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Experiencia para una difícil travesía judicial en Bayer

Werner Baumann, CEO de Bayer, tendrá que minimizar los efectos de la condena a Monsanto

Hogue

Cuando la farmacéutica Bayer completó la compra de la estadounidense Monsanto, la compañía alemana que actualmente dirige el metódico Werner Baumann (Krefeld, Alemania, 1962) no podía imaginar que le terminaría costando tan caro. Y no por los algo más de 55.000 millones de euros en los que se cerró la operación. 

La multinacional agroquímica ha sido condenada recientemente a pagar 252 millones de euros al jardinero estadounidense Dewayne Johnson, que padece un cáncer terminal provocado por el glifosato, uno de los componentes de los herbicidas que produce Monsanto y con el que John­son llevaba trabajando durante años. Además, la firma acumula otras 5.000 demandas de empleados afectados por un componente que la OMS catalogó como “probable cancerígeno” en 2015.

El desplome del 12,3% en Bolsa de Bayer recuerda a uno de los peores momentos de la historia de la farmacéutica, cuando en 2001 perdió más de 600 millones de euros por la retirada de su fármaco Lipobay por sus efectos secundarios. Para revertir la situación, se necesita alguien que conozca la compañía desde dentro y desde hace muchos años. Y nadie mejor que su CEO.

El ejecutivo alemán es un veterano de Bayer. Nacido hace 55 años en Krefeld, una pequeña ciudad al oeste de Alemania. Tras acabar sus estudios se marchó a las vecinas Colonia y Aachen para convertirse en el primer miembro de su familia en asistir a la universidad. Se licenció en Economía y, tras realizar unas prácticas en una pequeña auditoría, entró en Bayer en 1988, con apenas 26 años. Desde entonces, su carrera siempre ha estado ligada a la mayor farmacéutica alemana.

Formó parte del departamento de finanzas corporativas de la central de la compañía en Leverkusen para, tres años más tarde, mudarse a España para trabajar como gestor comercial en la sucursal en Barcelona. Era el año 1991 y, cuatro más tarde, se convirtió en asistente de dirección. En 1996 cruzó el Atlántico para incorporarse a la sede de Bayer en Nueva York liderando el área estratégica del negocio global de la farmacéutica. Baumann ha reconocido en alguna ocasión que ese fue el primer gran reto de su carrera.

En 2002 regresó a Alemania como miembro del comité ejecutivo. Entonces ya se iba conociendo, al menos a nivel interno, su rectitud en el trabajo. En una entrevista en la revista alemana Manager reconoció que es habitual que se despierte a las cinco de la mañana incluso aunque no tenga que enfrentarse a una jornada laboral. Como gestor de equipos, sus compañeros alaban su capacidad de escucha. 

“Puede tener una decisión ya tomada en su interior, pero siempre va a oír lo que sus trabajadores tengan que decir”, dijo de él Werner Wenning, ejecutivo de Bayer y presidente del consejo de supervisión. También es habitual verle contando anécdotas a sus subordinados para, según dicen los mismos, crear proximidad en el trato. Una cercanía que abandona en el momento en el que tiene que dar discursos en público, algo que odia. Es un hombre familiar, casado y al que le gusta contar que sus cuatro hijos creen que su trabajo consiste en “esperar sentado a que le llamen”.

A su vuelta a Alemania, desem­peñó varias funciones relacionadas con la estrategia de fusiones y adquisiciones que comenzaba a aplicar la farmacéutica. Entre 2006 y 2009 se ocupó de la integración de la compañía Schering Pharma en el grupo. En 2010 se incorporó al consejo de administración y subió otro peldaño más en su escalada en la firma al ser nombrado director financiero. Antes de llegar a la cima, durante el segundo semestre de 2015 fue también el responsable de la marca en Europa.

Baumann fue nombrado CEO en 2016 en sustitución del holandés Marijn Dekkers, que ocupaba el cargo desde 2010. “Con Werner, Bayer cuenta con un directivo fuerte y experimentado que proviene de la propia organización y que, en sus diferentes posiciones en la compañía y como miembro del consejo de administración, ha contribuido sustancialmente a reforzar y realinear la compañía”, anunció la empresa tras hacer público su nombramiento.

Como máximo responsable de la entidad, tendrá que gestionar la difícil travesía judicial que se avecina para la compañía. De hecho, la multinacional ya anunció que apelará la sentencia que condena a Monsanto ya que desde la firma aseguran que el glifosato no es un agente cancerígeno. Y apelan a más de 800 estudios científicos de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense para respaldar que sus productos químicos son seguros.

“Nos acusan de algo que se ha demostrado durante más de 25 años que es incorrecto”, llegó a decir el ejecutivo alemán hace unas semanas. Sea cierto o no, se avecina una tormentosa etapa para Bayer en la que le serán muy útiles los 30 años de experiencia de Baumann.

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