El crédito al consumo se abarata pero sigue siendo el doble de caro que en la UE
El coste de créditos de hasta cinco años cae a mínimos de 2011 El precio actual casi triplica el del mismo préstamo en Francia
El crédito al consumo repunta con fuerza en España. A la búsqueda de nichos de rentabilidad, la banca ha decidido apostar con fuerza por este tipo de préstamos en los últimos años. Como consecuencia de la creciente competencia y del progresivo descenso de los tipos de interés hasta mínimos históricos, el coste de estos créditos ha caído en España a mínimos no vistos desde 2011. La banca patria, sin embargo, mantiene amplios márgenes cobrando por ellos prácticamente el doble que en la media de países de la zona euro.
Así ocurre en el caso de los préstamos al consumo concedidos a hogares con plazos de entre uno a cinco años, donde el tipo de interés medio que se cobra en España se sitúa en el 8,28%. En la zona euro, el tipo de interés medio aplicado es del 4,85%. De hecho, la cifra española supera con creces el coste fijado por la banca de los grandes países comparables. El tipo de interés medio para los mismos créditos en Italia es del 6,62%, en Alemania cae al 4,27% y en Francia es del 3,54%. Es decir, los préstamos al consumo españoles son casi el triple de caros que los galos, según datos de Eurostat.
Así, aunque en España tipo de préstamos se ha rebajado con fuerza desde enero de 2012, cuando alcanzó un tipo de interés medio asociado del 10,8%, el diferencial frente al coste medio de la eurozona apenas ha pasado de los 357 puntos básicos de entonces a los 343 de ahora.
La fuerte apuesta de la banca española por este tipo de créditos, y el elevado coste que aplica por ellos, no ha pasado inadvertida para el Banco de España. A falta de ver las directrices que marca el nuevo gobernador, Pablo Fernández de Cos, su antecesor, Luis María Linde, se propuso seguir de cerca la evolución de este segmento de negocio por los riesgos que entraña para el propio sector financiero.
Los datos recopilados por el supervisor bancario detallan que a cierre de 2017 el saldo vivo de crédito al consumo sumaba 58.000 millones d euros, es decir, un 57% del crédito a hogares no destinado a la compra de vivienda, después de haber experimentado fuertes tasas de crecimiento interanual que se mantuvieron por encima del 15% durante todo el año.
El Banco de España justifica este fuerte ritmo de incrementos por “la búsqueda por parte de las entidades de fuentes alternativas de recursos que ofrezcan un mayor una mayor rentabilidad”, aunque advierte de que “pueden llevar asociado un mayor riesgo”. “Este es un segmento de negocio que suele tener una morosidad relativamente elevada y en el que las garantías juegan un papel menor, por lo que la evolución de esta cartera y su morosidad tendrán que analizarse con atención en los próximos meses”, rezaba el último Informe de Estabilidad Financiera, publicado por el supervisor en mayo.
De momento, en todo caso, la mora de estos créditos ha pasado del 7,7% de diciembre de 2014 al 5,2% a cierre de 2017, si bien el Banco de España explica que buena parte de la rebaja se debe precisamente al enorme incremento en el volumen de préstamos concedidos en los últimos tiempos. Para conocer su impacto en la evolución de la mora habrá que esperar.
Un elemento tranquilizador, subraya el supervisor, es que la banca mantiene una elevada cobertura del riesgo con dotaciones sobre el 50% de estos créditos frente a la media del 34% del resto de préstamos.
Los datos del Banco de España apuntan a que el grueso del crecimiento del crédito al consumo se centra en la compra de bienes de consumo duraderos, que supone el 53% del saldo total. Hay que tener en cuenta que en los préstamos dirigidos a compras menores, los de menos de un año de duración, la banca española ofrece precios más competitivos que la media de países del entorno. En concreto, estos créditos tienen un interés medio del 3,59% en España frente al 4,91% de la zona euro.
Desde la Asociación Española de Banca (AEB) defienden que el auge del crédito al consumo responde a las compras aplazadas que las familias españolas suspendieron durante la recesión económica y que la prima de riesgo del país justifica que se apliquen tipos de interés elevados.