Brasil camina hacia el caos por huelga de camioneros
Obliga Temer a elevar el tono y convocar al Ejército para desbloquear las carreteras Se registra la falta de productos básicos, como gasolina y alimentos
Brasil vivió este viernes una jornada de caos tras la negativa de una gran parte de los camioneros a suspender el paro, lo que obligó al presidente, Michel Temer, a elevar el tono y convocar al Ejército para desbloquear las carreteras ante el "fuerte desabastecimiento".
Los camioneros entraron hoy en su quinto día de huelga para protestar por los elevados precios del combustible en Brasil y la paralización amenaza con llevar al país hacia el colapso, después de que se registrara la falta de productos básicos, como gasolina, alimentos e incluso insumos médicos necesarios en los hospitales.
La escasez de combustible generó inmensas filas en los puestos donde todavía quedaba crudo y obligó a cancelar más de 70 vuelos en diferentes partes del país, entre ellos Brasilia, uno de los más afectados y que hoy registró falta de queroseno.
Ante el descontrol de la situación, el Gobierno brasileño activó el plan de seguridad nacional y movilizó a las fuerzas federales de seguridad, que incluyen a las Fuerzas Armadas y la Policía Federal de Carreteras.
La decisión del Gobierno se produce un día después de que se anunciara un tregua de 15 días con los transportistas en huelga, pero las paralizaciones continuaron este viernes en todo el país a pesar del acuerdo, lo que llevó a Temer a endurecer el pulso.
"No vamos a permitir que la población se quede sin los artículos de primera necesidad, que los hospitales se queden sin insumos para salvar vidas y que los niños se queden sin escuela", aseguró Temer en un pronunciamiento en el palacio presidencial de Planalto.
Temer aseguró que el Gobierno ha tenido siempre "coraje para dialogar" y "ahora tendrá el coraje de usar su autoridad en defensa del pueblo brasileño".
El combustible está prácticamente agotado en las principales ciudades del país, el transporte público opera con menos de la mitad de la flota, la gente no tiene como llegar a sus trabajos y niños y jóvenes han tenido que permanecer en casa por el cierre de escuelas y universidades.
Sao Paulo, la ciudad más rica y poblada de Brasil, decretó este viernes estado de emergencia por los "excesos de protestas" de los ciudadanos en las calles.
La Alcaldía afirmó en un comunicado que, en caso de que la huelga se alargue, podrá ser decretado un día festivo y precisó que el "estado de emergencia podría evolucionar a un estado de calamidad pública".
Así como en Sao Paulo, otras ciudades como Río de Janeiro, Brasilia y Recife han sentido fuertemente la consecuencias de la huelga de camioneros, que exigen más medidas por parte del Gobierno, a pesar de que ya ha cedido a parte de sus presiones.
El ministro de la Presidencia, Eliseu Padilha, dijo la víspera que, para contener el precio del diesel, cuyas continuas alzas causaron la huelga, el Gobierno se comprometió a eliminar por lo que resta de 2018 los impuestos a ese combustible, que suponen casi 50 % de lo que pagan los consumidores.
Asimismo, explicó que durante los próximos 30 días el precio de ese combustible estará congelado, incluyendo una reducción del 10 % ofrecida por Petrobras durante los primeros 15 días, y que a partir de ese momento pasará a ser subsidiado por el Estado, al menos hasta fines de este año.
No obstante, las medidas no fueron suficientes para algunos sectores de los camioneros, a los que Temer tildó de "minoría radical".
"Una minoría radical está cerrando carreteras e impidiendo que muchos camioneros lleven adelante el deseo de atender a la población", aseguró el mandatario.
Sin embargo, el presidente de la Asociación Brasileña de los Camioneros (Abcan), José da Fonseca, rechazó la afirmación de Temer y dijo que el número de manifestantes en las calles muestra que no se trata de una minoría, sino "la mayoría del movimiento y que no está satisfecha con el acuerdo anunciado ayer".
La Policía Federal investigará si algunas empresas aprovecharon la huelga de los camioneros en Brasil por los precios de los combustibles para promover un paro de sus trabajadores y con ello obtener beneficios para el sector, lo que está prohibido por ley.
Aunque la Policía Federal se limitó a informar sobre la apertura de la investigación en un escueto comunicado, la movilización de los camioneros estaba bajo monitoreo de un gabinete de crisis coordinado por el ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann.
Jungmann admitió a la prensa local que había indicios de que la huelga fuese un "lock out" -término con el que se conoce a esta práctica.