Los espacios flexibles en el trabajo han llegado para quedarse
Este mercado ha crecido un 30% en 2017, según un informe de JLL Nueva York cuenta con 900.000 metros cuadrados destinados a este propósito
Adiós definitivo a las oficinas tradicionales. Los nuevos modelos de negocio, que ya han transformado por completo el sistema laboral en buena parte del mundo, empiezan a hacer lo propio con los espacios de trabajo. El auge de las startups o la llamada gig economy, que desliga a los profesionales de las empresas y promueve los contratos temporales, son dos ejemplos que explican esta transformación. Así, empiezan a coger fuerza los conocidos espacios flexibles, que se alquilan en el corto plazo a profesionales y compañías que realizan tareas y proyectos muy concretos.
Estos lugares han aumentado con creces su volumen en el último año. A nivel mundial, en los 20 países en los que los nuevos modelos de trabajo están más que asentados, el mercado de espacios flexibles ha crecido un 30% en 2017, sumando cerca de un millón de metros cuadrados nuevos dedicados a este propósito. Así se extrae del informe Espacio flexible. Disrupción o distracción, elaborado por la consultora inmobiliaria JLL y presentado ayer en Madrid. Además, en los próximos cinco años, estos espacios representarán el 5% del stock mundial total de oficinas, lo que significa siete millones de m2 adicionales tan solo en Europa.
“El espacio flexible ha cambiado todo el panorama inmobiliario de oficinas y ayuda a retener y atraer el talento, además de ofrecer a los profesionales un servicio que se adapta mucho mejor a lo que buscan”, explicó Guzmán de Yarza, responsable de estrategia para lugares de trabajo de JLL para EMEA. “Ya podemos asegurar que no son una moda, y que seguirán creciendo”.
La tendencia, no obstante, sigue sin ser uniforme en todo el mundo, y tiene mucho más peso en ciertas zonas. Estados Unidos está indiscutiblemente a la cabeza: solo la ciudad de Nueva York cuenta con más de 900.000 m2 destinados a oficinas flexibles, seguida de Chicago, Los Ángeles y San Francisco. Londres, con 800.000 m2, es la única ciudad del resto del mundo que se le aproxima.
Ahora bien, al comparar el número de metros cuadrados con el total del stock de oficinas, la situación da un vuelco. En esta ocasión es Ámsterdam la que lidera la lista, con un 5,6% del espacio de trabajo destinado a la flexibilidad. En Europa le sigue Londres, con casi un 4%; Dublín, con casi un 2%, y Barcelona, con 1,8%. Madrid, en el sexto puesto, cuenta con un 1,2% de su espacio total dedicado a este propósito. “Hoy, solo Ámsterdam supera el 5% del stock, pero estimamos que en cinco años la mayoría de grandes ciudades, incluidas Madrid y Barcelona, alcanzará este porcentaje”, añadió Elsa Galindo, directora de investigación de la citada consultora.
De hecho, durante 2018 las dos localidades españolas han experimentado un crecimiento del 40% y del 35% respectivamente en la contratación de espacios flexibles respecto a 2017. “Si el año pasado su uso representaba un 6% y un 7% de la contratación total, en lo que llevamos de año ya estamos en un 12% y un 10% respectivamente, lo que significa 71.881 metros cuadrados”, prosiguió Galindo.
Tal y como recordó De Yarza al pensar en espacios flexibles, la gente suele evocar la oficina que parece o un Starbucks o el lobby de un hotel, “pero eso se queda únicamente en una anécdota. Los espacios flexibles son mucho más”. Así, continuó, hay desde modelos tradicionales, con la mayor parte del suelo dedicado a oficinas alquilables, a otros modelos híbridos, en los que la balanza tiende a equilibrarse. “También hemos visto nuevos actores, como grandes empresas que destinan parte de su espacio al alquiler, incluso para profesionales ajenos que nada tienen que ver con la matriz”.
Este tipo de oficinas, según arroja el informe de JLL, repercute de forma positiva en el compromiso de los trabajadores. Los profesionales puntúan con un 3,8 sobre 5 los espacios de coworking y con un 3,7 los centros de teletrabajo y las zonas para intereses comunes.
A este asunto también se refiere Carlos Carsten, director general de Vitra para España y Portugal, compañía que recientemente ha presentado en Colonia (Alemania) una serie de revoluciones que van a suponer un gran cambio en el mundo del trabajo. “Porque si algo está claro es que es el empleado el que hace que una empresa sea rentable”, señala el directivo, que dibuja varias escenas de oficina, en torno a un trabajo flexible. En una de ellas es el sofá el protagonista, “ya que la tendencia es crear ambientes hogareños, de manera que el empleado se sienta como en casa”.
En este nuevo modelo, la silla es otra de las grandes estrellas, al incorporarle cargadores por inducción. “Las empresas tienen que invertir en los empleados, de manera que estos se sientan cómodos en el puesto de trabajo, además que las oficinas cada vez tienen que ser más flexibles, con muebles y paredes con ruedas para generar diferentes ambientes en función de las necesidades de cada momento, de manera que con un coste mínimo se consiga una flexibilidad máxima”, explica Carsten, que cita como ejemplo de la nueva corriente que llega, sobre todo de los países más desarrollados, el distrito tecnológico de 22@ Barcelona.
Tampoco olvida, en este sentido, que los espacios públicos, como aeropuertos o zonas de espera, cada vez más se están convirtiendo en áreas de trabajo. “Pero también las oficinas tienen que incorporar espacios públicos, con el fin de captar al cliente de la calle para que conozca de primera mano los productos y que viva una experiencia, en forma de cibercafés u ofreciendo wifi gratuito”, añade el director de Vitra.