Un sector exterior sólido que aguantará el tirón
Pese a la ligera desaceleración del primer semestre del año, la exportación sigue siendo un potente motor de alto potencial
Los recientes datos de exportación, que apuntan a una cierta ralentización del ritmo exportador de nuestra economía —hemos pasado de crecer un 9,1% entre enero y julio de 2017 a un 3,8% en los siete primeros meses de este año— no restan un ápice a la dimensión ejemplar de nuestro sector exterior en los últimos años, tanto si se compara con otros periodos históricos como si se enfrenta al comportamiento que han tenido otros países de nuestro entorno. Como corroboran los datos de la Agencia de Estadística Europea, Eurostat, el peso de las exportaciones españolas de bienes y servicios sobre el Producto Interior Bruto (PIB) ha aumentado en 11 puntos porcentuales en los últimos nueve años, pasando de un 22,7% en 2009 a un 34,3% en 2017, situándonos por delante de países como Francia, Reino Unido o Italia.
Además, este excelente desempeño, que se mantiene hasta hoy mismo, se ha erigido en el principal pilar de crecimiento de la economía durante la última década. De acuerdo con los datos de la Secretaría de Estado de Comercio, en este periodo las ventas españolas de bienes crecieron en un 64%, hasta colocarlas el pasado ejercicio en más de 400.000 millones de euros. A diferencia de otros países, estas cifras han permitido a España mantener su cuota de mercado en el comercio internacional.
Todo ello ha sido posible no solo por una mejora competitiva de nuestra economía respecto del exterior, sino por un incremento de las empresas que en los últimos años se han sumado a la actividad internacional, convencidas de que es la fórmula para vender más y blindarse contra el rigor de los ciclos económicos contractivos. De hecho, las 161.500 empresas exportadoras que existían en nuestro país a finales de 2017, suponen un crecimiento del 63% desde el inicio de la crisis, manteniéndose la misma tendencia en el primer semestre de 2018.
A pesar de tan buenos resultados, hay que decir que el potencial de mejora de nuestras empresas y nuestros flujos comerciales al exterior son todavía enormes. Solo hace falta comprobar que el PIB de España en comparación con el resto del mundo representa sólo un 1,55% y que las personas empadronadas en nuestro país suponen apenas el 0,6% de la población mundial. Es decir, fuera de nuestras fronteras existe un mercado potencial de más de 7.500 millones de clientes para las empresas españolas.
Afortunadamente, la oportunidad de crecimiento que supone para la empresa el comercio exterior y la internacionalización ya no es sólo una alternativa para las grandes empresas. La globalización se ha convertido en el auténtico acicate para hacer realidad la aspiración de crecimiento que late en toda empresa, y una de las herramientas que va a facilitar este tránsito hacia el comercio exterior son las tecnologías. Como pone de manifiesto la Fundación España Digital, las pymes que usan tecnología digitalizada exportan dos veces más y son diez veces más eficientes, por lo que la innovación y la digitalización se antojan factores esenciales para salir al exterior y constituyen un factor crítico de competitividad.
Entre las numerosas ventajas que tienen las empresas que salen al exterior, figura en primer lugar la oportunidad de vender más y mejorar los resultados, aparte de minimizar los riesgos relacionados con los mercados. Efectivamente, llevar los productos a otras partes del mundo implica un mejor aprovechamiento de las economías de escala y una mayor capacidad financiera, lo que permite a su vez a las empresas acometer mayores inversiones. Asimismo, aumenta la visibilidad internacional de la empresa y sus productos y mejora su rentabilidad, dado que la experiencia adquirida al desenvolverse en mercados altamente competitivos propicia una gestión más eficiente y mejora los niveles de productividad.
Hay que decir, además, para fortuna de las empresas, que las nuevas tecnologías se han convertido en este contexto en un fuerte aliado para el reto exterior. No sólo permiten una simplificación de los procesos, sino que aportan mayores garantías para afrontar los mercados exteriores con éxito y menor riesgo. Por ejemplo, herramientas digitales como los marketplaces se erigen como una ventana para que las empresas, sin tener que invertir en un primer momento en viajes de representación o la creación de delegaciones o infraestructuras en otros países, puedan darse a conocer al mundo entero e identificar a nuevos clientes y proveedores en el exterior. Y ello se suma además la posibilidad de contar con un soporte de asesoramiento y soluciones financieras a escala global.
En consecuencia, más allá de factores coyunturales que puedan modular el avance de nuestras exportaciones, creemos que nos encontramos ante un fenómeno estructural, sin marcha atrás, que no tiene parangón con ningún otro momento de nuestra historia. Por eso, mantenemos nuestro optimismo sobre el futuro de la economía española y, más particularmente, sobre nuestras empresas, que han reconocido en el comercio exterior un factor decisivo de competitividad.
Jaime Uscola es Director de Negocio Internacional de Santander España y vocal de la Junta Directiva del Club de Exportadores e Inversores