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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Responsabilidad y confianza ante una rebaja de las previsiones para el empleo

La mayor parte de los empleadores manejan un horizonte de crecimientos modestos para Navidad, lejos de las cifras de campañas anteriores

CINCO DÍAS

Los signos de desaceleración de la economía, que en los últimos meses se han hecho sentir en el turismo, las exportaciones o el consumo, están comenzando a ensombrecer también las previsiones laborales o, al menos, a complicar los análisis sobre la evolución del empleo en los próximos meses. La campaña de Navidad, que funciona tradicionalmente como un indicador adelantado del mercado laboral, ofrece este año unas perspectivas bastante más frías que las de los últimos ejercicios, en los que las contrataciones han batido récords. Las empresas de trabajo temporal aprecian ya signos de debilidad de cara a las fiestas y rebajas de diciembre. Aunque los análisis de una y otras difieren (Randstad mantiene previsiones optimistas, con un incremento interanual superior al 8%), la mayor parte de los empleadores manejan un horizonte de crecimientos modestos, lejos de las exuberantes cifras de campañas anteriores.

En un contexto de incipiente desaceleración, estas grises previsiones no pueden ser una sorpresa, pero sí deben ser un motivo para analizar con responsabilidad y lejos de condicionantes de aritmética electoral lo que la coyuntura actual exige para España, tanto en términos de política económica como de transmisión de confianza al mercado y las empresas. Los vigorosos crecimientos en el empleo que se han registrado en los últimos años, propios de un país que sale de una crisis, se explican por una política económica pragmática y un entorno monetario favorable, pero también por la reforma de una legislación laboral rígida y castrante para la creación de empleo. Revertir ese instrumento drásticamente en sus fundamentos o lanzar mensajes de alarma para los empleadores en un contexto en el que se multiplican las señales de debilidad económica no parece prudente. Por el contrario, es el momento de que Gobierno, agentes sociales y empresas trabajen con la vista puesta en prevenir en lo posible la tormenta.

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