Valparaíso, la ciudad sin sitio
Ahogada entre el mar y la montaña, está edificada sobre cerros Bohemia, vibrante y colorida, es un mural al aire libre
Estrangulada entre el mar y la montaña, Valparaíso es una ciudad sin sitio que se encarama a los cerros que la rodean para sobrevivir. Desde lo alto de los mismos penden sus casas, de fachadas imposibles algunas, de gusto exquisito otras, y tapizan de múltiples tonos pastel una tras otra las lomas y acantilados que se asoman a las aguas del oceáno Pacífico.
Situada a 120 kilómetros al oeste de Santiago de Chile, a poco menos de dos horas en coche, Valparaíso, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es el principal puerto del país, capital de la Quinta Región y sede del poder legislativo, el Congreso, en un intento de descongestionar la capital.
Su ambiente bohemio, vibrante y cultural fascina al viajero extranjero, casi con la misma intensidad que aterra a los chilenos, sobre todo a los capitalinos, que detestan su excentricidad y sus cerros densamente poblados.
Valparaíso es una ciudad que nunca fue planeada y por eso parece construida a salto de mata o de cerro. El de Cordillera, Bellavista, el cerro Alegre o Concepción son los más famosos de los 43 que la rodean. Un laberinto de calles empinadas, a veces empedradas, que se transforma en un continuo rompepiernas, por los constantes sube y baja y que solo se consiguen salvar a través de los trolebuses y minibuses que la recorren y de los funiculares y ascensores que se diseminan por la ciudad.
Los murales tienen tanta fuerza que hay un Museo a Cielo Abierto con una ruta a través de 20 pinturas callejeras
De los treinta que antiguamente permitían trasladarse de un lugar a otro de la ciudad, hoy solo quedan seis en funcionamiento y aún se conserva como una reliquia el más antiguo de ellos, el de La Concepción.
Valparaíso es también un museo al aire libre donde edificios históricos de arquitectura europea conviven con murales y modernos artistas callejeros que inundan y engalanan la ciudad, en un ambiente festivo que cautiva y atrapa.
A los pies de uno de sus cerros más famosos, el de la Cordillera, está la antigua plaza de la Aduana, primera toma de contacto y parada obligada al llegar. Renombrada como la Plaza de Sotomayor o la plaza Cívica, ruidosa y animada como pocas, con un enjambre de cables sobrevolándola, marca el punto geográfico hasta donde se adentraba el Pacífico en tierra hasta que se construyó el muelle. En ella está el imponente edificio sede de la Armada chilena y primera región militar naval del país.
Allí, junto al muelle Prat, salpicado de los típicos puestos de souvenirs para los turistas; conviven diferentes estilos arquitectónicos y edificios emblemáticos como la antigua sede de Correos o el que albergó la primera Bolsa Comercial de Chile, aunque, sin duda, el monumento más apreciado es el mausoleo dedicado a los Heróes de Iquique.
En el centro de la plaza, este rememora el valor de los marineros chilenos de la Esmeralda en la Guerra del Pacífico frente a las naves peruanas en 1879. Los amantes de las gestas navales pueden darse un paseo por la historia en el Museo Naval Arturo Prat.
De cerro en cerro
A partir de aquí olvídese de terreno plano, póngase calzado cómodo y prepárese a andar por las empinadas calles de las colinas. El cerro Alegre y Concepción son los más turísticos y quizás los más cuidados. Allí están algunos de los museos más interesantes de la ciudad como la Casa de Lukas, donde se exponen las piezas gráficas originales del dibujante y caricaturista chileno; el Palacio Astoreca, una antigua mansión victoriana hoy convertida en hotel de lujo, y el museo Baburizza, una casona art decó que reconocerá por su tejado verde, alberga una de las colecciones de arte más importantes de Chile.
En el cerro Bellavista está La Sebastiana una de las casas del poeta Pablo Neruda, hoy convertida en museo y que ofrece magníficas vistas sobre el Pacífico.
Los murales son una de las señas de identidad de esta bonita ciudad portuaria.Paredes, fachadas, escaleras, casi en cualquier esquina o recoveco encontrará una pequeña obra de arte. Cualquiera puede pintar una, eso sí, deberá solicitar primero un permiso municipal.
Los murales callejeros tienen tanta fuerza y personalidad que, de hecho, existe el Museo a Cielo Abierto de Valparaíso, en Bellavista. Una de las atracciones más famosas y singulares de Valparaíso, que consiste en una ruta a través de las 20 pinturas más famosos de la ciudad, realizadas por los alumnos del Instituto de Arte de la Universidad Católica.
Al lado de cada uno de ellos, una pequeña placa identifica el número del mural, la persona que lo hizo y el año de realización.
En el cerro Concepción se encuentra una de las imágenes más icónicas de la ciudad, la Iglesia Luterana de Valparaíso, para contemplarla en todo su esplendor tendrá que trasladarse al mirador de la colina de enfrente, el cerro Cárcel.
Y si se trata de vistas no se puede perder las que ofrece el peculiar hotel Brighton, también en Concepción, asentado sobre una colina y uno de los más antiguos y tradicionales de la ciudad, facilmente reconocible por su arquitectura colonial su fachada anaranjada con balconada blanca y su característico tejado verde de casita de cuento.
En su callejeo cerro arriba, cerro abajo encontrará galerías de arte, tiendas de de todo tipo y de joyas artesanales donde el cobre, la plata y el oro son las materias primas de originales diseños a buen precio.
Hora de comer
Entre visita y visita puede aprovechar para comer y reponer fuerzas o tomar un tentempié en cualquiera de los coquetos restaurantes y cafés que proliferan en los cerros, algunos con música en directo.
Esta región es famosa por su gran variedad gastronómica. No se puede ir de Chile sin haber probado sus tradicionales empanadas o sin haber catado alguno de sus laureados caldos.
El charquicán, la cazuela o las sopaipillas con pebre son algunos de los platos que le ayudarán a pasar el frio del invierno austral (que coincide con nuestro verano). Si decide ir en verano, no se puede perder los típicos platos con el maíz como base, como el pastel de choclo y las humitas; para refrescar la garganta pruebe la bebida local, el mote con huesillo de durazno –un brebaje dulce a base de trigo o maiz y melocotón deshidratado–.
Como puerto marítimo, en Valparaiso encontrará gran variedad de pescados y mariscos. Caldillo de congrio, machas a la parmesana, empanadas de camarón y ostiones al pil pil son algunos de los platos más característicos del país.
Si finalmente quiere dedicar algunas horas a bañarse o simplemente tomar el sol a la brisa del Pacífico –que de tranquilo no tiene nada–, Caleta Portales, San Mateo o las Torpederas son las playas más celebres y frecuentadas de la ciudad, aunque las más reconocidas del país están a 9 km al norte de Valparaíso, en la popular ciudad de Viña del Mar, donde los chilenos más ricos suelen tener su segunda residencia.
Guía de viaje
Cómo ir. Latam tiene entre una y dos frecuencias diarias que enlazan Santiago de Chile y Madrid. Desde 1.030 euros en la clase Economy y 3.714 euros en Premium Business. Excelente servicio y gastronomía a bordo con platos no solo bien presentados y apetecibles, sino bien cocinados. Más información en Latam.com
Dónde dormir. Si le gustan los lugares con historia pruebe en el Palacio Astoreca desde 144 euros noche con desayuno. Otra opción es el emblemático y peculiar hotel Brighton, asentado sobre una colina. Desde 50 euros.
Cuándo ir. El clima en esta región ofrece veranos secos –nuestro invierno– e inviernos –nuestro verano– húmedos y templados y una temperatura media anual de más de 25°C durante el estío y de 11°C en invierno.