Cuba hace cambios pero quiere seguir igual
Venezuela ya no puede ayudar tanto: la reforma económica no puede esperar mucho
La entrega de la presidencia de Cuba por parte de Raúl Castro es un esfuerzo por prolongar la revolución que construyó con su hermano Fidel. Tratar de modernizar la incompetente y chirriante burocracia también podría destruir la obra de sus vidas. Pero con su aliado Venezuela cada vez menos capaz de proporcionar petróleo barato, la reforma económica no puede esperar mucho.
El nuevo presidente será Miguel Díaz-Canel, un ingeniero discreto de 57 años que hasta ahora era primer vicepresidente. Se enfrenta a un problema: hacer fuertes reformas podría desencadenar disturbios y amenazar el control político. No hacer nada puede provocar malestar económico. La prosperidad relativa de los venecubanos, en comparación con otros países de la región, ha caído significativamente desde 1970, según el economista cubano Pavel Vidal. En la misma medida, el PIB per cápita fue un tercio menor en 2014 que en 1985, justo antes de que la URSS desenchufara su apoyo.
El comercio de Cuba con Venezuela cayó de 7.300 millones de dólares en 2014 a 2.200 millones en 2016, debido a que los bajos precios del crudo y la caída de la producción limitaron la capacidad de Nicolás Maduro para ayudar tanto como en el pasado. Pese a ello, según las cifras oficiales, la economía cubana creció un 0,5% en 2016, y subió un 1,6% en 2017, para sorpresa de algunos economistas.
Cuba debe importar entre un 60% y 70% de los alimentos que consume, y la agricultura está bastante estancada. La cosecha de azúcar de este año caerá un 30%, hasta su nivel más bajo en más de un siglo. Los múltiples tipos de cambio distorsionan la economía.
El sector privado en su conjunto, incluidas las cooperativas, emplea a casi un tercio de la fuerza laboral, según un análisis del Gobierno de EE UU. La suspicacia oficial del Gobierno cubano hacia el sector privado lo mantiene pequeño.
El propio Castro ha apoyado reformas limitadas a favor del mercado, aunque solo como un medio para hacer más eficiente la revolución. Seguirá al frente del Partido Comunista, y habrá suficientes revolucionarios octogenarios alrededor para asegurarse de que Díaz-Canel no tenga demasiada libertad. Eso significa que el nuevo jefe, al menos al principio, podría ser muy parecido al antiguo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.