Menos agujeros en el salero y otras medidas para reducir la obesidad
La industria pacta 180 medidas con la Aecosan para reducir la sal, el azúcar y las grasas El sector confía en obtener mejores resultados que con los impuestos
Se avecinan tres años de cambios para la industria de alimentación y bebidas en España. Más de 500 empresas del sector y decenas de patronales de distintos puntos de la cadena se comprometieron hace unos días en un plan que supondrá la reducción del contenido de sal, azúcar y grasas saturadas en los alimentos. Las máquinas de vending, la alimentación para menores y los refrescos protagonizan buena parte de las 180 medidas acordadas.
“Son compromisos serios y tangibles”, defiende Josep Puxeu, director general de Anfabra, la patronal de los fabricantes de refrescos. El directivo defiende que estas medidas son acordes a un plan a nivel europeo que pidió a los países que caminaran en este sentido. “Algunos estados han apostado por hacer leyes y otros, como España, por acuerdos voluntarios”, subraya.
Su categoría es una de las que copa un importante protagonismo en el acuerdo. Entre las medidas más importantes se encuadra reducir un 10% el contenido de azúcar, que se suma al 26% que ya ha recortado el sector desde 2005. Puxeu indica que una medida en la que trabaja la industria no es tanto reformular las bebidas azucaradas como impulsar las alternativas sin azúcar, que ganan peso en la comunicación y en la distribución de las compañías.
La publicidad es otro de los puntos relevantes del acuerdo que afecta a las bebidas azucaradas. Las empresas se comprometen a eliminar la comunicación a menores de 12 años, lo que incluye que no se hará, por ejemplo, patrocinio en eventos deportivos para ese segmento de población. Se restringirá además su venta en centros educativos y, en caso de haber máquinas expendedoras, éstas no llevarán marca.
Precisamente las máquinas de vending son otras de las protagonistas del plan de la industria. En el caso de las bebidas, se obliga a que los refrescos sin o bajos en azúcar supongan más del 51% del total de la oferta y ocuparán las posiciones más visibles, mientras que las azucaradas irán a la zona baja. En el caso de las que contienen alimentos, se aumentará la presencia de productos que permitan llevar una dieta saludable. Se situarán en la zona más visible y deberán suponer más de la mitad de la oferta.
Los consumidores menores de edad son también protagonistas en este plan. Según el estudio aportado por el Ministerio de Sanidad para el acuerdo, los niños españoles están entre los europeos con mayor sobrepeso, pese a que acumulan varios años de reducción de la tasa hasta el 23% del total. De este modo, y como complemento a las campañas de educación y divulgación, el plan establece medidas diseñadas para los más jóvenes. Además de las citadas en el caso de las bebidas, los comedores escolares reducirán la presencia de fritos, añadirán fruta y mejorarán el contenido de carnes magras, entre otras iniciativas.
En todos los segmentos se establecen medidas tanto cualitativas como cuantitativas. En cuanto a la fabricación de alimentos se establecen objetivos de reducción de los tres citados ingredientes en todas las categorías, como bollería, cereales, galletas, lácteos o salsas. Los productos más señalados son aquellos ligados a los menores.
“Este acuerdo supone un hito muy importante para la industria, va a ser la línea prioritaria durante los próximos años”, señala Enrico Frabetti, responsable de política alimentaria, nutrición y salud de FIAB, la patronal de alimentación y bebidas en España. En total son más de 3.500 productos los que se ven afectados por este plan a tres años.
Frabetti señala que el acuerdo alcanzado por todas las partes de la cadena es “fiable” y un “ejemplo” de cómo deben hacerse las políticas de salud pública, frente a otras medidas que se han acometido como leyes o impuestos específicos contra algunos productos concretos.
Algunas empresas y categorías llevaban ya años trabajando en este sentido. “Era una reclamación de los consumidores”, señala Puxeu. La novedad en esta ocasión es que pone en común a todas las partes de la cadena, desde la producción hasta la restauración, pasando por la distribución. El plan fue impulsado por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), dependiente del Ministerio de Sanidad, desde finales de 2016 y fue desarrollado durante el año pasado.
Para elaborar la lista de productos incluidos, se toma de referencia los alimentos más consumidos durante el año 2016 susceptibles de ser reformulados. De este modo, nos encontramos ejemplos como una reducción del 13,8% en el contenido de sal de las patatas fritas; un recorte del 16% en la sal en embutidos; un 5% menos de azúcar en las galletas de desayuno o en helados; un 10% menos de azúcar en el caso de los yogures; un descenso del 10% de sal en croquetas y otros precocinados, o rebanadas de pan envasado más pequeñas para reducir las dosis, entre otros muchos productos.
Frabetti señala que uno de los puntos clave para los fabricantes durante este proceso de reformulación será el de encontrar alternativas en las recetas que permitan mantener el gusto y la textura. “Por eso el periodo de tres años”, asegura.
Aunque la industria sea el eje sobre el que pivota el plan afecta a otras partes de la cadena. Es el caso de la distribución. Los supermercados han adquirido una serie de compromisos con el fin de lograr que se ejecute el acuerdo. Aurelio del Pino, presidente ACES —patronal que engloba los supermercados de Carrefour, Eroski, El Corte Inglés o Lidl— señala que entre las medidas se encuentra un aumento de la oferta de productos frescos o la reformulación en su marca blanca. Pero además, destaca el papel de la distribución de contacto con el cliente final y su rol como divulgador de una dieta equilibrada. El directivo señala que es un plan de “gran impacto para el sector y la sociedad” y que conlleva “mucha complejidad técnica” para toda la industria.
Además de la distribución las medidas afectan a la restauración. Una de las patronales que ha firmado el acuerdo ha sido Marcas de Restauración, que engloba a las principales cadenas que operan en España. Juan Ignacio Díaz, director general de la organización, apunta que la clave de este acuerdo es reducir la ingesta de sal, azúcar y grasas “de manera gradual, sin que el consumidor lo perciba”. El directivo señala que entre los compromisos se encuentra el hecho de introducir un mayor número de productos reformulados, el incremento del uso de aceite de girasol para freír y una mayor oferta de alimentos cocinados a la plancha o cocidos, frente a los fritos. Además, el acuerdo incluye puntos más anecdóticos pero con impacto en las costumbres de los clientes. Se trata, por ejemplo, de una reducción en los agujeros de las tapas de los saleros o una rebaja a la mitad en el contenido de azúcar de los sobres utilizados para café.
Aunque por el momento son 500 empresas las que se han sumado de manera voluntaria al acuerdo, el sector confía en que en los próximos meses la lista vaya creciendo. En la industria hay consenso sobre lo positivo del plan y abren la puerta a que la reformulación sea además “un valor añadido” de cara a las exportaciones de alimentos españoles, como señala Frabetti, de FIAB.
Un acuerdo “serio” y que evita la competencia desleal
Plan voluntario. El acuerdo entre todos los puntos de la cadena es voluntario para las empresas, sin embargo, Enrico Frabetti, de FIAB, señala que se trata de un plan “serio y fiable”. El directivo reconoce que la reducción de la sal o el azúcar pueden llevar a variaciones en el sabor de los productos. Sin embargo, al no ser una única empresa sino todo el sector, Frabetti apunta que existe una “competencia leal” puesto que no se podrá producir un trasvase de clientes de una marca a otra porque todas trabajarán en ello.
Auditado. La industria de alimentación y bebidas defiende que los 180 puntos incluidos en el plan son asumibles por parte de las empresas y alcanzables para 2020. Además, los firmantes del plan se comprometen a que los resultados puedan ser auditables por parte de Aecosan una vez concluya el periodo. El organismo dependiente del Ministerio de Sanidad realizará un estudio de los ingredientes incluidos en las etiquetas de los alimentos y también realizarán pruebas en laboratorios. La metodología será equiparable a la que se realice a nivel europeo.
Complementariedad. Las organizaciones empresariales del sector señalan que todas estas medidas incluidas en el plan con Aecosan son solo una parte de lo que debe ser una estrategia para reducir la obesidad y las tasas de sobrepeso de la población española. Las campañas de educación y concienciación apuntalarán lo que debería ser un cambio en los hábitos de consumo hacia productos más saludables.
Retos. La I+D de las empresas toma más relevancia con este acuerdo. Se precisa de sustitutivos de estos ingredientes sin que eso vaya en detrimento del gusto por el producto. El propio informe de Aecosan en el que se contemplan los compromisos de la industria se reconoce que el azúcar es “más placentero” y sirve para compensar otros sabores en un producto, lo que obliga a reformular todos los componentes del mismo. El organismo también asume que la sal tiene gran importancia en la mejora de la conservación de los alimentos, que ahora precisarán de alternativa. Aecosan apunta que se trata por tanto de un proceso complejo y paulatino que precisará de los tres años del plan para completarse y que va a involucrar a todos los departamentos de las empresas. También los de marketing, puesto que la comunicación se torna más importante para divulgar mensajes ligados a la dieta equilibrada.