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Cautela con la subidas de los costes y los precios que moviliza el ciclo

Las administraciones buscan la alianza con la inflación para mejorar ingresos y reducir deuda

PIXABAY

La costumbre sempiterna de subir todos los costes de los factores de producción y todos los precios de los bienes y servicios el primero de enero de cada año, con el arbitraje de la añeja Junta Superior de Precios, ha pasado a mejor vida en parte con la llega adel euro y de forma definitiva con la irrupción de la crisis que arrancó hace diez años. La abierta competencia externa e interna en los mercados de bienes y servicios, y la fuerte caída de los flujos de demanda generada por la recesión, cambiaron los hábitos de la oferta hasta el punto de que las sorpresas eran las subidas de precios. La fuerte presión de China y el resto de emergentes sobre las manufacturas, la fuerza contrativa de la tecnología sobre los costes, la implantación creciente de la economía colaborativa, y la necesidad de reducir los costes para poder competir han llevado a la inflación contra las cuerdas en los últimos años, y las actualizaciones de precios suelen ser siempre a la baja para mantener el pulso competitivo.

Pero la madurez del ciclo alcista de la economía en los países desarrollados, y en España también, ha comenzdo a rescatar el viejo vicio de subir los costes y los precios, y a hacerlo el primero del año, como si hubiese una frontera física entre diciembre y enero. Esta práctica, que este año ha resurgido en muchas de las tarifas de los servicios públicos, está en parte estimulada por las autoridades económicas, que necesitan el consurso, aunque sea limitado, de la inflación para cebar las bases imponibles y con ellas los ingresos públicos; combatir los desajustes fiscales corrientes; y reducir por pasiva el endeudamiento de las administraciones públicas y de las empresas y las familias. Han considerado que un poco de inflación es un buen aliado para los propósitos económicos, y han comenzado patrocinando subidas salariales generosas para las rentas más bajas, que tarde o temprano pueden ser replicadas en las menos bajas.

Como estímulo a la renta disponible y los ingresos públicos, está bien. Pero convendría vigilar que el común de los costes siguieran bajo control, porque con él ha venido la recomposición de competitividad y el crecimiento de la economía y del empleo.

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