La robótica se abre a las pequeñas y medianas empresas
Algunas pymes invierten desde 30.000 euros en robots colaborativos La automatización se introduce en la salud, la educación y el entretenimiento
La robótica ya no solo es cosa de grandes compañías. En los pasillos de Automatica, la feria internacional de automatización inteligente y robótica de Múnich, más de 900 expositores se disputan esta semana la atención de los visitantes, que buscan nuevas soluciones para hacer su producción más rápida y flexible.
Pero entre ellos no solo se ven ingenieros vestidos de traje, con perfiles corporativos, como cabría esperarse. Los asistentes llegan de todas partes del mundo, pertenecen a pequeñas y medianas empresas ávidas de innovar, a veces con apenas un puñado de empleados, y de industrias tan distintas como la logística, la gastronomía o la producción de altavoces.
Nadie quiere perderse la gran cita. Entre los estands más llamativos está el de Kuka, el gigante alemán con más de 13.000 empleados que produce robots para la industria del acero, el transporte o la construcción, entre otros. Allí, decenas de ejecutivos con corbatas anarajadas observan un prototipo del robot CarLa, un asistente que puede recargar un vehículo eléctrico sin ayuda humana. Montado sobre un robot KMR Iiwa, CarLa es capaz de moverse por un parking de forma autónoma y recargar todos los coches estacionados.
Pero, al calor de las grandes empresas, también han surgido firmas más pequeñas que integran la robótica con otros campos fértiles de la tecnología digital. La alemana BEC Games, por ejemplo, utiliza los robots de Kuka como base para desarrollar juegos de realidad virtual en parques de atracciones de todo el mundo.
En la feria, BEC presenta un simulador con tres asientos montados sobre un brazo robótico capaz de mover a sus ocupantes por el aire. “Es una suerte de evolución de los viejos simuladores de vuelo”, explica Martin Gerlich, CFO de la compañía, solo que ahora los jugadores se colocan unas gafas de realidad virtual que los meten en la historia: un viaje a toda velocidad en un taxi volador, en medio de embotellamientos distópicos y rascacielos futuristas. “Sientes como si en verdad estuvieras allí, sin latencia y con la imagen y el movimiento totalmente coordinado”, explica Gerlich. El precio del robot: unos 270.000 euros.
Otra de las estrellas de Automatica son los cobots, robots colaborativos que tienen la forma de un brazo humano y son capaces de trabajar codo con codo con personas en distintos puntos de una línea de producción. Fáciles de instalar y programar, pueden realizar tareas como pulir, atornillar, cargar y descargar un palet o incluso destapar una cerveza, servirla con la cantidad perfecta de espuma y acomodarla prolijamente sobre una bandeja. Sus precios, en torno a los 30.000 euros, los vuelven una opción para una gran variedad de clientes. Y el mercado de cobots crece con tanta fuerza que la danesa Universal Robots, líder del segmento, obtuvo en 2017 un volumen de negocio de 151 millones de euros, un 72% más que el año anterior.
En otra parte del pabellón, decenas de niños aprenden a construir y programar robots con la ayuda de tutores de la fundación ITQ. “La idea es fascinar a los jóvenes con estos talleres técnicos, para enseñarles a disfrutar y divertirse con la tecnología”, asegura Anis Kossentini, representante de la fundación. Los niños, con edades desde los cinco o seis años, tienen allí un primer contacto con la robótica a través de los Lego Mindstorms, juguetes con los que se pueden construir sistemas integrados con partes electromecánicas controladas desde un ordenador.
La feria también dispone de un espacio para los proyectos de investigación. En el centro del pabellón B3, un grupo de entusiastas se entretiene con un robot cuadrúpedo, raro espécimen con apariencia animal que se pasea ante la atenta mirada de los visitantes. Preparado para resistir condiciones climáticas extremas, a prueba de agua y capaz de atravesar kilómetros y kilómetros de terreno rugoso, el robot está diseñado para inspeccionar plantas de extracción de petróleo y gas, sistemas de canalización, cloacas o bosques salvajes.
“Puede subir escaleras, esquivar obstáculos o levantarse si se cae”, explica el español Francisco Giráldez, ingeniero de software de Anybotics. El robot incluso tuvo una aparición estelar en la serie televisiva Expediente X. “Lo explotaron muy bien, porque es un robot que impone”, dice Giráldez.
Pero no todo se trata de optimizar la producción. Eden, de la agencia aeroespacial alemana, es un brazo robótico montado a una silla de ruedas que asiste a personas mayores o enfermas que no pueden moverse. Con unos censores conectados a los músculos del brazo, el robot puede interpretar y dejarse guiar por las contracciones musculares más imperceptibles.
Un segundo sistema permite a un operador ver y manejar el brazo de forma remota, de tal forma que un único enfermero puede atender a varios pacientes a distancia. La ingeniera Annette Hagengruber explica que no buscan reemplazar a los enfermeros, sino ayudarles con las tareas repetitivas. Un mantra que se oye a menudo entre quienes se dedican a la automatización.
Los números del salón internacional
Séptima edición. La feria abrió sus puertas por primera vez en 2004 y se repite cada dos años. Se desarrolla entre el 19 y el 22 de junio en Múnich, el corazón de la industria alemana.
Crecimiento. La feria, montada en un espacio de 66.000 m2, ha pasado de contar con 17.022 visitantes en 2004 a 43.052 en 2016. Más de un tercio son internacionales.
Europeos y asiáticos. Entre los visitantes internacionales se destacan los austriacos (1.837), los italianos (1.698) y los chinos (1.364). También llega mucho público de Turquía (551), EE UU (450) y Taiwán (391), entre otros. Los datos corresponden a la edición 2016.
Sectores. El 39% de los visitantes pertenece al sector automovilístico o sus proveedores. Un 23% a las empresas eléctricas o electrónicas. Un 17% son de la industria metalúrgica. Pero también están presentes los sectores de la comunicación (5%); farmacéutica, cosmética y médica (4%); plásticos (4%); aviación (4%); construcción (3%); alimentos y bebidas (3%); packaging (2%), y energías renovables (2%), entre otras.