el nuestro, donde el turismo es uno de los principales motores de la economía nacional. Ante este horizonte ¿cómo no promover cambios que mejoren nuestra competitividad, adapten la industria a nuevas necesidades del mercado y nos permitan convertirnos en referente de gestión de tránsito aéreo?
Quizás encontremos la respuesta en los intereses de un colectivo beneficiado durante décadas por el monopolio del sector, cuyos sueldos superaban con creces los de cualquiera de sus homólogos europeos.
Una dualidad insostenible
El proceso de liberalización iniciado en 2010 se ha estancado y ello ha traído consigo una dualidad insostenible del mercado. Además de los servicios de ruta y aproximación, no incluidos en la Ley 9/2010, Enaire continúa gestionando en régimen monopolístico los servicios de tránsito aéreo de aeródromo en 21 aeropuertos españoles (70% del tráfico aéreo aeroportuario), los cuáles son susceptibles de abrirse al mercado competitivo. Esté desequilibrio es aún mayor cuando hablamos de las condiciones salariales de los controladores de tránsito aéreo (salario medio de 200 mil euros anuales en el sector público frente a los 50 mil euros anuales del sector liberalizado) o el mercado laboral (el sector liberalizado cuenta con menos del 10% de los profesionales).
No podemos olvidar que Enaire y el sindicato USCA acordaron en julio de 2018 la incorporación de más de 800 controladores de tránsito aéreo hasta 2025, asumiendo la renovación de una plantilla envejecida y el incremento de la misma en un 21%. Las últimas convocatorias de controladores publicadas por Enaire desde 2016 han atraído a profesionales del sector liberalizado generando una rotación anual por encima del 20% anual, algo que en el medio plazo es insostenible para el sector.
Tal como recomienda la CNMC, es necesario volver a activar el proceso de liberalización bajo la actual legislación existente. Esta es una solución sistémica que aporta claros beneficios a todos los agentes y usuarios. Solamente se requiere otra decisión valiente y absolutamente necesaria.
Si, a pesar de los esfuerzos, la situación se estanca y el desequilibrio se mantiene, se pondrán en riesgo los beneficios que un proceso ejemplar ha traído consigo y se desincentivará el desarrollo competitivo del mercado. Como consecuencia, España podría volver a la casilla de salida y a la cola de Europa con la vulnerabilidad que los monopolios entrañan.
Pablo Caballero es director general de FerroNATS