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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los beneficios impulsan los mejores dividendos de Europa

Los pagos a los socios son un estabilizador de la rentabilidad de las inversiones

Vista general de la Bolsa de Madrid.
Vista general de la Bolsa de Madrid.Efe

Cuatro años con crecimiento de la economía ininterrumpidamente por encima del 3%, si este año se repitiese tal avance, tendrá un reflejo inmediato en el comportamiento de los beneficios de las empresas cotizadas, que a su vez retornan a sus accionistas una parte importante de los números negros de sus cuentas de resultados. Tras un ejercicio de limpieza de balances muy intenso en los últimos años, con una reducción del endeudamiento hasta niveles sostenibles por el negocio, la práctica totalidad de empresas del Ibex 35 abonan una parte de sus beneficios a sus socios, y colocan de nuevo a la Bolsa española para este año como la más generosa de Europa. Un 4,1% será la remuneración media de las empresas que abonan dividendos a sus socios, precisamente la cota media de los últimos 30 años, pese a haber transitado unos cuantos años por la precariedad de la recesión. En total, abonarán este año nada menos que 28.400 millones de euros, un 9% más que lo pagado con cargo a los resultados de 2017.

La compañía de energía renovable Saeta Yield, las energéticas Endesa o Enagás, la de intermediación financiera BME o empresas de medios de comunicación encabezan el ranking de rentabilidad esperada, en un grupo de hasta 25 compañías con retornos brutos superiores al 4,1% que de media retribuyen las cotizadas. Además, está de nuevo prácticamente generalizado el abono en metálico, tras la retirada paulatina del scrip dividend.

El pago regular de dividendos siempre ha sido considerado por los analistas del mercado como un estabilizador de la rentabilidad de las inversiones, siempre ligado a las empresas de servicios energéticos, la banca o la telefonía. Pero muchas veces puede interpretarse como una falta de oportunidades de inversión de las empresas en sus hábitats geográficos, mitigado ya en buena parte con la internacionalización de las cotizadas españolas, o como una falta de ambición de sus gestores. Los inversores cada vez más buscan también proyectos de crecimiento que solo pueden ser atendidos con la reinversión de los beneficios, lo que puede suponer un retraso en la recogida de los resultados por los particulares.

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