Santiago de Chile, en 10 paradas
Dos imponentes cordilleras y dos ríos trazan el paisaje y limitanel crecimientode esta megaurbe Desigual, a ratos caótica, bulliciosa y cosmopolita, Santiago quiereun hueco propio en las rutas turísticas a Chile
Estrangulada entre las cordilleras de los Andes y la de la Costa, la ciudad de Santiago de Chile parece no tener fin. En medio de un valle entre tan imponentes montañas, la capital andina no ha dejado de crecer desde su fundación en 1541 hasta convertirse en una megaurbe de más de 5,5 millones de habitantes, un tanto caótica, desigual, cosmopolita y bulliciosa. No encontrará en Santiago grandes referencias arquitectónicas coloniales de su pasado español, pero sí sugerentes rutas e iconos históricos para dedicarle tres o cuatro días.
En un país como Chile repleto de maravillosos escenarios naturales, su capital suele ser solo la puerta de entrada y salida, y a menudo se queda al margen de las principales rutas turísticas.
Miradores naturales y de cristal y cemento, parques enormes, edificios y alamedas históricos, barrios bohemios y otros que le trasladarán a Manhattan le mostrarán algunas de las diez paradas imprescindibles para tomarle el pulso a esta vieja y moderna ciudad, fundada por el español Pedro de Valdivia, pero que ya antes fue sitio precolombino.
Cerro de San Cristóbal. Forma parte del conjunto de montañas del Parque Metropolitano de Santiago. Un enorme jardín urbano de más de 700 hectáreas de extensión que pasa por ser el más grande de Latinoamérica y también uno de los más grandes del mundo. Empezó a construirse en 1916 y, como curiosidad, sepa que fue creado artificialmente y sus árboles fueron plantados en distintas épocas. En el parque están el zoo y el jardín botánico y cuenta, además, con piscinas y varios cerros.
El de San Cristóbal, con sus 800 metros de altitud, es el segundo más alto de la ciudad, solo superado por el de Renca, y su mayor atractivo es llegar a la cima para disfrutar de las espléndidas vistas de Santiago, siempre y cuando le pille un día despejado. En la cima está también un pequeño santuario dedicado a la Virgen de la Inmaculada Concepción. Se puede subir andando –escalón tras escalón–, en funicular (2.000 pesos ida/vuelta, unos 2,75 euros) o en teleférico (6 euros i/v).
A los pies del cerro y del parque está el barrio de Bellavista, el distrito bohemio, cultural y artístico de la capital y uno de sus referentes gastronómicos, con más de 80 tipos de restaurantes internacionales. Allí encontrará teatros, bares y museos y un ambiente de fiesta casi permanente que inunda sus coloridas calles llenas de murales de arte callejero. En este barrio está también La Chascona, con su fachada azul y una de las tres casas del poeta Pablo Neruda, hoy convertida en museo.
Centro histórico. La Torre de Telefónica, en la avenida Providencia y que en los noventa fue el edificio más alto de Santiago, es un buen punto de referencia para situarse en la ciudad.
Reconocible por su forma de móvil antiguo, con antena y todo, divide la capital. Desde la cercana plaza de Italia hacia los Andes emerge la ciudad moderna y, hacia el oeste, de cara al Pacífico, el viejo Santiago.
La plaza de Armas es el kilómetro cero de la ciudad y desde él parten los principales paseos. En torno a la plaza, construida por los españoles y según las prácticas urbanísticas de la época, se ubican distintos edificios de estilos diversos, como el antiguo Palacio de los Gobernadores o de los Presidentes, que luego pasó a ser la Casa de Correos; la catedral, que data de 1748 y que tardó casi 150 años en construirse, o la antigua Municipalidad. En la plaza abundan los músicos y artistas callejeros.
Detrás de la misma están los edificios de los Tribunales de Justicia y la antigua sede del Congreso Nacional, hoy trasladada a Valparaíso, en un intento de descentralizar la capital. A la derecha, verá el edificio del Museo Chileno de Arte Precolombino (4 euros la entrada), el más importante del país junto con el Histórico Nacional y el de la Memoria y los Derechos Humanos, en recuerdo de las víctimas de la cruenta dictadura del general Pinochet.
Muy cerca de allí, a 500 metros, está uno de los edificios más simbólicos de Santiago, el Palacio de La Moneda, sede de la presidencia y tristemente célebre porque allí fue acorralado y muerto el presidente Salvador Allende por las tropas golpistas de Pinochet en 1973.
El edificio se puede visitar, pero le será difícil tomar una foto de su imponente fachada. Se encuentra vallada y, a veces, hay instalada una carpa frente a ella, ya que se ha convertido en el escenario donde confluyen manifestaciones y protestas.
A la espalda de La Moneda está la popular Alameda, oficialmente, avenida Libertador General Bernardo O’Higgins y principal arteria capitalina, con unos 8 km de longitud. En su recorrido podrá visitar otro famoso cerro, el de Santa Lucía. En pleno corazón de la ciudad este parque, a unos 600 metros de altura, es uno de los más concurridos y ha sido testigo mudo de los vaivenes de la capital desde su fundación.
Torre Costanera. Es el edificio más alto de Latinoamérica, con más de 300 metros de altura, y forma parte de un gran complejo que integra otras tres torres de entre 105 y 175 metros. La Gran Torre de Santiago o Costanera alberga un gran centro comercial con tiendas de todo tipo, restaurantes y centro de ocio y se ha transformado en uno de los más espectaculares miradores 360° de la ciudad. El acceso a los pisos 61 y 62 se hace en un suspiro –50 segundos que ni notará en los ascensores ultrarrápidos–, previo paso por taquilla (unos 13 euros).
Desde el piso 62, las vistas tienen el atractivo de que son a cielo descubierto. La subida merece la pena, pero asegúrese de que el cielo esté despejado. La torre está en el término de Providencia, que junto con Las Condes y Vitacura, al este de Santiago, forman el distrito financiero, conocido como Sanhattan por la proliferación de modernísimos rascacielos que imitan el perfil del neoyorquino Manhattan.
Mercados. La Vega y el Mercado Central son las principales lonjas, pero no se vaya de Santiago sin visitar los mercadillos de Patronato. Allí, en unas cuantas cuadras (calles) viajará en un pispás del barrio chino al turco o árabe o al puramente latino, tal es la mezcolanza de productos y culturas.
Junto a las pequeñas tiendas a pie de calle que ofrecen los productos más variopintos, aunque abunda todo tipo de ropa para mujer, proliferan puestos y tenderetes en las aceras –a veces prolongaciones de los mismos locales– que también ofertan toda clase de mercancías, como en un gran rastro. Un ambiente singular y entretenido. Mientras curiosea y para paliar el calor, pruebe el mote de huesillo en alguno de los puestos callejeros. Una bebida dulce a base de mote (granos) de trigo y duraznos (melocotones) deshidratados (1,5 euros).
La Vega es uno de los mercados de frutas y verduras, principalmente, más grandes del mundo. Un enjambre de puestos y gentes –unos dispuestos a hacer la compra y otros a mirar, cámara en ristre: los turistas– se mezclan en un espectáculo de colores, olores y sabores por descubrir. Al otro lado del río Mapocho, uno de los dos que bañan Santiago, y frente a La Vega, está el Mercado Central, especializado en pescados y frutos de mar, como llaman los chilenos a los mariscos. Además de sorprenderse de la cantidad de especies y tallas marinas, podrá degustarlos en los numerosos restaurantes que hay dentro.
Viñedos. Poco a poco, los vinos chilenos se van haciendo hueco entre los paladares más exigente y los amantes del enoturismo. No se puede ir de Santiago sin visitar algún viñedo. Uno de ellos es Viña Matetic. Ubicado en el valle del Rosario, protegido a su vez por el valle de San Antonio, a pocos kilómetros del mar y cerca de Valparaíso, este extraordinario viñedo disfruta de una situación geográfica y un clima tan excepcionales que les ha convertido en pioneros en la producción de syrah de clima frío en Chile. Uno de sus tintos de la línea EQ está entre los 100 mejores del mundo. Visita guiada con cata, desde 20 euros.
La Piojera. Muy cerca del Mercado Central y de la antigua estación de tren, en el barrio chino, se halla este bar, con más de 120 años de antigüedad, aunque su nombre actual data de 1981. Es uno de los más famosos y antiguos de Santiago, donde se puede comer, beber o disfrutar de música en directo. Tiene mucho ambiente y su cóctel más célebre es el terremoto –pisco, vino blanco dulce (conocido como pipeño), helado de piña, fernet u otra bebida amarga y licor de granadina–. Se sirve en vaso grande (2,5 euros) y, si repite en vaso pequeño, tiene que pedir una réplica. La mezcla resulta muy rica.
Latam: calidad y variedad a bordo
Vuelos. La aerolínea chilena tiene diariamente de uno a dos vuelos directos entre Madrid y Santiago. Desde 1.030 euros en la clase Economy y 3.714 euros en Premium Business. Le recomendamos el vuelo nocturno en el Boeing 787 –12 horas y 30 minutos–, que llega a la capital andina sobre las 9 de la mañana. Excelente servicio a bordo tanto en Economy como en Business. Nos gusta la amplitud de espacio entre las plazas en la clase Economy, que cuenta con butacas ergonómicos, lo cual se agradece en un vuelo tan largo. En Business, los asientos se convierten en una cómoda cama totalmente horizontal, si el pasajero así lo desea. Destacamos, en ambas clases, la gran oferta de entretenimiento para adultos y niños. La compañía ultima el lanzamiento de servicio wifi a bordo. Más información en Latam.com.
Experiencia gourmet. Si hace unos meses la aerolínea renovaba sus menús de la clase Business, ahora es el turno de Economy. Latam acaba de estrenar un nuevo concepto gastronómico que en nada se parece a las denostadas comidas de avión. Y la renovación es también estética. La bandeja que recibe el pasajero es más cómoda y funcional, sin riesgo de que se le caigan los elementos periféricos tradicionales –vaso para la bebida, taza para el café o té, postre...– y con suficiente espacio para maniobrar y manejar los cubiertos. Pero lo que realmente le sorprenderá serán los platos, no solo bien presentados y apetecibles, sino bien cocinados. En el desayuno, el pasajero puede elegir entre dos opciones, salada o dulce, pero el auténtico plato fuerte es el almuerzo o la cena. Los pasajeros podrán elegir entre tres opciones que incluyen un plato caliente, comida vegetariana o una opción fría más ligera, que se acompaña con un servicio de bebidas, entre ellas vino, y un snack dulce. En total, más de 300 platos nuevos de cocina latinoamericana e internacional –se introduce además un plato local–, según la ruta que se implementará en toda la red internacional de la compañía hasta finales de 2017 y en los vuelos internacionales de más de siete horas y sin coste adicional para el pasajero de Turista. En Business, el menú consta de ensalada y plato de quesos y se puede elegir entre dos entradas, tres platos principales y tres postres. Dispone de una amplia carta de vinos, cervezas y licores, tanto chilenos como internacionales.
Valparaíso. A poco más de una hora de Santiago, resulta una visita obligada. Esta pintoresca urbe colgada de la montaña es Patrimonio de la Humanidad. Destacan sus coloridas calles llenas de murales y las fachadas de sus casas de alegres colores pastel. Antiguamente, 30 funiculares y ascensores permitían trasladarse en la ciudad, hoy quedan seis y el más viejo, el de La Concepción, está en restauración.
Viña del Mar. A 9 km al norte de Valparaíso, es un destino vacacional al borde del Pacífico, donde los capitalinos suelen tener su segunda residencia. A pesar de su fama, las playas no son nada paradisiacas y las más exclusivas, como Concon, están al norte. Toda la bahía se transforma en un espectáculo de fuegos artificiales para recibir el año nuevo.
Una cena diferente. El restaurante 99, en el barrio de Providencia, se presenta como el mejor de Chile. Su oferta es muy original, con menú degustación en 6 o 9 tiempos (platos), con maridaje de vinos, y varía cada tres o cuatro meses. ¿Una pega? El servicio especialmente lento. Desde 65 euros.
Pisco sour. Chile disputa a Perú el origen del cóctel, mejor no entrar en pleitos y disfrutar con moderación de esta bebida.